La importante diferencia entre caída y recaída
Caída y recaída son conceptos especialmente empleados en el tratamiento de las adicciones. No obstante, pueden extrapolarse a cualquier cambio de hábitos o conductas que una persona esté llevando a cabo. Conocer la diferencia entre ambos constructos es esencial para poner en marcha los recursos de afrontamiento apropiados.
En este artículo vamos a tratar de definir con precisión caída y recaída y reconocer el papel que juegan en el proceso de cambio. De esta forma evitaremos que se generen pensamientos distorsionados que empeoren la situación. Tener claro su significado puede ayudar a tomar las decisiones más adecuadas ante situaciones de riesgo.
El proceso de cambio
Cualquier cambio importante que una persona desee hacer en su vida requerirá de un proceso. Cuando tratamos de modificar nuestros hábitos, estamos abordando aspectos que llevan gestándose durante largo tiempo y que en la actualidad se encuentran firmemente arraigados. No es realista pensar que se puede transformar esta realidad de un día para otro.
Tanto si deseamos abandonar una adicción como implementar una alimentación más sana o mejorar nuestra autoestima, en todos los casos habremos de recorrer un camino. Asentar las nuevas conductas será una cuestión de perseverancia y, a lo largo del trayecto, enfrentaremos circunstancias adversas que pondrán a prueba nuestros aprendizajes.
Son las llamadas situaciones de alto riesgo. Sucesos internos o externos con un potencial especial para desequilibrarnos y conducirnos de nuevo al hábito que tratamos de eliminar. Estas están principalmente constituidas por conflictos interpersonales, presión social o estados emocionales negativos. Ante estas circunstancias, podemos ver flaquear nuestras fuerzas y caer de nuevo en la conducta dañina.
En definitiva, el cambio es un proceso en el que el fallo se contempla como una posible parte más del camino. Por ejemplo, en el tratamiento de las adicciones se trata de un hecho recurrente. No obstante, es aquí cuando la diferencia entre caída y recaída entra en juego, marcando dos realidades diferentes.
Diferencia entre caída y recaída
Caída es la ocurrencia de la conducta problemática una sola vez, de forma puntual y aislada. Es decir, tras un periodo de tiempo implementando los nuevos hábitos se incurre en el anterior comportamiento dañino, pero como un acontecimiento singular y único.
Por el contrario, la recaída es un proceso en el que la persona repite activa y voluntariamente la conducta problema. Pero, ¿cómo se llega hasta ese punto? La clave se encuentra en la acción que tomamos ante la caída. Es nuestro comportamiento en ese momento el que puede evitar que terminemos recayendo.
Generalmente ante una caída surgen una serie de pensamientos distorsionados en la persona que “ha fallado”, de momento, una vez. El denominado efecto de violación de la abstinencia se produce tras una caída. En ese momento la persona comienza a sentir culpa y experimenta un grave descenso de su percepción de autoeficacia y su autoestima.
Comienza a considerar que ha fracasado, que nunca logrará cambiar y, en lugar de poner en marcha estrategias de afrontamiento, se deja llevar por la desesperanza. De este modo continúa repitiendo la conducta problemática una y otra vez, incurriendo, ahora sí, en una recaída.
¿Cómo actuar?
Ni la caída ni la recaída llevan, irreversible, a volver a punto de partida. Si una persona que trata de comer sano un día se come un pastel, se habrá producido una caída; si sigue haciéndolo durante dos semanas estaremos ante una recaída. Pero en ningún caso eso significa que todo el trabajo anterior haya sido en vano y que nos encontremos de nuevo en el comienzo.
Ante estas situaciones, es imprescindible saber cómo hemos de actuar. Cuando se produzca una caída hemos de tomarlo como un aviso de que hay algo que debemos trabajar. Tal vez hemos vuelto a salir con el grupo de amigos anterior, hemos frecuentado un lugar que disparaba nuestro deseo de volver a actuar erróneamente o hemos experimentado una emoción que no sabemos gestionar.
Ante una caída evitemos la culpabilidad y el derrotismo: un paso en falso no destruye el camino. Por tanto, volvamos cuanto antes a retomar los buenos hábitos y utilicemos la señal de la caída para no volver a ponernos en situaciones de alto riesgo. Y, sobre todo, si observamos que no somos capaces de lograrlo solos, no temamos pedir ayuda.
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