Los comuneros, la derrota de la libertad
Los impuestos, como su propio nombre indica, nunca son voluntarios. Hubo un tiempo en España en que para aprobarlos el rey requería la aprobación de distintas Cortes y asambleas. La más poderosa de todas eran las castellanas, a la que acudían los representantes de las principales ciudades de dicho reino. Estas instituciones limitadoras del poder real pronto molestaron a los monarcas que buscaban acaparar todo el reino en sus manos. Los comuneros fueron los últimos defensores de este status quo.
Tal vez las atribuciones de las Cortes Castellanas eran anacrónicas para un reino que ya se extendía en el otro extremo del globo. En cualquier caso, como cualquier pérdida de libertad, se cobró en sangre y fuego.
La chispa de la rebelión
En 1517, desembarca en Asturias el príncipe Carlos, de origen flamenco, para ocupar el trono bajo el nombre de Carlos I. En un principio supuso una esperanza de revertir la situación de malas cosechas, tensiones sociales, inestabilidad política, hambrunas y altos impuestos que asolaba Castilla. Pronto Carlos tomó decisiones que disgustaron a la población, como la petición de servicios, un tipo de impuesto extraordinario, para gastarlos en la consecución del trono imperial. No gustaba tampoco a muchos nobles la excesiva presencia de extranjero en la Corte.
Tras unas Cortes celebradas en La Coruña, quedarían aprobados nuevos servicios sin el apoyo de ciudades como Toledo o Salamanca. La sensación generalizada era que el rey, que no aprendía el idioma local, trataba de forma secundaria a su principal reino.
Desde Toledo se propuso una reunión en Ávila de las ciudades con voto en Cortes. A los miembros se les llamaría los comuneros. Estos comuneros decidieron no acatar muchos de los nuevos impuestos y exigir la devolución de ciertas libertades y cargos a los castellanos.
“Te han de quitar el gobierno tus vasallos o ha de haber entre ellos Comunidades”
-Quijote a Sancho-
Los comuneros a las armas
Ya en 1920, el mes siguiente a las Cortes de Coruña, en Segovia futuros miembros de los comuneros tomaron la ciudad asesinando al representante el las Cortes. Le siguieron León, Guadalajara, Burgos y Zamora. La única vía para hacer cumplir sus exigencias eran las armas, y no dudarían en tomarlas. Sin embargo el primer golpe lo dieron las tropas del rey.
Para someter a los comuneros segovianos el gobernador en ausencia de Carlos, Adriano de Utrech, necesitaba la artillería de Medina del Campo. Los habitantes de Medina se negaron a entregarla para tal ultraje, y sus casas fueron incendiadas. Fue tal la crueldad que pronto muchas ciudades se unirían. Padilla lideraría a Toledo, Maldonado a Salamanca, Bravo a Segovia, Zapata a Madrid y el obispo Acuña a Zamora, jnto a muchos otros. El ejército que reunieron tomó Tordesillas, para reunirse con Doña Juana.
Una reina encarcelada
Juana de Castilla, Madre de Carlos, se encontraba recluida en Tordesillas. Aunque legítima reina, había sido considerada demente con intereses políticos. Los líderes comuneros le presentaron sus quejas, y le pidieron que reclamase el trono para sí. Aunque la reina escucho sus plegarias, no estaba dispuesta a implicarse. Con todo afianzaron su poder en Tordesillas, y parecería que albergaban opciones de tener éxito.
La derrota final
Pero la victoria estaba lejos de conseguirse. Pronto los distintos intereses crearon disensiones entre los comuneros, y tomarían varios errores vitales. Además el Emperador reaccionó y reorganizó sus tropas. Concedió sus exigencias a aquellas ciudades que le apoyasen, facilitando las traiciones.
Debido a varios errores estratégicos, el monarca recuperó Tordesillas y la saqueó, pero algunos comuneros se afianzaron en Valladolid. Tras una larga tregua, en una partida hacia Toro la intensa lluvia impidió avanzar a un ejercito compuesto de las fuerzas de Padilla, Bravo y Maldonado. Atacados en ese instante, cundió el pánico y fue el fin de su rebelión. Padilla aguantaría impertérrito la derrota, y su posterior ejecución junto a sus compañeros Bravo y Maldonado. Se cuenta que toda Castilla lloró sus muertes, como si de príncipes se tratase.
Consecuencias del descalabro de los comuneros
La derrota de los comuneros significará la extinción de lo que puede considerarse la primera revolución liberal de Europa, o la última burguesa medieval. En cualquier caso se puede asegurar que supuso una limitación del poder asambleario castellano. Siendo la América hispana parte de la Corona castellana, la pérdida de libertad afectaría a la larga a las ciudades del Nuevo Mundo. Para recuperarla en ambas Españas, la peninsular y la americana, aún harían falta varios siglos. Con todo, Carlos decidió aumentar la influencia castellana en su gobierno.
Loa anhelos de limitar el poder del gobernante y el repudio a los impuestos no son algo propio de nuestro tiempo, sino que pueden rastrearse desde que dicho poder y dichos impuestos existen.
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- Pérez, Joseph (2001) Los comuneros, La Esfera de los Libros.
- Sánchez León, Pablo (1998) Absolutismo y comunidad, Siglo XXI.