Los dos "relojes" cerebrales con los que podemos prever el futuro
Las personas hacemos predicciones casi a cada instante. Sabemos, por ejemplo, en qué momento llega esa parte favorita de nuestras canciones. Solemos acelerar también nuestros pasos cuando intuimos en qué momento un semáforo se pondrá en rojo. Prevemos el futuro de manera sencilla e instrumental y lo logramos gracias a dos fabulosos y precisos “relojes” cerebrales.
Decía Albert Einstein que el tiempo es poco más que una ilusión. Sin embargo, si hay un órgano que parece entender sobre esta dimensión de manera casi objetiva, es el propio cerebro. Gracias a él logramos predecir eventos que pueden suceder en un momento muy concreto y reaccionar para ponerlos a nuestro favor.
Algo así nos permite, entre otras cosas, dar ese giro de volante en el último segundo para evitar un accidente. Nos ayuda también a elegir las palabras durante una conversación con alguien, intuyendo qué frase le puede ayudar.
Así, los expertos hablan más de “sintonización” que de anticipación. Porque lo que hacemos en gran parte de las ocasiones es ajustarnos a esos acontecimientos de nuestro entorno para ser parte de ellos, eliminando riesgos y sacando siempre un beneficio. Veamos más datos a continuación.
“No te preocupes sobre si el mundo llegará a su fin hoy. Ya es mañana en Australia”.
-Charles M. Schulz-
Los dos relojes cerebrales con los que anticipamos lo que va a pasar
El ser humano construyó los relojes con un fin: para ayudarnos a medir con precisión el paso del tiempo. Como tal, esta dimensión siempre es lineal y sigue una misma dimensión. Sin embargo, para nuestro cerebro la idea del tiempo es algo más compleja. Cuando somos felices y nos divertimos, este pasa increíblemente rápido. Otras veces, parece detenerse, sobre todo cuando vivimos hechos traumáticos.
Asimismo, enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer y la enfermedad del Parkinson, nos abocan a situaciones donde el concepto del tiempo y el ritmo queda alterado. Por tanto, algo ocurre en nuestro interior para que lo vivamos de tantas y tan variadas formas. La respuesta a este enigma está en los llamados “relojes” cerebrales.
Un lugar para el tiempo
Nuestro cerebro tiene, efectivamente, un lugar donde reside el mecanismo para entender el tiempo. Si en el 2005 ya se descubrieron las llamadas células cuadrícula, las cuales conforman nuestro sistema de GPS (saber dónde estamos y orientarnos), ahora un estudio de la universidad de Berkeley nos explica dónde y cómo trabaja esa área donde el cerebro articula y controla el sentido del tiempo.
- Se trataría de dos áreas que los científicos han llamado “relojes” cerebrales y que se sitúan en el cerebelo y en los ganglios basales. Ambas trabajan juntas para permitirnos hacer predicciones a corto plazo.
- El cerebelo, por ejemplo, trabaja de un modo muy concreto. Lo hace en lo que se conoce como tiempo de intervalo o en ritmo, y se pone en marcha al recibir información de nuestros sentidos. Regula además la coordinación motora y la atención, y es quien, según los expertos, nos permite reaccionar al anticipar lo que puede suceder a muy corto plazo.
- El “reloj” de los ganglios basales, por su parte, regulan el movimiento, la percepción y cálculo del paso del tiempo.
Estos relojes cerebrales, situados cada uno en una región, trabajan de manera coordinada. Gracias a ellos, por ejemplo, podemos reaccionar prediciendo estrategias cuando jugamos al fútbol, al ajedrez o cuando hablamos con alguien. Asimismo, a la hora de prever un acontecimiento, se sirven también de la experiencia y la memoria para obtener información sobre cómo actuar.
Una puerta a la esperanza para determinados pacientes
Los autores de este estudio, como el doctor Assaf Breska nos señala algo tan interesante como esperanzador. Se sabe que los pacientes con degeneración del cerebelo y con Parkinson tienen problemas para reaccionar ante los estímulos de su entorno. Los primeros no responden ante señales “no rítmicas” y los segundos, presentan déficits relacionados con el ritmo y todo lo que se base en secuencias (música, movimiento, etc.).
En ambos casos hay una distorsión muy clara del factor tiempo (descoordinación) que afecta por completo a su día a día. Así, cada uno de estos pacientes presenta un problema en uno de esos relojes cerebrales. En el Parkinson hay un déficit en el reloj de los ganglios basales y en las personas con degeneración en el cerebelo, en esa área tan importante que anticipa el futuro.
La buena noticia es la siguiente. Se ha descubierto que con entrenamiento, la función de un “reloj” puede ser suplida por el otro. La terapia estaría basada en diversos juegos de ordenador y también en estimulación cerebral profunda. Algo así, les permitiría por ejemplo poder moverse y reaccionar con mayor soltura, adaptándose mejor a su entorno.
No obstante, todo esto se halla aún en fase experimental. Todavía no hay tratamientos definidos. Así que estaremos pendientes de cualquier avance.
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- Albert Tsao, Jørgen Sugar, Li Lu ,Cheng Wang et al. (2018) Integrating time from experience in the lateral entorhinal cortex. Nature. DOI 10.1038 / s41586-018-0459-6
- Assaf Breska et al. Double dissociation of single-interval and rhythmic temporal prediction in cerebellar degeneration and Parkinson’s disease, Proceedings of the National Academy of Sciences (2018). DOI: 10.1073/pnas.1810596115