Me siento vieja: el eclipse de la juventud en la mujer
No es un secreto que nuestra sociedad ejerce una gran presión sobre las mujeres para que nunca envejezcan. Me siento vieja, dicen muchas voces, entre el desconcierto y la tristeza. ¿Por qué ha de ser así? ¿Por qué asociar solo ideas negativas en torno paso del tiempo? ¿Acaso los años no traen consigo también otros placeres de los que la juventud no goza?
Pareciera que la juventud solo tiene aspectos positivos y la vejez fuera poco menos que solo un lugar de pérdidas. Nada más equivocado. Ni la juventud es tan maravillosa y exenta de problemas, ni el paso de los años es sinónimo de decadencia. Hay muchos datos de la realidad que lo prueban.
Me siento vieja es una expresión sobre la que vale la pena profundizar. Principalmente porque es una afirmación que la mayoría de las veces se escucha en mujeres en la mediana edad. Es decir, que no han entrado propiamente en la etapa de la vejez. Eso es lo que haremos a continuación: analizar un poco lo que hay detrás de esa expresión.
“Olvídese de cumplir años y empiece a cumplir sueños”.
-F. Javier González-
Me siento vieja… ¿para qué?
Implícitamente, la expresión me siento vieja está asociada a algunos hechos específicos. En muchos casos, es un camino indirecto para hablar acerca de los cambios físicos que se experimentan con el paso de los años. Tácitamente, pueden asociar esto con su vida de pareja. Adicionalmente, hablar de de una incertidumbre sobre el lugar que la persona ocupa dentro de la sociedad.
Hay todo un imaginario cultural en torno a lo que es una mujer, u n género que ha sido sexualizado en un grado extremo. La mujer debe ser bonita, saludable, agradable y, cómo no, también joven. La no tan bonita, la no tan saludable o tan agradable, o no joven, parecería no ajustarse al esquema de lo femenino. Por eso, la expresión me siento vieja es también una manera de declarar que ya no se entiende bien cómo ejercer la feminidad.
Para no ir muy lejos, hay que ver qué tipo de mujeres son las que nuestra sociedad llama “modelos ”. Los parámetros que las definen son tan rígidos, que muy pocas encajan en ellos. Y al nombrarlas como “modelos” se está señalando implícitamente que corresponden a la expresión más perfecta o acabada de lo que es ser mujer. Por supuesto, una mujer con más de cuarenta o cincuenta años rara vez se ajusta a los parámetros de las modelos. Al ver a esas chicas, es natural que muchas afirmen: me siento vieja.
La juventud y la vejez, ¿nos vemos con mirada masculina?
La mujer joven también experimenta un sinfín de presiones. La juventud en una mujer genera mayor aceptación tanto en los hombres, como en todo el conjunto de la sociedad. Aún así, aparecen otro tipo de mandatos. Ser linda, por ejemplo. O ser delgada, o tener novio, o tener hijos. Ser elegante. Pero las lindas, delgadas y elegantes sufren también la presión de miradas, no siempre benévolas con ellas.
Si nos fijamos, esa forma de ver a la mujer joven y a la mujer mayor está fuertemente influenciada por el machismo, que aún sobrevive en muchas partes del mundo. Muchas veces se permite que sean los hombres quienes validen a la mujer y decidan cuáles son las características que le son favorables y cuáles no. Por supuesto, no todos los hombres son transmisores de esos mandatos, pero, desafortunadamente, muchos sí.
En eso radica la dificultad. Sean los hombres, o sea quien sea, lo cierto es que nadie tendría por qué determinar cuánto valemos o cómo de acertado es lo que somos o hacemos. Nadie tiene derecho a ello y no tenemos por qué concedérselo.
La edad, una variable poco relevante
Más allá de cualquier consideración, somos personas, antes que nada. Y todas las edades de la persona traen consigo maravillosos aportes y también limitaciones en uno u otro sentido. La mejor edad siempre es aquella en la que nos encontramos y nos equilibramos. Y, de hecho, esto es más fácil de hacer a edades más avanzadas.
Si una mujer dice: me siento vieja, sería conveniente identificar qué la hace sentir así. Quizás frecuenta entornos en los que prima una visión “comercial” de la mujer. O también es posible que su círculo de amigas sea más crítico de lo necesario. Es posible que buscando otros entornos y amistades más liberadoras encuentre que puede estar viviendo una de las etapas más maravillosas de su vida.
Tal vez las mujeres gastamos demasiado tiempo de nuestras vidas enfocándonos a las necesidades y expectativas de otros. La mediana y la tercera edad son una etapa más que propicia para pensar nosotras. Para cuidarnos, consentirnos, desplegar las alas, y en lugar de decir me siento vieja, gritar de forma entusiasta me siento viva.
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Krzemien, D. (2007). Estilos de personalidad y afrontamiento situacional frente al envejecimiento en la mujer. Interamerican Journal of Psychology, 41(2), 139-150.