Mientras tengas más días buenos que malos, estarás bien
Mientras tengas más días buenos que malos, estarás bien. Así que respira hondo, porque estás manejando con efectividad esos nudos ocasionales que, de vez en cuando, oprimen tu calma. Cuesta conseguirlo, es cierto, y a veces hasta te vienes abajo durante unos segundos, pero con el tiempo aprendes recursos propios que te son útiles, maneras de lidiar con los días grises, y hasta con las tormentas.
Después de tantas experiencias has descubierto, sin duda, que los clásicos mensajes de la psicología popular -y no científica- no son demasiado útiles. Porque el “si quieres puedes” no siempre funciona, y porque los malos momentos no siempre nos dejan valiosos aprendizajes. A veces solo son eso, instantes complicados por los que hay que pasar, y ya…
Lo importante es recordar que el sufrimiento no dudará para siempre. Por otro lado, también se da otro hecho no menos fascinante: cada vez que una experiencia no te destruye ni te hace caer, el cerebro lo procesará como una victoria. Esa percepción interna mejorará la visión que tienes de ti mismo. Así que admítelo, has superado ya infinitas batallas y aquí sigues. En pie.
A veces, el único modo de afrontar un mal día es dejándolo pasar. No haciendo nada.
Mientras tengas más días buenos que malos, tu vida irá bien
Las personas tenemos un hábito socialmente arraigado: evaluamos los días como buenos o malos. Somos así, tenemos la singular costumbre de levantarnos por la mañana y tener una serie de objetivos propuestos. De este modo, cuando las cosas no suceden como teníamos previsto, no dudamos en etiquetar esa jornada como pésima, decepcionante o catastrófica.
El ser humano procesa su realidad a través de las expectativas y cuando estas no se cumplen, surgen el desánimo y la frustración. Esto se explica básicamente por nuestra inevitable necesidad de querer tenerlo todo bajo control. Cuando la verdad es que la vida está definida también por lo caótico y por esos “cisnes negros” de los que nos habló Nassim Taleb y que simbolizan lo incierto.
Son esos sucesos negativos que a veces suceden y que ni la mente más sesuda había previsto ni sospechado jamás. A nadie le agradan los días malos, porque pocas veces estamos preparados para lidiar con los giros del destino, con los fallos, los errores, las discusiones, las pérdidas y hasta con los chaparrones. Felicidad es para nosotros encontrarnos todos los semáforos en verde y tener solo días buenos.
¿Qué hacemos, entonces, con los “malos”?
A veces, no hacer nada es la mejor opción: acepta y deja pasar
La práctica filosófica del taoismo ensalza un principio muy básico: a veces, no hacer nada es la mejor respuesta ante los problemas de la vida. La mentalidad wu-wei es un enfoque mental que parte de la calma y la no acción. En una sociedad que nos insta de manera constante a esforzarnos, a llevar nuestro rendimiento al máximo de nuestras capacidades, esta perspectiva nos puede parecer contradictoria.
Sin embargo, hay instantes en que lo más importante es bajar el ritmo, apaciguar nuestras emociones y entender que pocas cosas son más útiles que tener serenidad. Mientras tengas más días buenos que malos, todo estará bien. Los instantes desapacibles y los momentos grises forman parte de la vida: déjalos pasar. Mañana será otro día.
En los instantes de tormenta y oscuridad, quiérete más que nunca
Hay un hecho que debemos considerar. Buena parte de nuestros días malos no son consecuencia de eventos externos, sino de nuestro estado de ánimo. Vemos y procesamos la realidad tal y como nos sentimos. Y en efecto, no siempre podemos estar al 100 %. Hay jornadas en las que todo pesa, nada apetece, falla la motivación y hasta nuestro diálogo interno se vuelve contra nosotros.
Que suceda esto es algo normal. Todos lidiamos con esos momentos en los que la tormenta no está fuera, sino dentro. ¿Qué podemos hacer?
Una investigación de la Universidad de California indica que la autocompasión es clave. Solo cuando nos hablamos con respeto y practicamos la autoempatía, dándonos lo que necesitamos, sorteamos con mayor valía esos momentos de desánimo.
A veces, no sucede realmente nada “malo” en nuestra jornada para que ese día sea malo, pero aún así no nos sentimos bien y todo lo vemos más gris de lo acostumbrado. En esos instantes, debemos querernos más que nunca.
Los días buenos se aprovechan, los malos se sortean
Nuestro día a día es tan incierto que solo tenemos una opción: aprovechar los días buenos tanto como podamos. Bien es cierto que de un tiempo a esta parte el caudal del río del desasosiego ha aumentado. Sin embargo, no podemos abrumarnos ni dejarnos llevar por esa corriente.
Los miedos y el pensamiento catastrófico crean una visión de túnel y entonces, solo atisbamos trenes que nos vienen de frente.
Hay que aceptar que los días malos existen, pero que no son la tónica habitual. Además, todos podemos tener a mano un botiquín de estrategias, un bote salvavidas mental que nos permita afrontar con valentía y ajuste esos instantes complicados. Sortear, navegar entre las dificultades es algo que terminamos aprendiendo.
Lo esencial es aprovechar esas temporadas de calma y equilibrio. Porque los instantes de luz siempre están para quien sabe mirar bien y, sobre todo, para quien los sabe promover.
Enfoca tu mente hacia lo que tiene solución y lo demás, acéptalo
Si hay algo que nos han enseñado desde niños en que todo problema tiene solución. Quizá por ello nos hemos obsesionado siempre en buscar salidas, opciones, resoluciones y estrategias para resolver todo desafío y afrontar cualquier dificultad. Nadie nos ha dicho que, en realidad, hay cosas que no pueden cambiarse ni mejorar.
Los días malos están hechos siempre de encrucijadas que podemos sortear y de problemas que no tienen solución. Aceptar que hay cosas que no podemos controlar es de primero de bienestar. Asumámoslo. Solo así seguiremos dando mayor sentido a los buenos instantes, esos que nos dan la vida, el sentido y hasta la felicidad.
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- Breines JG, Chen S. Self-Compassion Increases Self-Improvement Motivation. Personality and Social Psychology Bulletin. 2012;38(9):1133-1143. doi:10.1177/0146167212445599
- Slingerland, Edward (2007). Effortless Action: Wu-wei As Conceptual Metaphor and Spiritual Ideal in Early China Oxford; New York: Oxford University Press. ISBN 9780195138993.