Los mejores tratamientos para la ira y la agresividad

Las personas podemos presentar episodios de ira y agresividad. Así, para hacer frente a los casos en los que la reacción aislada e impulsiva se trasforma en hábito existen algunos programas de intervención.
Los mejores tratamientos para la ira y la agresividad
Cristina Roda Rivera

Escrito y verificado por la psicóloga Cristina Roda Rivera.

Última actualización: 31 mayo, 2021

La ira y la agresividad son estados emocionales y conductuales indeseados, lo que no quita para que todos podamos sufrir ataques de ira o problemas de agresividad en un determinado momento. En cualquier caso, serán la excepción y no la norma.

Sin embargo, existen personas que han crecido en el conflicto. Se han desarrollado asumiendo que la ira y la agresividad eran un recurso válido para solucionar conflictos.

En determinados adultos, la ira y la agresividad -y en general, la impulsividad- forma parte de su personalidad, del patrón comportamental diario que exhiben. En estos casos, necesitamos aplicar programas psicológicos específicos para prevenir y eliminar la ira y agresividad.

Tipos de tratamientos para la ira y agresividad

Existen fundamentalmente tres enfoques en los tratamientos psicológicos para la ira y la agresividad:

Ahora que ya sabemos los diferentes tipos de enfoques, haremos un recorrido por los tratamientos para la ira y la agresividad que han mostrado mejores resultados.

Hombre gritando muy enfadado

Programa de Novaco para el control de la ira (1995)

Este programa se desarrolló pronto y es uno de los que más recorrido tienen. Parte de una serie de principios teóricos:

  • Las personas con habilidades sociales son capaces de responder asertivamente a las provocaciones y tienen menos probabilidades de experimentar ira.
  • Los individuos con baja autoestima tienen más fácilmente a responder ante los acontecimientos de la vida con agresividad porque se sienten cuestionados.
  • Las personas más irascibles tienen tendencia a percibir los incidentes como enfrentamientos, lo que les lleva a tomar decisiones con un mayor nivel de agresividad o a la defensiva.
  • La activación es un disparador de la agresividad.
  • La percepción de control que genera el uso de las estrategias aprendidas es en sí misma terapéutica, ya que disminuye la probabilidad de experimentar ira y aumenta la probabilidad de que aparezcan conductas más positivas.

Este tratamiento se ha utilizado sobre todo con personas con diversidad funcional. Lindsay y cols (2004) señalan que el tratamiento fue efectivo en la disminución de la provocación y para disminuir los niveles generales de ira.

Taylor y cols (2004) hallaron diferencias entre el pre y el postratamiento en las medidas de activación, en el control y expresión de la ira y en la medida global de agresividad de la escala de Novaco.

Intervención cognitivo-conductual para el control de la ira Deffenbacher y McKay (2000)

Se basa en el planteamiento de Novaco. Añade la relajación como un elemento fundamental y el uso de técnicas cognitivas tras el trabajo de los aspectos más psicofisiológicos o de activación.

La intervención se centra en promover estrategias de afrontamiento efectivas para manejar la ira.

El programa vivir sin violencia de Enrique Echebúrua (2002)

Se trata de un programa (Echebúrua y cols, 2002) enfocado al ámbito del maltrato doméstico y de la violencia general. Se basa en los principios generales de la terapia cognitivo conductual. Los autores consideran que se debe realizar lo siguiente:

  • Hacer un trabajo de aceptación de la propia responsabilidad.
  • Fomentar la empatía y la expresión de las emociones haciendo una reeducación emocional de la persona agresiva.
  • Trabajar sobre las creencias que llevan a las personas a comportarse de forma violenta.
  • Analizar el ciclo de la violencia (acumulación de tensión, explosión, arrepentimiento) y llevar a cabo un entrenamiento en estrategias concretas para controlar cada una de las fases.

Los autores probaron este tratamiento en hombres condenados por violencia doméstica. Identificaron cambios significativos en las cogniciones que tienen estos hombres hacia sus parejas y hacia la validez de la violencia como medio para solucionar conflictos.

También se produjeron cambios en la capacidad de autocontrol, tanto en el control de impulsos y mejora en la autoestima y reducción de la sintomatología psicopatológica previa.

Control del comportamiento agresivo de Goldstein y Keller (1991)

La violencia se conceptualiza como una secuencia de conductas y se propone una intervención basada en técnicas de modificación de conducta.

La agresión comienza con un acontecimiento que el individuo interpreta como muy aversivo. Este disparo e interpretación cognitiva se acompaña de manifestaciones fisiológicas que apuntan indicios al sujeto de que se está iniciando la ira. Estas dos primeras etapas se pueden manejar con técnicas como autoinstrucciones y relajación.

Goldstein y Keller plantean, como un aspecto importante de la intervención, el entrenamiento en valores prosociales, basándose en los trabajos de Kohlberg (1969) y sus etapas de desarrollo moral. Hasta el momento no existen datos sobre la efectividad de la terapia, pero es interesante la aproximación a los valores morales como mecanismo cognitivo de prevención de la violencia.

Compañeros de trabajo gritándose

Tratamiento de Fuller y cols (2010)

Se trata de un protocolo basado en la terapia racional emotiva (TRE). Consiste en 16 sesiones de 2 horas, con el objetivo de desarrollar habilidades de afrontamiento.

Principios de la terapia:

  • Se requiere la realización de tareas en casa. Se hace hincapié en la motivación del paciente en todo el proceso terapéutico.
  • Enfatiza la necesidad de elaborar un modelo comprensivo de la agresividad, adaptado a cada individuo, para entender el porqué de sus actos. Se utiliza la TRE para la discusión de las creencias irracionales y el entrenamiento en autoinstrucciones.

Dos componentes clave de la terapia:

  • Exposición en imaginación a eventos que producen agresividad y puesta en marcha de estrategias de afrontamiento para controlarla y
  • Aprendizaje de los disparadores de la agresividad (pensamientos, situaciones, sentimientos).

Como habilidades conductuales el programa incluye: solución de problemas, entrenamiento en asertividad y relajación. Los autores trabajan sobre todo con adolescentes demostrando la eficacia del tratamiento.

Se producen cambios significativos en el incremento de estrategias de afrontamiento así como diferencias significativas en el ciclo de rumiación, lo que provoca una mejora en la prevención de recaídas.

Se debe empezar a conceptualizar la ira y agresividad como estados emocionales que cualquier persona puede experimentar. Levantar la mirada moral y estigmatizadora va a permitir que todos los anteriores programas psicológicos puedan aplicarse en un mayor número de contextos y personas, logrando que familias, relaciones y sociedades puedan vivir en un contexto en el que pueda existir el conflicto pero libre de violencia.


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  • Beck, R. & Fernandez, E. (1998). Cognitive-behavioral therapy in the treatment of anger:A meta-analysis. Cognitive therapy and Research, 22, 63-74.
  • Deffenbacher, J. L. (1999). Cognitive–behavioral conceptualization and treatment of anger. Journal of Clinical Psychology, 55, 295-309.
  • Novaco, R. W. (1976). The Functions and Regulation of the Arousal of Anger. American Journal of Psychiatry, 133(10), 1124-1128.

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