La teoría de la mente: clave para la conexión entre las personas
Imagina que te asomas por la ventana y ves a tu vecino saliendo por el portal. Acto seguido, se palpa los bolsillos, entonces, da media vuelta y vuelve a entrar en su casa. Es muy posible que no hayas tenido problema en entender su conducta y haber inferido que se le ha olvidado de algo.
Esto se debe a que lograste «entrar» en su mente e interpretar su comportamiento a través de conjeturas. En psicología, esta habilidad se conoce como «teoría de la mente» o ToM (por sus siglas en inglés). Es una capacidad básica para conectar con los demás y, para muchos, el punto de partida de la empatía.
¿Qué es la teoría de la mente?
La teoría de la mente es la habilidad socio-cognitiva que tenemos las personas de comprender y atribuir estados mentales y emocionales a nosotros y a los demás. En esta capacidad, se distinguen dos aspectos diferentes.
ToM cognitiva
Se refiere a la capacidad de comprender estados mentales (como pensamientos, creencias y conocimientos) de otras personas. De algún modo, es lo que nos permite entender que quienes nos rodean tienen pensamientos separados de los nuestros.
A su vez, esto nos posibilita inferir lo que los demás pueden estar experimentando en una situación dada e incluso anticiparnos a sus acciones. Por ejemplo, si ves a una mujer confundida en la estación de trenes, puedes deducir que está dudando sobre qué tren tomar y acercarte a ella para ayudarla.
ToM emocional
Implica ser capaz de entender y predecir los estados emocionales propios y de otras personas. Supone comprender cómo se sienten y qué factores pueden influir en sus emociones, así como simpatizar y empatizar con los demás. En este caso, la capacidad de leer el lenguaje corporal es muy importante.
Las personas con una sólida ToM emocional pueden captar señales no verbales, como las expresiones faciales, el tono de voz y la postura corporal, usándolas para comprender cómo se sienten los demás, incluso cuando no lo expresan verbalmente.
Diferentes visiones de la ToM
Ahora bien, al explorar más a fondo este fenómeno, surgen interrogantes sobre su naturaleza y funcionamiento. Por un lado, esto nos obliga a mencionar la metáfora de la navaja suiza, la cual sugiere que la mente se compone de distintas estructuras especializadas, cada una encargada de funciones particulares, de manera similar a las múltiples herramientas que ofrece una navaja suiza.
¿Podríamos entonces considerar a la teoría de la mente como un módulo cognitivo especializado? Desde la perspectiva modular de la mente, se plantea que esta capacidad es una parte de nuestra mente que se dedica exclusivamente a comprender a los demás.
Por otro lado, la teoría de «teorías» propone una visión distinta. Sugiere que la capacidad de entender las mentes de los demás se desarrolla como una especie de teoría básica en la mente de los niños, similar a cómo Piaget describió las teorías sobre la conservación.
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Desarrollo de la teoría de la mente
Los estudios sobre el desarrollo humano muestran que las facultades relacionadas con la teoría de la mente aparecen en los niños alrededor de los 4 años de edad, cuando comienzan a tener pensamientos más abstractos y sofisticados.
Un hito crucial en este desarrollo es la capacidad de comprender que las personas pueden tener creencias erróneas. Dato no menor; coincide con el período de mayor adquisición del lenguaje. Precisamente, el test de la falsa creencia se utiliza para averiguar si un niño ha desarrollado la teoría de la mente.
Prueba de la falsa creencia
En esta prueba, se le presenta al niño una situación en la que un personaje tiene una creencia que no corresponde con la realidad. Por ejemplo, se le cuenta que María guarda su juguete en un cajón y luego se va. Mientras está fuera, su madre mueve el juguete a otro lugar.
Luego se le pregunta al niño dónde buscará María su juguete cuando regrese. Si el niño comprende que María tiene una creencia falsa (que su juguete sigue en el cajón) y no la realidad (que su mamá lo movió), se considera que ha adquirido la habilidad de la ToM.
Según Piaget y su teoría sobre el desarrollo cognitivo, superar este test indica que el niño ha progresado más allá del pensamiento egocéntrico (preoperatorio). En esta fase, los pequeños aún no son conscientes de que los demás tienen puntos de vista diferentes al suyo y tienden a interpretar el mundo solo desde su propia perspectiva.
Entonces, el niño para poder usar la ToM debe desarrollar dos aspectos:
- Una idea integrada de deseos-creencias: debe entender que las personas rigen su conducta a través de sus propias creencias (que pueden no ser ciertas) y deseos (que pueden no cumplirse).
- Que existe una situación subjetiva frente a una realidad objetiva: debe comprender que la conducta se rige por la evaluación subjetiva de la realidad.
Una observación muy interesante es que, una vez que los niños desarrollan esta habilidad, también se vuelven capaces de mentir. Al detectar que los demás pueden tener ideas que no coinciden con la realidad objetiva, se dan cuenta de que pueden ocultar información o decir cosas que no son ciertas sin ser descubiertos.
¿Todos disponemos de esta facultad?
Una pregunta común es si todos los individuos estamos dotados de esta facultad cognitiva fundamental. Lo cierto es que algunas personas pueden tener dificultades para comprender las perspectivas de los demás y, por ende, también para reconocer que pueden diferir de las propias.
En particular, las personas con autismo (TEA) pueden tener carencias en lo que se refiere a la teoría de la mente, ya sea por un desarrollo nulo o bajo. De hecho, el test de la creencia falsa se emplea a menudo para detectar casos de TEA.
Se cree que en el autismo se da un funcionamiento atípico de las neuronas espejo, lo que podría dificultar la comprensión de las acciones y emociones de los demás, así como imitarlas. Esto hace que las interacciones sociales pueden llegar a ser muy confusas y desafiantes. En este contexto, surge un valioso recurso conocido como ARASAAC con el fin de ayudar a compensar la alteración de la teoría de la mente.
Por otro lado, expertos sostienen que, luego del primer episodio psicótico, también las personas con esquizofrenia muestran un déficit en las facultades de la teoría de la mente. Esto se evidencia principalmente en la dificultad para captar el sarcasmo, el humor y el lenguaje irónico.
A su vez, distintos estudios sugieren alteraciones de la ToM en personas que enfrentan problemas de salud mental, tales como la ansiedad social, la depresión crónica, la anorexia nerviosa y el trastorno bipolar. Sin embargo, es importante destacar que la investigación en este campo está en constante evolución.
Una capacidad básica para vincularnos
En las interacciones sociales, la capacidad de comprender la mente de los demás y conectarnos a nivel emocional con ellos juega un papel fundamental. En este sentido, tanto la teoría de la mente como la empatía son dos facetas esenciales para relacionarnos.
La ToM es una habilidad cognitiva que nos permite entender los estados mentales y emocionales del resto, mientras que la empatía es una respuesta emocional y afectiva que surge de esa comprensión. Podemos, por ejemplo, asimilar que un amigo está triste (gracias a la ToM) y actuar de manera compasiva y solidaria hacia él (gracias a la empatía). La combinación de ambos procesos nos otorga una ventaja única como seres sociales.
Las personas necesitamos deducir las intenciones, creencias y emociones de quienes nos rodean y así poder advertir algunas de sus acciones. De ese modo, ajustamos nuestro comportamiento teniendo en cuenta esos factores y logramos adaptarnos a las dinámicas interpersonales.
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