La insoportable presión que existe sobre la maternidad
Desde pequeñas se nos educa desde muchas tradiciones y modelos, pero muy frecuentemente ya desde la infancia se nos inculca el valor de la maternidad. Se asocian diversos roles de género y así es como vemos a más niñas jugando con las muñecas que a niños.
Puede ser una apetencia de los niños y también una predisposición de los padres a comprarles según qué tipo de juguetes a cada uno de ellos. Por otro lado, observamos niñas que prácticamente todavía podrían considerase bebés haciendo de cuidadoras de bebés en sus juegos.
Esto es estimulante y divertido, no hay ningún problema en ello, pero también se podría fomentar el juego con otro tipo de juguetes que desarrollan su parte más manipulativa o creativa. Todos los que han cuidado alguna vez de niños ven que se “entretienen con todo”, así que si ese todo es lo más variado posible, es lo mejor que podemos hacer.
Por tanto las niñas van creciendo con la idea de que algún día tendrán que ser madres, que ellas asumirán ese rol. Con la llegada de la pubertad y los cambios físicos para las adolescentes ya se hará evidente que su cuerpo está preparado para ello.
Quedan muchos años de adolescencia y de juventud y dependiendo de en qué contexto te muevas, podrás sentir esa presión más o menos, pero no podrían considerarse años “muy críticos” respecto a la presión que ejerce la sociedad a las mujeres.
A finales de la veintena y principios de la treintena es cuando este tema empieza a ser cada vez más presente en la vida de todas ellas. Unas lo viven con normalidad y no les afecta porque tienen claro cuándo les gustaría y cómo, otras sin embargo dudan de si ya es el momento porque todo el mundo lo hace: la presión, está servida.
La maternidad es una parte más de la vida de la mujer, no la única
Este concepto, que a priori es fácil de entender se hace mucho más difícil cuando nos acercamos a la realidad. ¿Por qué ocurre eso? Pues porque en la realidad, hay un relativo “halo social” que juzga a las mujeres sea cual sea su decisión.
Se suele asociar la maternidad con generosidad y el escaso o nulo deseo de serlo con egoísmo. No se tienen en cuenta circunstancias personales de cada una de las mujeres que van tomando decisiones respecto a este tema, a medida que pasa el tiempo.
Todos estamos hechos de historias y no todos queremos las mismas cosas en la vida según nuestra circunstancia. Algunas autoras como la filósofa Elisabeth Badinter en “La mujer y la madre”, exponen que el instinto maternal no es tan instinto, no es algo que aparezca primitivamente como la necesidad de comer o dormir.
El instinto maternal es la afiliación con una persona, las ganas de crear un hogar o también la misma presión social de la que hablamos las que hacen que una mujer sienta o no el deseo de ser madre.
Ser madre es una experiencia arrolladoramente maravillosa, pero también de extrema responsabilidad. Si una se embarca en esa apasionante experiencia debe, cuánto menos, hacerlo cuándo esté segura y no porque sienta que otros se la imponen.
Rompiendo mitos sobre la maternidad está será más placentera y responsable
Si miramos a nuestro alrededor, la mayoría de padres y madres están colmados de felicidad por tener un hijo, pero en ocasiones hay otras parejas o madres que han decidido tener su hijo solas que se enfrentan a una experiencia absolutamente desbordante en todos los sentidos. Quizás el no haber tenido antes experiencia cuidando niños o que no haya sido un embarazo planificado puedes hacerles ver que la situación se ha desbordado para ellos.
Madres que los deseaban con toda su ilusión y han pasado un embarazo, un parto o/y un postparto complicado se sienten terriblemente culpables por no sentir alegría. Nadie les explicó que eso es totalmente normal, y que pasará.
Desgraciadamente, otro grupo de padres pueden enfrentarse a complicaciones de salud de sus pequeños y todo esto hace el proceso un poco más duro. Aunque son estos padres los que suelen sacar más valor para luchar por mejorar todo lo que se pueda la situación de su hijo.
Es decir, resumiendo: La maternidad no es color de rosa y exige un compromiso para toda la vida. No es cuestión de asustar a nadie sino todo lo contrario, expresar que para que salga bien vamos a intentar estar lo más seguros posible para que ese compromiso sea real.
Todos y cada uno de nosotros tenemos una responsabilidad: Los niños de ahora, serán los adultos del futuro
La importancia de no presionar con la maternidad
La presión a la que se enfrentan las madres primerizas no tiene nada que ver con la presión a la que se enfrentan las mujeres que han decidido no tener hijos, bien porque no quieren o porque no pueden. Las primeras sentirán la presión de la misma maternidad y las segundas la presión y el cuestionamiento social.
Hay que tener empatía, respetar la intimidad y evitar preguntas que puedan resultar hirientes si se posan sobre una persona que quizás se encuentra vulnerable respecto este tema.
Quizás simplemente no quiere tener hijos porque acaba de conseguir su sueño profesional y además arrastra historias de familia que le han hecho sentir que esa experiencia de formar una familia no es para ella, y está siendo responsable en asumirlo.
Quizás haya pasado por algunos embarazos que no han tenido el final que ella esperaba y está exhausta de hablar del tema. Tal vez haya tenido algún problema médico y no sabe si podrá concebir, y se plantea a largo plazo la adopción, otra forma maravillosa de ser madre.
Al ser un tema tan íntimo y personal, sujeto a variables personales y del entorno, vamos a intentar entendernos las unas a las otras en lugar de establecer juicios. Al fin y al cabo, no es una obligación para nadie tenerlos como no tenerlos.
Lo importante es que las mujeres se sientan en paz y realmente comprometidas con su decisión, pues un niño requiere de una conciencia de resposabilidad y que la nueva generación de niños venga a un ambiente de calidez, protección y amor.