La teoría de la inteligencia maquiavélica
También conocida como hipótesis del cerebro social, la teoría de la inteligencia maquiavélica explica por qué se ha producido una evolución tan rápida del cerebro humano en el homo sapiens. Este órgano empezó a crecer y a desarrollarse hace cerca de 400.000 años y se ha estabilizado hace “solo” 50.000. ¿Cómo se puede explicar este fenómeno?
Francis de Wall acuñó el concepto de “inteligencia maquiavélica” en 1982. Durante estos años se llevaron a cabo numerosas investigaciones en torno a la conducta social y política de los primates. Pero no fue hasta 1988 cuando se elaboró esta teoría tal y como la conocemos actualmente. Fue de la mano de los psicólogos Richard W. Byrne y Andrew Whiten, investigadores de la Universidad de St. Andrews en Escocia.
Estos autores publicaron sus descubrimientos en Inteligencia maquiavélica: experiencia social y evolución del intelecto en monos, simios y humanos. Esto supuso el nacimiento de la teoría de la inteligencia maquiavélica. Pero, ¿qué propone esta teoría?
El cerebro, un consumidor de primera
El peso del cerebro es de un 2% en relación al total del cuerpo. Sin embargo, el gasto energético que representa es del 20%. Su consumo de glucosa, el principal combustible del que se alimenta, es de un cuarto del total del cuerpo. Por eso, desde esta perspectiva, se puede decir que pensar nos sale caro. Y más cuando algunos afirman que solamente podemos justificar el 10% de ese consumo energético. El otro 90% sería todavía un misterio…
No obstante, el cerebro ha ido evolucionando a un nivel mucho más rápido que el de otros mamíferos. En “únicamente” 25 millones de años se han registrado múltiples mutaciones en el genoma. Atención especial merece el neocórtex, la parte más desarrollada del cerebro humano. Así, cabe preguntarnos, ¿por qué ha llegado a convertirse en un órgano tan extremadamente complejo?
Complejidad cognitiva y social
Son muchas las teorías que han tratado de explicar el paso de una mente más simple a otra mucho más compleja. De todas ellas, la teoría de la inteligencia maquiavélica sigue siendo actualmente una de las más importantes.
Esta hipótesis considera que ese desarrollo cerebral se debe al incremento de las exigencias cognitivas del entorno, fruto a su vez de la vida en sociedad. Es esa intensa competición con el grupo, el número creciente de interacciones sociales, la convivencia y la complejidad interpersonal los detonantes y los motores de esa presión evolutiva.
Por tanto, según estos autores y con el apoyo de numerosas evidencias neuroanatómicas, esto repercutiría en el desarrollo de la inteligencia general.
Estrategias requeridas
Para los defensores de esta idea, los crecientes y nuevos problemas sociales demandan la adopción y la mejora de nuestras estrategias con el fin de mejorar nuestra adaptación a un entorno tan dinámico como el que nos rodea. De hecho, la neurofisiología ha aportado evidencias de que estas astucias están sobre todo relacionadas con la anticipación del futuro y la toma de decisiones.
De ahí, que se entrene el dominio de artes como el disimulo, el engaño, la mentira o la manipulación en post de alcanzar el éxito social. Por eso, estos recursos son denominados “maquiavélicos”, ya que implican todo tipo de comportamientos (y no necesariamente éticos). Es aquí donde se puede observar la asociación entre una persona considerada como maquiavélica (personalidad caracterizada por la sociopatía) y la teoría explicada.
Para la teoría de la inteligencia maquiavélica, tanto engañar como auxiliar son consideradas conductas socialmente inteligentes
Así, el desarrollo del cerebro -fruto de la evolución social- hace posible que seamos capaces de manejar nuestras emociones y reconocer las de los demás. Asimismo, facilita que podamos identificar estructuras sociales, hermanar con otras personas y conocer el rol que estas desempeñan en cada situación. También nos permite ubicar sus acciones facilitando el entendimiento de las actitudes e intenciones de los demás.
Selección natural
Para explicar esta teoría, no podemos dejar de lado el principio de la selección natural desarrollado por Charles Darwin. La convergencia entre ambos postulados reside en que los individuos que fueron capaces de desarrollar estrategias sociales y reproductivas exitosas son aquellos que se han visto promocionados. Es decir, a grandes rasgos, las personas con más habilidades para la vida en sociedad reunían más posibilidades de sobrevivir.
Poco tiene que ver la teoría de la inteligencia maquiavélica con otra que goza de gran peso, pero que justifica el desarrollo cerebral con una razón práctica. Así, considera que el incremento del volumen de este órgano se debe a la necesidad de hacer frente a nuevos problemas: uso de utensilios, refugio o búsqueda de comida.
Esta teoría de la inteligencia maquiavélica es, por tanto, crucial para entender la relación que existe entre la evolución cerebral y el nivel de desarrollo social de las especies. Porque, a la postre, sostiene que la inteligencia va ligada a un conjunto de capacidades que permiten al hombre adaptarse constantemente a nuevas situaciones, en las que predomine su dimensión social. ¡Gracias, evolución! ¡Gracias, plasticidad cerebral!