Margaret Floy Washburn: la primera mujer doctora en psicología
Margaret Floy Washburn fue una brillante estudiante adelantada a su tiempo. Su carácter afable y su tesón le hicieron granjearse la amistad de muchos de sus colegas psicólogos del momento a pesar de haber vetado su ingreso en la Universidad. Siempre será recordada como la primera mujer en obtener el doctorado en psicología.
Siempre que pensamos en los pioneros de la psicología nos vienen a la cabeza nombres tan importantes como Sigmund Freud, Piaget, Jung. Sin duda son autores muy relevantes, pero muchas mujeres también pioneras en la historia de la psicología han permanecido a la sombra, eclipsadas por los hombres de su entorno.
La imaginación colectiva cuenta con muchos prejuicios sobre las figuras más destacadas de la psicología. En esta ciencia ocurre lo mismo que en cualquier otro campo de estudio: somos ignorantes del papel de la mujer en los estudios en los que estuvo presente o actuó como su principal promotora. Sus historias y sus descubrimientos han sido muchas veces difuminados o eclipsados por las figuras masculinas de su entorno, por lo que es complicado recuperarlas de las sombras de la historia.
La psicología, como otras disciplinas, ha contado con mujeres que contribuyeron significativamente a su desarrollo científico. Sin embargo, tuvieron que superar grandes barreras para ser reconocidas ante las ideas sostenidas por sus compañeros, que lejos de ayudarlas se obstinaban en demostrar su incapacidad física, moral y social para generar conocimiento científico.
Un ejemplo muy claro es la propia Margaret F. Washburn. No fue admitida como estudiante en la Universidad de Columbia por el hecho de ser mujer, los obstáculos que tuvo que superar para ejercer de psicóloga dentro de la academia y la exclusión de sociedades científicas, como la de los experimentalistas, liderados por Titchener.
Hasta bien entrado el siglo XX, las mujeres tuvieron vetado el ingreso en las universidades y el ejercicio de muchas profesiones que requerían de estudios. Y a esto hay que sumar las numerosas ocasiones en las que sus historias han sido borradas o sus contribuciones arrebatadas.
“La oposición masculina a la independencia femenina es quizás más interesante que la independencia en sí”
-Virginia Woolf-
Margaret Floy Washburn, una historia de superación
Margaret Floy Washburn nació en 1871 en Nueva York. Fue hija única. Cambiaba de residencia con cierta frecuencia, ya que su padre era pastor de la Iglesia anglicana y le asignaban distintas parroquias como destino.
Fue una estudiante brillante y decidió estudiar psicología en la Universidad de Columbia (Nueva York), ya que allí se encontraba el profesor James McKeen Cattell, considerado como uno de los psicólogos más importantes de finales del siglo XIX y principios del XX. Representante de la llamada escuela americana de psicología, ayudó a establecer la psicología como una ciencia “fidedigna”: hasta entonces muchos la consideraban un pseudociencia.
Pero, a pesar de su brillante expediente académico, la Universidad de Columbia no admitía mujeres estudiantes. Así, Washburn solo puedo asistir como “oyente”. Cuando Cattell observó el interés de su alumna, la animó a entrar en la Universidad de Cornell donde tuvo la suerte de trabajar tutelada por Titchener.
Realizó un estudio experimental de los métodos de equivalencia en la percepción táctil y obtuvo su grado de maestría por este trabajo. Desarrolló su tesis doctoral sobre la influencia de las imágenes visuales en los juicios de distancia táctil y dirección. Este trabajo fue enviado por Titchener y publicado en Philosophische Studien (1895). En 1894 se convirtió en la primera mujer en recibir un doctorado en psicología.
En 1908 Margaret Floy Washburn publicó su libro más importante y conocido, La mente animal: un libro de psicología comparada, donde compila las investigaciones sobre el trabajo experimental en psicología animal. El texto cubría una amplia gama de actividades a partir de los sentidos y la percepción. Washburn tuvo apoyo y reconocimiento en su trabajo, pero a costa de pasar por alto y ser aparentemente indiferente a las discriminaciones sexistas de las que fue objeto.
Debido a su carácter conciliador se convirtió en una de las dos primeras mujeres en ser admitidas por el club de los “experimentalistas” después de 25 años de exclusión a mujeres y tras la muerte de Titchener, su fundador.
La vida de la doctora Washburn es, sin duda, apasionante. Peleó hasta el final por conseguir los objetivos que se había marcado. Además, aunque sus méritos fueron reconocidos por sus colegas, la historia todavía no le ha dado la relevancia y el reconocimiento social que merece.
“Cualquiera que sepa un poco de historia sabe que el progreso sería imposible sin la figura femenina“.
-Karl Marx-