Percepción divergente: un modo diferente y atrevido de ver tu realidad
La percepción divergente nos invita a ver la realidad desde perspectivas alternas. Ahora bien, cabe asumir que muchos de nosotros nos habituamos a entender lo que nos rodea desde un esquema poco inflexible. Lo hacemos porque nuestra educación tamiza pensamientos, ideas y hasta creencias. Si fuéramos capaces de romper esa pauta, impulsaríamos un poco más nuestra magia creativa y resolutiva.
Decía George Bernad Shaw que si nos atrevemos a hacer castillos en el aire, ese trabajo no debe perderse. El segundo paso será, ni más ni menos, que asentar buenos cimientos bajo esa estructura.
En efecto, el primer paso debe ser siempre el imaginativo, el idealista y esa fantasía que se atreve a desafiar lo establecido. Sin embargo, rara vez vamos más allá, lo que provoca que esos sueños acaben disolviéndose en la frustración.
¿Nos falta valentía para culminar esos planes y proyectos tan elevados? La verdad es que, en muchos casos, no. Lo que falla quizá es la habilidad y la competencia para hacer posible lo imposible. Y la razón está en que nos empeñamos en intentar alcanzar metas que son únicas y diferentes con las estrategias de siempre, porque innovar en el trabajo no es fácil y a nuestro cerebro, a su vez, le cuesta bastante pensar de manera altamente creativa. Comprendamos qué puede enseñarnos la percepción divergente en este aspecto.
Un hombre con una idea nueva es un loco hasta que la idea triunfa.
Percepción divergente, un modo diferente de apreciar lo que te rodea
Para comprender qué es la percepción divergente, empezaremos por definirla. En arte, en diseño y en fotografía se usa este concepto para explicar un tipo muy particular de perspectiva óptica. También se la suele denominar «perspectiva bizantina», porque este era un recurso habitual en el arte ruso a la hora de elaborar los llamativos iconos religiosos.
De manera sencilla, lo que hace la percepción divergente es crear un efecto visual en el que los objetos más alejados del espectador aparecen más grandes. En cambio, aquellos que están más cerca, aparecen mucho más pequeños. Es un tipo de ilusión donde las líneas que son paralelas en el espacio tridimensional, en lugar de converger de forma lineal, lo hacen de manera divergente con respecto al horizonte.
Asimismo, podemos establecer a su vez una diferencia entre las líneas convergentes en el mundo de la percepción y aquellas que tienen una perspectiva divergente. Se hace de este modo:
- Las líneas convergentes parten de dos puntos diferentes para encontrarse después en un mismo lugar.
- Las líneas divergentes, en cambio, parten de un mismo punto y más tarde toman direcciones diferentes, creando así nuevas perspectivas.
Ahora bien, ¿de qué manera nos pueden ayudar estas ideas para incentivar nuestra creatividad e innovación?
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Entrenar a nuestro cerebro para que aprecie más enfoques y perspectivas
Nuestro cerebro cumple, entre otras funciones, la de reducir al máximo la incertidumbre de nuestro mundo. No le agradan las contradicciones y cuando se abren ante nosotros los retos o los problemas, intenta resolvernos partiendo de nuestras experiencias pasadas. Esto hace, por ejemplo, que respondamos siempre del mismo modo sin importar la complejidad o la particularidad del desafío que tengamos por delante.
Nuestro pensamiento y forma de actuar es claramente convergente. Es decir, no importa que tengamos ante nosotros varias perspectivas y enfoques, al final, las reduciremos todas para quedarnos exactamente en el mismo sitio y actuar de la forma que lo hemos hecho antes. De ese modo, ahorramos energía y el riesgo es cero, algo que siempre priorizará nuestro cerebro.
Ahora bien, la percepción divergente nos anima a entender y hacer las cosas de otro modo. Podemos partir desde nuestro punto actual, desde nuestra zona segura. Desde ese zona de confort, podemos (y deberíamos) atrevernos a abrir múltiples perspectivas, caminos y suposiciones para valorarlos todos.
A su vez, sería interesante también que, por una vez, aquello que nos es conocido (y tenemos cerca) se aleje un poco, para dar mayor importancia a esos conceptos e ideas que nos quedan lejanos porque no nos hemos atrevido a valorarlos y descubrir qué pueden enseñarnos.
La percepción divergente y la inconformidad
Con frecuencia, el modo en que percibimos y entendemos el mundo está mediado por un pensamiento convergente. Es ese tipo de razonamiento donde filtramos cada cosa que vemos desde un mismo prisma, sin ver otras opciones. Casi que sin darnos cuenta, nos volvemos más conformistas y el pensamiento crítico se apaga.
En la medida que nos sea posible, haríamos bien en combinar las dos percepciones. ¿De qué manera? Hay una frase que puede ayudarnos: «voy a cuestionarme un poco más aquello que hago, que pienso y que decido».
Cuestionarnos no es, ni mucho menos, dudar de nosotros. Es, sencillamente, preguntarnos si no podríamos hacer las cosas de otro modo, de una forma más original, innovadora y positiva al fin y al cabo. Quien se cuestiona hace uso del pensamiento crítico y se atreve a abrir la mente a nuevas corrientes e ideas. Dar el paso, hacer algo así, puede generar cambios tan positivos como esperanzadores.