La invención de Morel, una preciosa reflexión sobre la inmortalidad
El miedo a la muerte es uno de los temores más antiguos del ser humano; los deseos de vida eterna y de amor para siempre son algunos de los más anhelados por la humanidad. La invención de Morel, del escritor argentino Adolfo Bioy Casares, combina estos miedos y estos deseos, los cuestiona, reflexiona y propone nuevas vías para abordarlos.
La invención de Morel, además, inspiró películas, obras de teatro y series como: la película de 1961 El año pasado en Marienbad, la serie Lost o la película argentina de 1986 Hombre mirando al sudeste, entre otras. La novela, publicada en 1940, fue la que abrió el camino al género de la ciencia ficción en Hispanoamérica.
Bioy Casares era un autor que contaba con bastante reconocimiento en su país natal, Argentina. Amigo de Borges y vinculado a las hermanas Ocampo, por estar casado con una de ellas, se rodeó de los más destacados escritores de la época en un momento en el que se estaban dando numerosos movimientos literarios en Buenos Aires. Tal era la amistad con Borges que en La invención de Morel contamos con un prólogo escrito por el propio Borges.
La ficción y lo cotidiano en La invención de Morel
Podríamos decir que Bioy Casares fue un adelantado a su tiempo, pues supo mezclar los elementos cotidianos con la ciencia ficción. En sus novelas, apreciamos personajes muy realistas dentro de un entorno no tan realista.
En La invención de Morel, contamos con un personaje principal, el fugitivo, que vive en una alejada isla huyendo de la ley, no sabemos su nombre ni lo que ha hecho para verse obligado a escapar de la ley, pero lo identificamos como un personaje muy cotidiano, cuyas emociones son muy reales.
La isla en la que vive, lleva años abandonada, los edificios son viejos y están en mal estado; pronto, se da cuenta de que allí ocurren cosas extrañas, aparecen unos intrusos en escena que repiten sus acciones y para los que parece que es invisible.
Entre los intrusos se encuentra Faustine, una joven de la que el fugitivo se enamora, él trata en numerosas ocasiones hablar con ella, pero ella parece no verlo, es como si no existiera. Por otro lado, tenemos a Morel, un científico que también parece enamorado de la joven Faustine y a quien el fugitivo detesta.
Pronto, nos daremos cuenta de que estos intrusos no son más que imágenes de un pasado que aluden a personas que una vez estuvieron en la isla; Morel ideó una máquina que era capaz de grabar todos estos movimientos y a todas estas personas, era capaz de guardar su esencia, sus deseos, sus pensamientos… Todo su ser. De este modo, vivirían eternamente en un feliz recuerdo que ellos no recordarían, algo así como el eterno retorno nietzscheano, pero reviviendo una semana de sus vidas por toda la eternidad.
“Ya no estoy muerto, estoy enamorado”
-Fugitivo, La invención de Morel-
Miedo a la muerte e inmortalidad en la ficción
La muerte forma parte de nosotros desde que nacemos, cada día, cada minuto y cada segundo de nuestras vidas nos acercan un poquito más a ella. El problema viene cuando esto se convierte en un temor y surgen problemas para aceptarlo. Para superar este miedo, algunas religiones y corrientes filosóficas nos proponen la idea de “la otra vida”: una promesa de vida mejor tras la muerte.
La creencia de que el hombre es la unión de cuerpo y alma dice que, para poder liberar el alma inmortal, debemos actuar atendiendo a ciertas cuestiones y ser hombres y mujeres de bien. De este modo, nuestra parte inmortal, después de morir en el plano físico, podrá vivir en paz eternamente.
Otras religiones, como el budismo, proponen una inmortalidad basada en la reencarnación. Lo que demuestran estos relatos relacionados con la fe es que, desde la Antigüedad, la humanidad ha buscado vías para superar la muerte, para explicar por qué morimos y, de este modo, tratar de aceptarlo ante la esperanza de una vida espiritual disociada del transcurrir físico.
“El miedo lo vuelve a uno supersticioso”
-Adolfo Bioy Casares-
Cuando hemos tenido oportunidad de hacer un retrato de la inmortalidad en el mundo de ficción, imaginamos seres inmortales como los elfos de El señor de los anillos, o seres mitológicos, es decir, divinidades. De este modo, vemos que el precio a pagar por la inmortalidad o por tratar de emularla siempre es elevado. En La invención de Morel, el científico Morel ha creado una máquina capaz de darnos la inmortalidad del alma, pero que tendrá un coste muy elevado para nuestro cuerpo mortal.
A través del cine y las nuevas tecnologías de la época, Bioy Casares plantea numerosas reflexiones y hasta anticipa lo que hoy en día conocemos como realidad virtual. Nos presenta otras vías hacia la inmortalidad. La inmortalidad en la obra La invención de Morel es buscada por el protagonista desde el comienzo, pero de una forma indirecta e inconsciente.
“La eternidad es una de las raras virtudes de la literatura”
-Adolfo Bioy Casares-
La literatura es, en cierto modo, inmortal, revivimos a un autor cada vez que leemos sus obras, la literatura quedará para la posteridad y, de este modo, la obra será inmortal, es otra forma de inmortalidad. El protagonista narra los hechos en una especie de diario con la esperanza de que alguien lo encuentre en el futuro, al dejar constancia de esto por escrito, podemos decir que está buscando esa inmortalidad.
Amor e inmortalidad en La invención de Morel
Cuando los intrusos no logran ver al fugitivo, cuando ignoran su existencia, él se niega a creer que no lo han visto, prefiere pensar que se trata de algún plan para capturarlo y entregarlo; es decir, se niega a no existir.
Los intrusos no pueden verlo porque son imágenes, recuerdos, pero el fugitivo no puede aceptar esa invisibilidad, y es que ningún humano aceptaría algo así. El no existir, el ser invisible para todos supone una especie de muerte para el individuo; algo inaceptable porque se trata de una muerte en vida.
“No fue como si no me hubiera oído, como si no me hubiera visto; fue como si los oídos que tenía no servían para oír, como si los ojos que tenía no sirvieran para ver”
-Fugitivo, La invención de Morel-
Por otro lado, la novela también explora el amor, la idealización del mismo y cómo el amor mantiene al fugitivo con vida: es su única vía de escape, su único deseo. Y es que el amor es tan natural y tan humano como la muerte, igual que el temor a la soledad que expresa el protagonista.
A pesar de lo que supondría ser descubierto, fantasea con planes malvados hacia él, cree que conspiran para delatarlo y, en el fondo, tampoco le disgusta tanto la idea. Esto es porque el fugitivo teme a la soledad y estos pensamientos son una característica muy humana. Del mismo modo, los celos también están presentes en él. Por otra parte, se da cuenta de lo ilógico de sus pensamientos, pero le cuesta contenerlos, como a cualquier persona que se vea expuesta a una situación similar.
En este caso, el amor se relaciona con las ideas platónicas del mismo y también con el tópico literario religio amoris, donde la amada se muestra como un ser inalcanzable, superior y divino. Además, el amor en la novela será el que conduzca hacia la inmortalidad; será el desencadenante de todo, será el que despierte en Morel el deseo de inmortalizarse junto a Faustine y el que haga que ese mismo deseo aparezca también en el fugitivo.
Bioy Casares, gracias a su pasión por el cine y a su gran habilidad como narrador, nos traslada a una obra casi visual, digna de un guion cinematográfico, nos presenta a un personaje que llega a perder la razón en varias ocasiones, que escribe para dejar constancia de todo lo que vive en la isla, pero se trata de un personaje muy humano y, seguramente, cualquiera de nosotros actuaría de forma similar ante una situación así. Es, sin duda, una obra que merece la pena leer, que invita a la reflexión.
“La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene”
-Jorge Luis Borges-
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