Pitágoras, magia y esoterismo
Pitágoras fue uno de los primeros pensadores griegos en intentar desarrollar un sistema racional para explicar el funcionamiento del mundo. Aunque es conocido por sus avances dentro del campo de la matemática, las prácticas de su escuela estuvieron influenciadas por la magia y el esoterismo.
Dado que no dejó nada escrito y sus únicas biografías las redactaron cientos de años más tarde, su historia se halla envuelta en una atmósfera legendaria, donde mito y realidad se conjugan de manera inseparable. En este artículo, intentaremos dar cuenta de los elementos mágicos presentes en su vida y escuela filosófica.
Pitágoras y los números como fundamento del universo
Para este filósofo los números no eran meras abstracciones que hacemos de los objetos físicos, sino que poseían una entidad por sí misma. Los números constituían el principio de todo lo que vemos. Por ello, no debemos confundir el uso que en la actualidad hacemos de las matemáticas y el que los antiguos pitagóricos le dieron a esta disciplina.
Para estos matemáticos, la geometría y los números poseían un carácter sagrado y de ellos se desenvolvía toda una cosmología. Los números eran el fundamento metafísico de la existencia. Ahora bien, ¿cómo hacían los pitagóricos para deducir de los números la realidad material?
De acuerdo con el historiador griego Diógenes Laercio, el número «uno» representaba la realidad última de todo cuanto existe, es decir, el principio no engendrado o como lo llamaron los antiguos griegos: el arché.
El «dos», en cambio, se haya más cerca de la materialidad, pues mediante este se genera la línea. Luego, si agregamos otro punto se conforma la existencia del plano, construyendo la figura geométrica básica: el triángulo. Y es recién con el cuarto punto que la realidad tridimensional se genera, con la conformación del tetraedro.
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Matemáticas y esoterismo
Dado que los pitagóricos creían que los números eran sagrados, no todo el mundo podía acceder al estudio de estos. Eran conocimientos reservados para un pequeño grupo de iniciados que debían pasar por muchas pruebas antes de ingresar a la escuela.
El célebre historiador de las matemáticas, Paul Tannery, en su obra La géométrie grecque, describió con formidable precisión la división entre iniciados y no iniciados, que caracterizaban dos grupos muy definidos: akoustimatikoi y matematikoi.
Los akoustimatikoi eran quienes accedían a las llamadas enseñanzas exotéricas que se caracterizaban en su mayoría del tipo filosófico o ético. Akousmata significa literalmente «aquello que es oído».
Por otro lado, los matematikoi accedían a ciertos conocimientos vedados para la mayoría: los descubrimientos matemáticos. Estos circulaban solo dentro de la escuela y eran considerados conocimientos esotéricos.
El pentagrama
Uno de los símbolos más relacionados con Pitágoras es el pentagrama; se consigue al trazar una línea de un ángulo a otro de un pentágono. Lo curioso es que la figura formada en su interior es un pentágono que guarda una proporción áurea con el pentágono de partida. Dicha proporción es un tipo de relación que se da en muchos fenómenos de la naturaleza, incluso en la música.
Así, los pitagóricos atribuían a los números y las proposiciones matemáticas un carácter sagrado, con lo cual esta figura tenía una gran importancia para ellos. El pentagrama fue utilizado por los miembros de la escuela pitagórica como símbolo distintivo, destaca la Revista Brasileira de Historia Da Matematica; sus supuestas cualidades mágicas inspiraron a pintores como Dalí en alguna de sus obras.
Música y magia
Uno de los descubrimientos más famosos y revolucionarios que se le atribuyen a Pitágoras es la proporción que posibilita separar la escala musical en grados. La historia más legendaria cuenta que mientras pasaba por la puerta de un herrero, al escuchar cómo martillaban el hierro, oyó las notas que se desprendían en simultáneo del metal.
Y, adentrándose el filósofo al taller, tomó medida de los martillos para establecer las proporciones de las notas que cada uno producía; luego desarrolló el mismo experimento con cuerdas.
Fue así como de una cuerda, trabada por un puente móvil, se descubrieron las proporciones que constituyen a las consonancias perfectas: octava ½; cuarta 4/3; quinta 3/2 y que también forman un proporción áurea. Música y matemáticas fueron relacionadas primero por los pitagóricos, lo que posibilitó la creación de un sistema teórico-musical.
Esta relación tan estrecha con las matemáticas embistió a la música del mismo carácter sagrado y era usada por los discípulos del pensador para curar enfermedades del cuerpo y del alma; las leyendas dicen que escuchaba el sonido que producían los cuerpos celestes, la llamada música de las esferas
Pitágoras y los cultos mistéricos
Con todo lo descrito resalta el valor que poseía el conocimiento matemático en la antigüedad griega. La escuela pitagórica formaba parte de una tradición mistérica, es decir, un tipo de culto que solo dejaba acceder a algunos pocos iniciados. Las tradiciones mistéricas fueron muy influyentes en el mundo antiguo y las hubo de las más variadas formas.
Varias de estas tradiciones provinieron de Egipto, nación a la que muchos griegos tenían en gran estima. Parte de los conocimientos atribuidos a este matemático pudieron provenir de este país, donde había un avanzado desarrollo en esta ciencia.
De hecho, hay pruebas de que el famoso teorema de Pitágoras era conocido mucho antes de la existencia del filósofo, siendo usado y demostrado en Babilonia, India y China.
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Conclusiones
Como hemos visto, para los pitagóricos las fórmulas y proposiciones matemáticas eran algo más que simple abstracciones. Los números no consistían en elementos instrumentales en exclusiva, sino que formaban parte de una dimensión teológica que posibilitaba el desarrollo de toda una cosmología: eran entidades matemáticas independientes de la materia.
Más cerca de las tradiciones mistéricas que de la filosofía, los pitagóricos comprendían las matemáticas, la música y la metafísica como expresiones de una realidad última. El número representaba lo sagrado manifestado en el mundo y comprender los fenómenos matemáticos daba cuenta de la capacidad humana para tener contacto con la realidad divina.
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