Mi pareja tiene ataques de ira: ¿qué hacer?
En un mundo ideal, no habría circunstancias que nos hicieran perder la calma. Estaríamos abiertos a escuchar al otro y a exponer nuestras opiniones con respeto y mesura. Sin embargo, la realidad es muy distinta. Todos podemos ser presas de un arrebato emocional; un hecho en el que, por otro lado, existen grandes diferencias individuales. Cuando es la pareja la que tiene ataques de ira, la situación puede resultar muy incómoda y dolorosa; por ello, queremos mostrarte algunas formas en las que puedes afrontarla.
En primer lugar, es necesario tener claro que ninguna persona es merecedora de maltrato. Proteger la integridad física y psicológica ha de ser siempre nuestra prioridad. No obstante, las situaciones no siempre son blancas o negras y, en algunos casos, podemos contribuir a que el otro gestione mejor sus emociones.
¿Por qué se comporta así?
Como primer punto, cabe resaltar que no todas las personas que tienen ataques de ira son iguales. Por un lado, se encuentran aquellas que adoptan esta tendencia de forma repetitiva y no se responsabilizan de sus actos. Estos individuos utilizan la agresividad para manipular y someter a la pareja, culpando al otro por desatar su furia.
Por otra parte, hay quienes realmente tienen un problema de gestión emocional, sin que sus ataques tengan una intención consciente. Estas personas pueden experimentar emociones muy intensas que les desborden; sus habilidades comunicativas son escasas y suelen ser especialmente sensibles a la crítica o al rechazo.
Sin embargo, sus comportamientos verbalmente agresivos son menos frecuentes, y la persona asume su responsabilidad, admite su error y se disculpa. No trata de “echar balones fuera”, sino que es consciente de que tiene un problema que se escapa a su control. Probablemente, una gran parte del tiempo se esfuerce en mejorar, pero en ocasiones estos intentos no son fructíferos.
Esta diferencia es crucial a la hora de decidir cómo actuar. En el primer caso, la mejor decisión que podemos tomar por nuestra salud y bienestar es adquirir autonomía del vínculo, con ayuda profesional si es necesario. En el segundo caso, en cambio, podemos optar por otro tipo de estrategias de afrontamiento.
Comprendiendo a la pareja que tiene ataques de ira
Comprender a la pareja que tiene ataques de ira no implica justificar su comportamiento; conocer cómo pierde el control sí es un primer paso para afrontar la situación. Es importante tener en mente que este tipo de reacciones descontroladas surgen ante una reminiscencia del pasado. Quien habla y actúa en estos casos puede no ser el adulto, sino el niño herido que revive situaciones dolorosas o amenazantes.
Por ejemplo, si una persona sufrió críticas y humillaciones en su infancia, puede tener un nivel de sensibilidad muy bajo para identificar una situación como amenazante. O si la persona se sintió ignorada, rechazada o abandonada por sus progenitores, puede reaccionar de forma desproporcionada ante cualquier expresión de indiferencia que haga el otro.
En los primeros años de vida, no contamos con demasiados recursos para defendernos de los ataques del medio; y la ira puede haber sido nuestra única vía para proteger nuestra integridad. De este modo, seguimos utilizándola de adultos, de manera automática, aunque ya no resulte funcional.
¿Qué hacer cuando la pareja tiene ataques de ira?
Ahora que entendemos mejor de dónde proviene la ira, podemos optar por ayudar a la pareja a regular estas emociones desbordantes. Por lo general, nuestra primera reacción es la de salir de la escena y dejar a esa persona sola o responder con un nivel alto de hostilidad. Sin embargo, para alguien en ese estado de ira esto puede verse como un rechazo, algo que puede dotar todavía de más energía a su reacción.
En realidad, en este tipo de situaciones solo queremos y necesitamos ser escuchados, aunque nuestras formas no sean las adecuadas. Por ello, si logras controlar tu propio estado emocional y validar el sentir de tu pareja es probable que su arrebato se reduzca mucho antes.
Esto no es, en absoluto, sencillo de poner en práctica. Ante una agresión, lo que nos pide el cuerpo es que nos defendamos; sin embargo, calmarnos, respirar y mostrar empatía puede ser más productivo.
Procura no tomarte de forma personal lo que está ocurriendo, pues recuerda que aunque vuestra discusión ha sido el detonante de la ira, el origen es mucho más antiguo y profundo, y tiene más que ver con tu pareja y su propia historia que contigo.
Así, trata de responder en un tono sosegado y demuestra que tienes interés en escuchar lo que siente tu pareja. Para ello, puedes hacerle preguntas respecto a qué le ha molestado y qué le habría gustado que ocurriera en su lugar. Escucha con atención para comprender, no para responder, y ábrete a la posibilidad de reconocer tu parte de responsabilidad.
Aunque no lo creas, esta buena disposición hará que el estado emocional de tu compañero se vaya apaciguando y se muestre también más dispuesto a escucharte y considerar tu punto de vista. Eso sí, todo este proceso ha de realizarse de forma genuina, sin un tono de condescendencia o de paternalismo. Al fin y al cabo, queremos mostrarle a la otra persona que es realmente vista, escuchada y tenida en cuenta.
Protégete de la violencia
De nuevo, es importante remarcar que esta no es una estrategia válida para todos los casos. Únicamente será funcional si ambos miembros de la pareja se profesan amor y respeto y ambos están comprometidos e involucrados en hacer que la relación mejore. Si tu compañero se muestra constantemente déspota, agresivo, narcisista o manipulador, no hay excusa para permitir ese trato y ante todo debes protegerte y tomar decisión.
Por último, es fundamental comprender que los problemas de ira suelen requerir un abordaje profundo y quien los padece debe comprometerse a buscar ayuda profesional para aprender a regular sus impulsos y gestionar sus emociones. Como hemos comentado, la comprensión no es una carta en blanco para que nos dañen reiteradamente.
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