Cuál es el patrón psicológico de una persona con ludopatía
Juegos de azar, máquinas tragaperras, el bingo y hasta videojuegos… El espectro de la ludopatía es muy amplio; sin embargo, cuando se inician los tratamientos ante el patrón psicológico ludópata, solemos encontrar unas variables comunes que lo edifican. Son personas con una elevada impulsividad y con un pensamiento distorsionado.
Un adicto es, por encima de todo, alguien que sufre. Recurrir a ciertas conductas, como hacer una apuesta deportiva muy alta, responde muchas veces a la necesidad de llenar un vacío. Poco a poco, lo que empezó de manera casual para maquillar las tristezas o frustraciones, da forma cambios tan profundos a nivel cerebral que la vida se consume por completo.
Características de la personalidad ludópata
El perfil de la ludópata define casi siempre a un adulto joven que tarda mucho en ser consciente de su problema. De hecho, vemos cada vez más esta condición clínica entre adolescentes, chicos en su mayoría, que terminan generando deudas financieras a los padres. Son realidades muy duras que suelen evidenciar un comportamiento similar. Lo analizamos.
Para profundizar Los problemas con el juego o ludopatía
Un factor común de predisposición: los traumas
El comportamiento de un ludópata puede pasar desapercibido al principio. Al fin y al cabo, es un tipo de adicción comportamental que no muestra signos físicos y que se desarrolla a escondidas. Cuando por fin se hace necesaria la intervención psicológica, nos encontramos con una asiduidad que es la impronta de un trauma de infancia.
El abuso físico o emocional y las familias disfuncionales son esos dos ejes que suelen orbitar alrededor de estas personas y que tienden a producir una gran vulnerabilidad emocional. En BMC Psychiatry, un trabajo destaca este vínculo.
Asimismo, no podemos olvidar que estas vivencias afectan el desarrollo del cerebro del niño y, en especial, sus habilidades de regulación. De a poco, la marca de estas experiencias tempranas afecta múltiples esferas, como la autoimagen, la habilidad para construir relaciones sociales de calidad, una ansiedad casi recurrente…
En las últimas décadas, la ludopatía se ha convertido en ese tipo de adicción sin sustancia que más se atiende en los centros médicos. Las más frecuentes son las asociadas al bingo y las máquinas tragaperras. En los jóvenes hay un claro aumento en el juego en línea.
El núcleo de toda adicción: la impulsividad
La personalidad ludópata manifiesta una necesidad compulsiva de participar en actividades de juego. Su deficiente capacidad para regular los impulsos actúa como ese detonante nuclear que les hace buscar la apuesta como mecanismo rápido de gratificación. También es con frecuencia ese necesitado refugio emocional cuando algo en sus vidas no va bien.
Piensa, además, que estas personas presentan una tolerancia muy baja a la frustración y tienen unas habilidades psicológicas deficientes, tanto de reflexión, como de regulación emocional. Buscan experimentar emociones fuertes a toda costa y el juego les aporta ese necesitado «chute» de dopamina que intensifica los ciclos de placer y recompensa.
El problema, claro está, reside en que cada vez se necesita una exposición al juego más frecuente, la impulsividad se eleva y el ciclo de adicción toma mayor protagonismo.
El juego es su refugio para escapar de la realidad
Hay quien ante los problemas del día a día se evade dando un paseo por el bosque o pintando mándalas. Otras personas, en cambio, van a una casa de apuestas y pierden todo su salario del mes. Si queremos comprender el patrón psicológico de un ludópata, debemos visualizar a alguien que busca escapar de su realidad, y lo hace de la forma más desafortunada.
El juego de azar actúa como ese refugio cargado de estímulos emocionantes que camuflan las tristezas, que adormece las frustraciones, la angustia no resulta… En lugar de enfrentar sus preocupaciones, lo que ansían es desconectar de la realidad, agravando así los problemas originales (y logrando que aparezcan otros más graves).
Los ludópatas mienten
La ludopatía suele llevar a un patrón recurrente de mentiras. Estas personas mienten para ocultar la magnitud de su problema y, además, son expertas en justificar sus pérdidas económicas y hábiles para encubrir las horas que se pasan apostando. Este comportamiento se extiende a lo largo de meses e incluso años, destruyendo por completo la confianza con sus seres queridos.
Baja tolerancia a la frustración y mal humor
La incapacidad para tolerar la frustración es un rasgo que acompaña a buena parte de una persona adicta al juego. Esto se traduce en evidentes problemas para gestionar el estrés y el malestar, también en una actitud negativa que suele tender a los enfados frecuentes. Tanto es así que, con frecuencia, su falta de paciencia explota en ira y mal humor.
Convivir con estos perfiles se hace difícil. Cualquier situación en la que se sientan atacados, rechazados o se les contradiga, incrementa su negatividad. Asimismo, es importante destacar que esa incapacidad para soportar momentos de incomodidad emocional o frustración, contribuye a las propias recaídas. Esto hace que la recuperación sea un proceso delicado y complejo.
La trampa del pensamiento distorsionado
«Yo controlo». «Una vez más y será la última». El perfil psicológico de un ludópata se caracteriza por una mente dominada por múltiples distorsiones cognitivas. Esas ideas disfuncionales hacen que puedan tardar meses en tomar conciencia de su problema.
Es más, ese autoengaño tan defensivo y, a menudo, hasta hostil, evita que acepten ayuda especializada. Alzan toda una empalizada de justificaciones imposibles de sortear, con las cuales se intensifica el ciclo de la adicción. En algunos casos, se llega a situaciones límite, como grandes deudas financieras o incluso caer en alguna adicción más.
Una autoestima muy fragmentada
Toda adicción esconde en sus estratos grandes cantidades de vergüenza y de insuficiencia. El ludópata, de hecho, evidencia un autoconcepto deteriorado que protege con muchos estratos de autodefensa. En un artículo, Journal of Gambling Studies destaca esa misma relación entre la autoestima baja y la tendencia a un juego problemático.
El juego se convierte, poco a poco, en ese falso salvavidas que adormece los sentimientos de fracaso y de vacío. También, en esa esfera en la que introducirse para aliviar la angustia generada por la baja autoestima. Sin embargo, a medida que el problema avanza, el autodesprecio hacia uno mismo arrasa cualquier vestigio de fortaleza que le quedara a la persona.
Aislamiento social, una consecuencia de la ludopatía
El aislamiento social es una consecuencia y una causa de la adicción. Estas personas, muchas veces, se alejan de quienes les quieren debido a la vergüenza o los conflictos provocados por su comportamiento. Y la falta de conexiones saludables intensifica el sentimiento de soledad, de manera que el juego se convierte en esa presencia que todo lo consume.
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Comprender para actuar
La comprensión del perfil psicológico del ludópata es esencial para desarrollar estrategias de intervención eficaces. En estos casos, un abordaje integral, donde se incluya el apoyo psicológico, social y familiar, actúa como sustrato esencial para favorecer la recuperación y mejorar la calidad de vida del paciente.
Ahora bien, hemos de ser conscientes de un aspecto. Es necesario invertir mucho más en programas de prevención de adicción al juego. Como ya señalamos, los adolescentes son usuarios recurrentes de las páginas de apuestas online, también en las casas de juego. Si además vienen de familias disfuncionales, la tendencia hacia este tipo de consumo se eleva. Reflexionemos sobre ello.
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