A mi padre le han diagnosticado párkinson, ¿qué va a pasar ahora?

Cuando un familiar cercano se le diagnostica párkinson aparecen miedos y dudas. Es la segunda patología neurológica más frecuente y carece de tratamiento. A su vez, suele cursar en muchos casos con trastornos del estado de ánimo, como depresiones.
A mi padre le han diagnosticado párkinson, ¿qué va a pasar ahora?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 04 mayo, 2020

Cuando a nuestro padre, madre, abuelo o hermano le han diagnosticado párkinson la vida cambia. Sabemos que es una enfermedad neurodegenerativa para la que no hay tratamientos y que se constituye como una condición cuando va mucho más allá de los simples temblores. El carácter de la persona puede alterarse, surgen más complicaciones y la familia se ve ante una situación que jamás hubiera previsto.

Cada 11 de abril se celebra el día mundial del párkinson. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció este día en 1997 por dos razones. La primera, para dar visibilidad a una enfermedad que tristemente no recibe toda la atención social y sanitaria que necesita. Por otro lado, se busca otro propósito, dar visibilidad a todas esas familias que conviven con esta compleja realidad.

Asimismo, hay algo que es necesario destacar. Investigaciones llevadas por diversos organismos sanitarios y publicadas en revistas especializadas como el Journal of Parkison´s disease, nos revelan que en el 2040 puede duplicarse su aparición hasta ser  una de las principales causas de discapacidad.

La clave está en que somos una sociedad cada vez más envejecida. Nuestros mayores son los que necesitan (y necesitarán) de más y mejores recursos.

Hombre mayor representando cuando a mi padre le han diagnosticado Párkinson

A mi padre le han diagnosticado párkinson, una patología neurológica muy frecuente

Cuando a nuestro padre le han diagnosticado párkinson o a otro ser cercano le han dado esta noticia, por término medio la enfermedad suele estar avanzada.

Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), se tarda unos 3 años en recibir un diagnóstico definitivo porque se suele confundir a menudo con otras patologías.

Asimismo, cabe señalar que es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente, justo después del alzhéimer, pero, a diferencia de esta, los enfoques terapéuticos pueden mejorar la vida de los pacientes y, generalmente, la esperanza de vida es mayor. Existe, de hecho, una amplísima variedad de fármacos adaptados a cada fase capaces de atenuar los síntomas.

Pero para ello se necesita, un diagnóstico adecuado y la colaboración familiar para que el paciente siga al pie de la letra los tratamientos. Esta enfermedad no solo es un reto para los organismos sanitarios, la visión de una sociedad cada vez más envejecida demanda de nuevas y mejores estrategias de intervención.

A nivel personal y humano, tener a alguien cercano que sufre párkinson también es un desafío que ir aceptando y afrontando cada día.

¿Por qué nos ha «tocado» a nosotros? ¿Cuál es el origen del párkinson?

Lo primero que uno suele preguntarse cuando, por ejemplo, a su padre le han diagnosticado párkinson es por qué a él. Algo que debemos saber es que no tiene un origen genético ni es hereditario.

Afecta a hombres y mujeres por igual y, además, puede aparecer en personas jóvenes. No obstante, eso sí, la probabilidad de aparición se eleva a medida que alcanzamos edades avanzadas.

Es de hecho, mucho más común a partir de los 80 u 85 años. Respecto al origen de esta enfermedad degenerativa que cursa con el propio envejecimiento, cabe decir que el foco está en la pérdida irreversible de dopamina. Este neurotransmisor es esa «chispa» esencial y necesaria que media en el trabajo de nuestras neuronas.

Gracias a ella se ejecuta la actividad motora, se impulsa la motivación, se regula el sueño, el aprendizaje y hasta es decisiva para mediar en nuestro estado anímico. A medida que el cerebro envejece, las neuronas también se degeneran y puede aparecer esa pérdida irreversible de dopamina. Ese déficit no se puede detener ni revertir.

El párkinson va más allá del temblor motor

Si le preguntamos a cualquiera qué es el párkinson, lo primero que diría es que se trata de una enfermedad en la que las personas presentan un temblor de manos y rostro. Esa es la visión general de esta patología neurológica y degenerativa. Sin embargo, cabe incidir en que hay muchas más alteraciones. Son las siguientes:

  • Lentitud de movimientos (bradicinesia)
  • Discinesias (movimientos involuntarios)
  • Distonías (contracciones musculares que dan como resultado posturas anormales)
  • Temblor en reposo.
  • Rigidez muscular.
  • Inestabilidad en la postura.
  • Alteraciones del sueño.
  • Cambios de humor, aparición de trastornos de ansiedad y depresión.
  • Fatiga.
  • Pérdida del olfato y el gusto.
  • Problemas de micción y retención de esfínteres.
  • Problemas de memoria
  • Aparición en las fases más avanzadas de la enfermedad de demencias, alucinaciones, problemas del control de impulsos.
Mujer cogiendo su mano

A mi padre le han diagnosticado párkinson, ¿hay tratamiento?

Si a mi padre le han diagnosticado párkinson o cualquier otro ser cercano está pasando por esta enfermedad, hay algo que debemos entender. No hay cura para esta condición neurodegenerativa.

Los tratamientos buscan solo reducir la sintomatología y mejorar la calidad de vida de los enfermos. En este sentido, su efectividad dependerá de la fase en la que se encuentre el propio paciente.

Por tanto, aunque el deterioro provocado por el párkinson no se puede revertir, esa pérdida de dopamina suele ser gradual en las primeras fases. En ese momento, las personas se pueden beneficiar de los tratamientos. Asimismo, cabe indicar que en ocasiones se puede recurrir a la intervención quirúrgica para reducir los síntomas motores.

La aplicación de electrodos para generar estimulación eléctrica a diversas áreas cerebrales, suele tener buenos resultados. Por otro lado, los  gama de fármacos que se suelen utilizar son muy amplios, siendo los más comunes los siguientes:

  • Precursores de la dopamina (Levodopa).
  • Inhibidores de la MAO-B/COMT.
  • Anticolinérgicos.

Para concluir, solo cabe señalar que, las investigaciones para el tratamiento del párkinson siguen avanzando. A día de hoy, hay varios enfoques que buscan detener el avance de esa degeneración y por otro, también hay modelos de investigación que intentan revertir y por tanto curar dicha enfermedad.

Estaremos pendientes de esos progresos tan esperanzadores.


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