Parosmia, todo me huele mal: ¿a qué se debe este fenómeno?
La parosmia define una sensación olfativa distorsionada ante un olor. Un ejemplo, podemos coger nuestro perfume favorito por la mañana y al olerlo, creemos estar poniendo la nariz en un cubo de basura o en la cañería de la pila donde fregamos los platos. Es algo desagradable, llamativo y a menudo hasta devastador para quien lo sufre.
Pongámonos por un momento en la piel de quien cada día sufre esta alteración. No es fácil apreciar la relevancia del sentido del olfato hasta que este nos falla o está ausente; algo tan básico como comer puede ser un suplicio. Si hay algo que nos abre el apetito es el olor de nuestros platos favoritos cuando los cocinamos o bien cuando los tenemos frente a nosotros en la mesa.
Esta condición puede ser causa directa de muchas alteraciones, como el tabaquismo, las infecciones los traumatismos craneoencefálicos y el propio virus actual. Lo analizamos a continuación.
Parosmia: definición, síntomas y causas
A veces, esta alteración es temporal: desaparece a los pocos meses por sí misma. En otras ocasiones, sobre todo cuando hablamos de lesiones cerebrales, este fenómeno puede volverse crónico. La parosmia es un trastorno neurológico bastante descuidado hasta hace poco y que, sin embargo, ha estado siempre presente en pacientes que, por ejemplo, padecen esclerosis múltiple.
Estudios, como el realizado en la Universidad de Messina (Italia), definen esta condición como una alteración del olfato que provoca que toda exposición a un estímulo olfatorio sea una experiencia desagradable. Asimismo, inciden en un hecho, y es que siempre hemos puesto mayor atención en sentidos como la visión o el oído, dando por sentado que la pérdida o un problema en el olfato no alteran en exceso la vida del paciente.
Sin embargo, si hay algo que estamos viendo como efecto de la infección viral actual, es que ese cambio en la percepción de los olores tiene un gran impacto. Los olores marean por su repulsión. La persona se siente incluso incapaz de cocinar. Cuando van a consumir algo, pueden llegar a vomitar por el olor tan desagradable que desprende la comida ante su olfato.
Todo olor de la vida cotidiana se transforma de pronto en algo repugnante.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas de la parosmia aparecen después de una lesión craneoencefálica (una caída, por ejemplo) o bien después de que una persona esté recuperándose de una infección. Es entonces cuando el paciente:
- Acerca la nariz para oler algo y tarda bastante en sentir ese estímulo olfatorio.
- No siempre logra identificar los olores que hay a su alrededor. Puede estar ante un rosal y no advertir su fragancia.
- Aromas que antes eran agradables (como perfumes) de pronto resultan molestos.
- La parosmia tiene como principal síntoma el experimentar un gran desagrado al tener cerca cualquier tipo de comida.
Causas de la parosmia
Gracias a los avances en las técnicas de diagnóstico, como las resonancia magnética, contamos con datos valiosos sobre la parosmia.
Estudios, como los realizados en la Universidad de Dresde (Alemania), destacan que estamos básicamente ante un trastorno neurológico. Se evidencia una hiperactivación en la corteza orbitofrontal medial, la corteza cingulada anterior y la circunvolución parahipocampal.
Además, también hay un fallo en esas neuronas olfatorias que envían información a los bulbos olfativos para que estos informen al cerebro de los estímulos de nuestro alrededor. De pronto, las primeras ya no pueden informar de que eso que estamos oliendo es agradable. Es como si se hubiera originado un cortocircuito y todo el sistema eléctrico de esa área estuviera fundido.
Ahora bien, ¿qué origina esa disfunción neurológica para que procesemos los olores de forma alterada? Por término medio, la parosmia tiene como desencadenante las siguientes dimensiones médicas.
- Causas congénitas.
- Accidentes craneoencefálicos.
- Fármacos o tratamientos como la quimioterapia.
- La enfermedad de Párkinson.
- Un catarro común.
- Enfermedades virales.
Fantosmia y anosmia, dos alteraciones parecidas, pero diferentes a la parosmia
Sabemos que la parosmia define una situación en la que nuestro mundo adquiere de pronto un olor desagradable. Sin embargo, es interesante saber que existen otras alteraciones del olfato parecidas, pero con matices diferentes. Las analizamos.
Fantosmia: una alucinación olfativa
La fantosmia surge cuando la persona empieza a experimentar olores que en realidad no existen. Uno puede estar sentado en su oficina trabajando y sentir de pronto olor a quemado. También es común tener la sensación de que hay algo en descomposición cerca de nosotros.
La causas de esta alteración son múltiples, como trastornos en las fosas nasales, la xerosmia (alteración en las glándulas salivares), el tabaco, la rinitis o sinusitis o la contaminación ambiental.
La anosmia: el drama de no poder oler nada
Si problemático es experimentar alteraciones en el sentido del olfato, igual de dramático puede ser no oler nada. En este caso, la anosmia define esa situación en que una persona ha perdido por completo el sentido del olfato.
Ahora bien, lo complejo es que este trastorno también afecta al sentido del gusto. Factores como la exposición a químicos, la sinusitis, el alzhéimer, el párkinson, las lesiones neurológicas, los tumores y el tabaco suelen ser consecuencia de este fenómeno.
Para concluir, todas estas condiciones trazan situaciones personales de gran impacto no solo médico, sino también psicológico. Y si bien es cierto que en muchos casos realidades como la parosmia son temporales, hay quien vive de manera permanente sin poder sentir el estímulo y la riqueza absoluta del mundo de los olores.
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