Mi espacio de soledad, mi refugio verde

Mi espacio de soledad, mi refugio verde
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Valeria Sabater

Última actualización: 31 enero, 2022

Tal vez te sorprenda saber que en Japón, cuando una persona sufre estrés o estados de ansiedad, los médicos nipones suelen prescribir una receta infalible: el “shinrin-yoku . ¿De qué se trata? De algo tan sencillo como pasear por el bosque; pero cuidado, porque no se trata de un paseo normal y ordinario, hay que hacerlo en soledad.

Japón es uno de esos países donde las tasas de suicidio siempre han sido muy elevadas. Una sociedad altamente avanzada que ha invertido mucho en su industria y en su tecnología pero que, sin embargo, no ha sabido desplegar estrategias para mejorar la calidad de vida de sus personas.

Las presiones laborales y el escaso tiempo para el desarrollo personal hacen caer a sus habitantes en un vacío emocional donde, de pronto, todo carece de sentido. Quizá por ello, y para encontrar nuevamente esa unión con uno mismo, se está practicando una especie de terapia ambiental.

La vuelta a los paisajes naturales no es solo una necesidad, sino una estrategia donde poder armonizarse con lo que es esencial, lo que tiene auténtico sentido. El silencio de un bosque, el aliento verde y reconfortante abrazo natural, invita a ese recogimiento interior, donde la soledad, nos permite reencontrarnos. 

La psicología ambiental y la vuelta a las esencias

 

Somos los lugares que habitamos, los escenarios nos definen y, en ocasiones, hasta nos ahogan. Vivir en un séptimo piso, en un bloque de edificios donde apenas nos llega la luz, e ir todos los días a un trabajo de características similares, poco a poco, convierte también nuestros pensamientos y nuestro corazón en ese mismo frío hormigón donde nos falta el aire, donde se oxidan nuestros pensamientos y emociones.

Tal vez te sorprenda, pero a día de hoy muchos psicólogos nos hablan de nuevos e interesantes problemas que casi podrían encuadrarse en un especie de “trastorno por déficit de naturaleza”. ¿A qué nos referimos con este término? Básicamente a ese tipo de patologías como la obesidad, los problemas cardíacos, el déficit de vitamina D, el estrés

Es posible que nos resulte cómodo vivir en una gran ciudad, todo queda cerca, hay tiendas, cines, centros comerciales pero de pronto, un día, todo se vuelve rutinario y deja ya de tener ese sabor interesante. Nos falta algo.

Posiblemente, nuestro cerebro y nuestros sentidos más primitivos anhelan esos estímulos que nos ofrecía el contexto natural, aunque casi nunca tenemos tiempo de darnos cuenta de ello. Las preocupaciones, las responsabilidades diarias y la presión, nos impiden incluso tener esas importantes “charlas interiores”.

Sufrimos una especie de “analfabetismo natural”. Ya no identificamos esos estímulos que un refugio verde podría aportarnos: el murmullo del viento rompiendo silencio, el olor húmedo de los árboles, el suave balanceo de sus ramas, el roce de los arbustos, el murmullo de los pájaros, de los insectos, el calor del sol en nuestra piel… Cosas esenciales que nos hacen sentirnos bien con nosotros mismos, que nos curan y que nos unen a ese tejido esencial que es la naturaleza.

Busca tu refugio verde

 

No hace falta que un médico japonés te recete “shinrin-yoku”, posiblemente nuestra sanidad pública jamás se plantee algo así como tratamiento ante el estrés. Por ello, es necesario que busques tu propia terapia, tu propio refugio verde. 

No se trata de organizar un “picnic” familiar con mesas, sillas y barbacoa. Nada más lejos de la realidad. Debes entrar en esa montaña, en ese bosque o en ese parque del modo más humilde posible, sin enturbiar, sin alterar su equilibrio, al contrario, debes formar parte de él.

Avanza en silencio y en soledad y aspira muy hondo, reteniendo ese aire en tu interior para dejarlo ir muy poco a poco después. Acaricia la corteza de los árboles, anda despacio sintiendo la tierra, y todas las raíces que se esconden bajo ella….abajo, muy abajo. No hay nada más firme, no hay nada más esencial que eso que sientes.

En tu refugio verde solo estás tú, no hay preocupaciones, y la brisa, sin que te des cuenta, te arrullará para que inicies esa conversación interior en la cual podrás establecer las prioridades en tu vida. Te dirá seguramente, que lo más importante en este mundo eres tú y tu bienestar. En ocasiones nos llenamos de demasiados artificios, así que no lo dudes, busca, habita, disfruta de tu refugio verde.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.