Estimulación cerebral profunda, una esperanza para el párkinson

¿Qué es la estimulación cerebral profunda? ¿Cómo consigue esta técnica mejorar la calidad de vida de los pacientes con Párkinson? En este artículo te lo contamos.
Estimulación cerebral profunda, una esperanza para el párkinson
Cristina Girod de la Malla

Escrito y verificado por la psicóloga Cristina Girod de la Malla.

Última actualización: 03 abril, 2020

El párkinson es una enfermedad que afecta principalmente al movimiento, pero que lleva asociados otros muchos síntomas, como alteraciones cognitivas o depresión. Además del tratamiento farmacológico y la rehabilitación, tanto física como neuropsicológica, hay un determinado grupo de pacientes que puede beneficiarse de la estimulación cerebral profunda (ECP), que mejora los síntomas motores y su calidad de vida.

La enfermedad de Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa que afecta al sistema nervioso central, lo que produce unos síntomas motores característicos, además de otros síntomas no motores. Se produce por la degeneración de las neuronas dopaminérgicas que conectan la sustancia negra con el núcleo caudado (parte de los ganglios basales).

Según datos de la OMS, la padecen 7 millones de personas en el mundo y afecta por igual a hombres y mujeres. Se tiende a pensar que solo afecta a las personas mayores, pero la prevalencia en personas menores de 45 años es del 15 %. Aunque si hablamos de riesgo de padecerla, este sí que aumenta con la edad.

Hombre con Parkinson

¿Cómo se manifiesta?

El síntoma que más relacionamos con el párkinson es el temblor, aunque este no tiene por qué aparecer en todas las personas. Los síntomas motores más frecuentes son:

  • Temblor de reposo, que disminuye al iniciar el movimiento voluntario.
  • Rigidez muscular, que hace complicado el movimiento pasivo de las extremidades. Se suele llamarrigidez en “rueda dentada” (las articulaciones se sienten como engranajes que van atascándose con el movimiento).
  • Alteraciones posturales y marcha alterada. Esto provoca que la persona afectada tenga el tronco y la cabeza inclinadas hacia delante. La marcha puede ser “festinante”, es decir, camina dando pasitos cortos y rápidos.
  • Bradicinesia, que se traduce en lentitud en los movimientos y en el habla.
  • Micrografía (escritura muy pequeña).
  • Hipomimia, esto es, falta de expresión facial.

Además de los problemas motores, pueden aparecer síntomas no motores muy variados:

  • Dolores musculares y articulares y fatiga crónica.
  • Problemas de deglución y afonía.
  • Estreñimiento y problemas para contener la orina.
  • Depresión, que suele manifestarse antes que los síntomas motores.
  • Déficits cognitivos, que provocan alteraciones ejecutivas y en la memoria operativa. En etapas tardías de la enfermedad, puede llegar a desarrollarse demencia.

¿Cuáles son los tratamientos más habituales?

Actualmente no existe cura para la enfermedad, pero sí se cuenta con diversas estrategias para el manejo de los síntomas y para mejorar la calidad de vida de las personas que la sufren.

A nivel farmacológico, los fármacos más usados (simplemente enumerando) son:

  • La levodopa, que es un precursor de la dopamina. La eficacia de la levodopa empieza a disminuir a los cinco años de tratamiento, lo que obliga a la búsqueda de alternativas, como la estimulación cerebral profunda.
  • Los agonistas dopaminérgicos, como la rasagilina.
  • Los IMAO-B, como la selegilina; y los ICOMT, como el entacapone, inhiben enzimas que se encargan de degradar la dopamina.
  • Debemos añadir también los fármacos anticolinérgicos y otros fármacos, como antidepresivos, ansiolíticos o neurolépticos, que ayudan al tratamiento de otros síntomas no motores.

En cuanto a las terapias no farmacológicas, siempre deben acompañar al tratamiento farmacológico. Se recomiendan la fisioterapia y el ejercicio físico adaptado, así como terapias específicas y estimulación cognitiva para mejorar el funcionamiento cognitivo o ralentizar el deterioro.

En casos graves, en los que no se obtiene respuesta a los fármacos, o en casos en los que no se toleran los efectos secundarios de éstos, se puede recurrir a la cirugía.

Esta puede consistir en una lesión controlada de ciertas áreas cerebrales relacionadas con la génesis de la enfermedad o bien en la colocación de electrodos en determinadas regiones concretas del cerebro para estimularlas. Esta última técnica quirúrgica es la estimulación cerebral profunda. Conozcamos un poco más de ella.

¿Qué es la estimulación cerebral profunda?

La ECP un procedimiento neuroquirúrgico que empezó a realizarse hace casi tres décadas. Consiste en la implantación de electrodos en el interior del cerebro para estimular regiones específicas, que permitan mejorar los síntomas de la enfermedad.

Previamente a la implantación, se debe realizar un registro electrofisiológico que permita elaborar un “mapa funcional” para la localización del área más adecuada.

Las estructuras cerebrales donde se suele colocar el electrodo son el subtálamo, el globo pálido y la región ventral del tálamo, todas ellas implicadas en el control del movimiento.

A través de un dispositivo implantado bajo la piel, en la zona de la clavícula, se envían señales eléctricas al electrodo para estimular esas regiones. Estas señales permiten bloquear señales eléctricas anómalas causantes de los síntomas del Párkinson.

Sin embargo, se ha comprobado que los efectos positivos de esta terapia se deben a un conjunto de mecanismos y no solo a la interrupción de las señales alteradas.

¿A qué pacientes se puede aplicar la estimulación cerebral profunda?

Una fase muy importante para asegurar el buen resultado de la intervención radica en la selección de los candidatos adecuados. Éstos deben cumplir unos criterios estrictos, entre los que se encuentran:

  • Historia de enfermedad de más de 5 años.
  • Temblor resistente a la medicación.
  • Ausencia de deterioro cognitivo.
  • Respuesta al tratamiento con levodopa.
  • Presencia de síntomas motores secundarios al tratamiento con levodopa (discinesias, fluctuaciones on-off, …).
  • Ausencia de depresión grave y psicopatía.
  • Ausencia de otras enfermedades médicas que limiten la calidad de vida del paciente
  • Compromiso y motivación, tanto por parte del paciente, como de la familia, para seguir el programa de tratamiento y los controles periódicos.
Mujer observando el cerebro para hacer psicocirugía

¿Qué ventajas tiene la estimulación cerebral profunda?

Esta técnica es eficaz en la reducción de aquellos síntomas que responden, o han respondido, a la medicación. Sin embargo, los que no mejoran con fármacos (como el habla, el equilibrio o la marcha), no van a responder tampoco a la estimulación.

Respecto a las ventajas generales de esta técnica, encontramos que:

  • No requiere dañar tejido cerebral sano y es reversible, a diferencia de otras cirugías.
  • En caso de necesidad de reajuste del tratamiento, no son necesarias nuevas cirugías.
  • Permite la reducción de la dosis farmacológica, lo cual disminuye los efectos secundarios derivados de ésta.
  • Produce una reducción de los síntomas motores propios de la enfermedad, como el temblor, la rigidez o la bradicinesia.
  • Mejora también otros síntomas no motores, como el dolor o la tristeza
  • Mejora la calidad de vida del paciente.

Junto a todos estos beneficios, se ha demostrado que parte de la eficacia viene determinada por la intervención de un equipo multidisciplinar, formado por neurólogos, neurocirujanos, neurofisiólogos, psiquiatras y neuropsicólogos.

Se están realizando nuevos estudios para determinar si la implantación de electrodos en otras áreas cerebrales podría reportar beneficios, más allá de los síntomas motores, en síntomas cognitivos o neuropsicológicos. Y con la velocidad a la que avanza la ciencia, no creo que tardemos mucho en tener buenas noticias para estos pacientes.

“El Párkinson es mi máxima pelea”.

-Muhammad Ali-


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