Los síntomas del alma perdida

El alma perdida es un estado en el que una persona tiene dificultades para reconocer lo que es; aquí se incluye lo que siente, lo que piensa y lo que quiere. Hablamos de un extravío en el que adquieren fuerza la tristeza y la ansiedad.
Los síntomas del alma perdida
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 07 noviembre, 2022

El alma perdida es uno de esos conceptos que al mencionarlo todo el mundo intuye de qué se trata, pero que no es fácil de definir de manera precisa, por su ambigüedad. Primero, la misma idea de «alma» es algo confusa. Para la religión equivale a una sustancia inmaterial que habita en el cuerpo. En el lenguaje popular hace referencia al mundo interior.

Es de anotar que el alma perdida es una idea presente en muchos mitos y leyendas. Generalmente, refiere a un espíritu  sin cuerpo, condenado a vagar eternamente como consecuencia de alguna pérdida inabordable o de una culpa que nunca se termina de pagar. De uno u otro modo, ese es el equivalente en términos psicológicos.

Así mismo, el concepto del alma perdida aparece en terrenos disímiles, como la psiquiatría o el chamanismo, además de la psicología. En todas esas áreas tiene significados análogos, aunque, obviamente, también presentan diferencias. Veamos de qué se trata.

El alma es un vaso que solo se llena con eternidad”.

-Amado Nervo-

Mujer con trastorno mental


El alma perdida en psicología

Aunque en la psicología no se le ha dado una categoría específica al alma perdida, ni siquiera la de síndrome, sí que es uno de esos conceptos que muchos psicólogos manejan para trabajar con modelos.

Las personas con esta característica no son exactamente personas deprimidas o ansiosas, estrictamente hablando, sino que tienen unos rasgos en los que se puede apreciar una falta de conexión con ellas mismas.

Las cuatro características básicas del alma perdida serían las siguientes:

  • Actúan a la defensiva. En general, se trata de personas con miedos muy profundos. Esto las lleva a interponer grandes barreras que impiden conocerlas. El problema es que ellos tampoco se conocen a sí mismas, porque los temores lo invaden todo.
  • Tienen una mentalidad cerrada. Las almas perdidas suelen tener creencias e ideas inamovibles. En realidad, su sistema de valores y de convicciones forman parte de su escudo defensivo y por eso se niegan a revaluarlos.
  • Repiten errores, una y otra vez. Este tipo de personas se encuentran una y otra vez con las mismas situaciones adversas. En parte ese es el factor que les lleva a ponerse a la defensiva.
  • Se sienten desarraigados. Es como si fueran extranjeros, incluso en su propia casa. No forman parte de grupos de amigos ni tampoco desarrollan una enorme pasión por su trabajo o aficiones que llenen sus vidas.


Chamanismo y pérdida del alma

En el chamanismo no se habla de almas perdidas, sino de pérdida del alma; un concepto similar, aunque no idéntico. Este formaría parte de lo que se llama «la enfermedad del susto», o simplemente «susto». La psiquiatría lo reconoce como un síndrome cultural.

Lo que caracteriza a la pérdida del alma es la sensación de no ser uno mismo o de que hay partes de uno mismo que se han ocultado o perdido. Como consecuencia de esto, se pierde la energía y la vitalidad. Así mismo, se experimenta una fuerte sensación de vacío y ansiedad que casi siempre va acompañada de depresión y fatiga.

El «susto» es una categoría presente en el chamanismo mexicano. Algunos de los síntomas de esta condición son los siguientes:

  • Sensación de bloqueo.
  • Sensación de estar confuso o incompleto.
  • Decepción de la vida.
  • Verse a sí mismo como a un extraño.
  • Adicciones.
  • Sensación vital de noche oscura.
  • Alejamiento de los demás y temor de entrar en contacto con otros.
  • Cansancio constante.
  • Sed de cambiar e imposibilidad de hacerlo.
Chico solitario

El encuentro

Nadie se convierte en un alma perdida, o «pierde su alma», porque sí. Sucede en la vida que para lograr reconocernos, necesitamos inicialmente que alguien nos reconozca. Que nos diga «estás ahí», «ese eres tú». Es lo que en condiciones normales hace nuestra madre, o quien haga sus veces, durante la infancia.

El punto es que no siempre ocurre esto. A veces esa madre no está, o está sin estar, o se niega a reconocernos porque algo se lo impide. También sucede que se viven experiencias confusas y dolorosas durante la infancia y, entonces, las circunstancias son tan invasivas que no dejan lugar a ese autorreconocimiento.

Hay muchas razones por las cuales una persona establece un muro con el mundo o evita ser como es. En esa condición, tarde o temprano, surge ese sentimiento de extrañeza y esa sensación de no tener a donde ir ni tampoco querer ir a alguna parte. El alma no está perdida, sino oculta tras las defensas y las imposturas.

Emprender el camino de regreso hacia nosotros mismos es una tarea ardua. Lo más habitual es que ni siquiera aparezca ese deseo. Hay que saber, en todo caso, que sí se puede emprender ese viaje y aprender a ser. Por lo general, esto requiere de ayuda, pero se logra.


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