Las mascotas, pequeños maestros en apoyo emocional
Permite que antes te expliquemos la curiosa historia de la imagen que encabeza este artículo. El más grande, el humano de pelo largo, se llama James Bowen y es un músico callejero; su vida, como la de otros muchos, no ha sido nada fácil: dejó su casa por problemas personales y por una grave adicción a la heroína… Poco a poco, empezó a sobrevivir en las calles junto a su guitarra, habitando por las esquinas más populosas de Londres en busca de unas libras con las que poder alimentarse mientras asistía a una clínica de desintoxicación. Un día apareció él, el más pequeño y de pelaje rojo. Se llamaba Bob… por alguna razón que James desconocía, el gato Bob empezó a seguirlo allá donde fuera, estaba obstinado en no dejarlo solo: un día incluso subió a un autobús con él.
Se hicieron amigos, Bob le ofrecía un cariño desinteresado y noble, una mirada donde reflejarse y encontrar fuerzas para superar su adicción, para responsabilizarse de su nuevo amigo y llevar una buena vida en común. La pareja llamaba tanto la atención en las calles que una periodista acabó fijándose en ellos… escribió su historia y logró ser éxito en ventas. “A street cat named Bob” sacó a James de su miseria, aunque hoy en día, sigue tocando junto a su gato pelirrojo en una calle de Covent Garden.
APOYO EMOCIONAL DESINTERESADO
Según varios estudios, el vivir junto a un animal nos aporta no solo un apoyo emocional y social destacable, sino que además nos permite encarar ciertos problemas de salud de un modo más óptimo. Son habituales las terapias de ancianos con perros, estimula su atención y los envuelve de una carga afectiva muy positiva, un soporte emocional que se ha hecho habitual en residencias e incluso en hospitales: está demostrado incluso que pueden prevenir ataques epilépticos, que cuando se les entrena son muy hábiles atendiendo a personas con crisis de ansiedad o estrés postraumático…
Reconocida es también la labor de los perros guía, o aquellos educados exclusivamente para atender a personas con otras discapacidades psíquicas o físicas. Las mascotas nos ayudan a sentirnos más seguros y motivados, en el caso de James Bowen la idea de responsabilizarse de alguien que le prestaba ese cariño sincero, fue bastante para avanzar en su desintoxicación, en ganar dinero para alimentarlo y llevarlo al veterinario, para vivir en condiciones junto a ese ser menudo que siempre se ha negado a dejarlo solo.
ANIMALES EN CASA: APOYO PERSONAL Y EDUCATIVO
Existen muchos centros donde utilizan a los animales como recurso curativo: clínicas de delfinoterapias y equinoterapias, instalaciones donde personas con problemas pueden beneficiarse de la interacción de estos animales para adquirir nuevos hábitos de comunicación o expresión, mejorar sus destrezas personales… etc.
Pero tampoco hace falta vivir con un delfín para sentirnos mejor, la compañía de un perro o un gato son suficientes para que surgan los sentimientos de empatía, de socialización, de altruismo, de aceptación, de autoestima…
Tener una mascota es algo idóneo para los más pequeños, los ayuda a ser responsables y canaliza mejor su emocionalidad, los niños retraídos por ejemplo aprenden a ser más expresivos y a comunicarse mejor, les aporta ternura, compañía, cariño… Las miradas de nuestras mascotas siempre estarán ahí para atendernos, para recibir una caricia y recibirnos por las noches o por las mañanas.
También son perfectas para las personas mayores: los hogares se vuelven más alegres y fomenta su movilidad, mejora su sensación de bienestar, les obliga a salir a la calle, a socializarse; sentir la compañía de un animal también es un excelente recurso para aliviar los síntomas de la depresión, les entretiene, les relaja y les aporta un maravilloso equilibrio emocional. Las mascotas son esos pequeños amigos que no tienen rencor y que siempre se alegran de tenernos como compañeros, nos brindan un apoyo emocional desinteresado sin que les importe la edad o el rango social. Bob y su amigo humano James, son un gran ejemplo.