El mayor riesgo es no asumir ningún riesgo
En el amor, en el trabajo, en el mundo y en la vida, el riesgo es algo inherente al ser humano. Y aquella persona que no persigue sus sueños y trata de cumplir sus metas por miedo al fracaso, está naufragando ya de por sí en su existencia, al no ser capaz de encontrar la valentía dentro de su alma.
Correr un riesgo por algo que deseamos con todas nuestras fuerzas es una acción que los humanos llevamos realizando desde el día que comenzamos a tener algo de consciencia sobre nosotros mismos. Así pues, tratar de vivir seguros, bajo un caparazón de falsa protección, es un un riesgo en sí mismo, puesto que estamos yendo contra nuestra propia naturaleza humana, ya de por si apasionada, curiosa, vivaz y atrevida.
El riesgo del que no corre riesgos
Si quieres asegurarte el fracaso, ten por seguro que no correr absolutamente ningún riesgo en la vida es una garantía. Vivir agazapado por miedo al fracaso nos da una seguridad total de que jamás lograremos nada que valga la pena.
Correr riesgos es tan natural como respirar, puesto que vivimos en un entorno muy inhóspito que no confiere ninguna seguridad de supervivencia al ser humano. Por mucho que trates de asegurarte tu existencia, nada está garantizado en este mundo.
“En un mundo que cambia realmente rápido, la única estrategia en la que el fracaso está garantizado es no asumir riesgos.”
-Mark Zuckerberg-
El riesgo cotidiano
Si lo piensas bien, el riesgo es algo cotidiano, y convivimos con él todos los días. ¿Te has parado alguna vez a reflexionar sobre ello? Pues ahora vamos a hacer un ejercicio práctico a este respecto visto con ejemplos:
- ¿Sales a la calle a diario para ir al trabajo? ¿Quién te garantiza que no puedes tener un accidente mientras caminas, con un coche que se estropea en plena vía de circulación, o con una persona de alma negra que trata de robarte cuanto tienes? En ese mismo momento, estás poniendo tu vida en riesgo.
- Vamos ahora con un ejercicio mucho más sencillo. Cuando te das una ducha, el baño se vuelve muy resbaladizo al contacto con el jabón. ¿Piensas estar toda la vida sin ponerte bajo el agua por el miedo a las consecuencias?
- Si seguimos con esta disertación, observamos que en nuestra vida cotidiana, nada está garantizado. Si vas a tener un niño, corres riesgos. Si te compras una casa y te hipotecas, corres riesgos. Si eliges un trabajo y no otro, corres riesgos. Si adquieres un coche, corres riesgos.
¿Por qué no ir un poco más allá?
Ahora bien, ya que estamos corriendo riesgos cotidianos a diario, ¿por qué no ir un poco más allá? Nos guste o no, nuestra vida es muy endeble en un medio natural que, si bien nos permite respirar y nos da de comer, es decir, nuestro planeta, también puede acabar con nosotros en cualquier momento.
Así pues, ya que el hecho de acostarme por la noche o despertarme por la mañana incluye un riesgo constante, pienso ir un poco más allá y no quedarme solo en la superficie. Voy a correr todo riesgo que sea necesario para poder ser feliz en esta vida.
“Ten en cuenta que el gran amor y los grandes logros requieren grandes riesgos.”
-Dalai Lama-
Si hay un trabajo con el que siempre he soñado, voy a correr el riesgo de jugármela y tratar de dedicarme a algo que me llena y me completa. No me quedaré con el primer empleo que aparezca ante mi puerta por el simple hecho de que me pagan.
Si hay una persona con la que me encantaría compartir el resto de mi existencia, no me quedaré en el miedo al rechazo. Correré el riesgo de que me diga que no, pero trabajaré a diario y sin descanso para obtener un si.
Si hay un sueño que siempre deseé ver cumplido, correré el riesgo y me atreveré a hacerlo realidad, puesto que para mí es algo que me haría muy feliz y me permitiría sentirme realizado como persona.
Ya que tengo que correr riesgos todos los días a cada paso que doy, no tengo la más mínima intención de no tratar de hacer realidad cuanto deseo y creo que es bueno y bonito en la vida. Desde luego, no correré el riesgo de no intentarlo, puesto que ese es el riesgo más grande que hay en el mundo.
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Imagen cortesía de Amanda Cass