¿Por qué tenemos un color favorito?
¿Sabías que la ciencia evidenció hace tiempo que el color amarillo despierta nuestro apetito? Esta es la razón por la que las industrias de alimentación lo utilizan para su publicidad o sus logos. Se trata de una especie de mensaje subliminal para nuestro cerebro. Al fin y al cabo, es él quien experimenta un sinfín de procesos fisiológicos y psicológicos cada vez que se expone a esos rayos luminosos que impactan en nuestra retina.
Es más, la ciencia sospecha que incluso nuestra preferencia por un color u otro no es un acto puramente voluntario. Las personas respondemos emocional y evolutivamente al color. Cada tonalidad nos genera un sentimiento, una sensación, una activación fisiológica, hasta una serie de impulsos concretos, como el caso del color amarillo.
Asimismo, tampoco podemos dejar de lado la impregnación cultural que le hemos dado a ciertos tonos. El color negro, por ejemplo, se asociaba hace tiempo al proceso de duelo. Era el tono de ropa que usaban quienes habían perdido a un ser querido. En la actualidad, el negro se asocia a la elegancia.
Por otro lado, también se da un hecho frecuente. Llevamos una época aferrados a nuestros colores fetiche y, de pronto, sentimos debilidad por ese lavanda delicado, por ese bermellón vibrante, por el ocre, el turquesa o el verde oliva. ¿Por qué varían nuestras preferencias? ¿Hay alguna explicación? Lo analizamos.
El color azul es, por término medio, el favorito de la población.
¿Por qué tenemos un color favorito (y por qué es probable que sea el azul)?
¿Cuáles son tus tres colores favoritos? Es muy probable que en ese pequeño listado hayas incluido uno en concreto. El color azul es, por término medio, el favorito de la población desde hace siglos. Si esto es así se debe, en parte, a que los humanos hemos evolucionado asociando este color a la supervivencia, la calma y la salud.
Vivir en escenarios cercanos a medios acuáticos nos facilitó tener recursos para alimentarnos y subsistir. Eran también lugares de gran belleza (ríos, mares, lagos) dotados de luminosidad que generaban bienestar en nuestros antepasados. Esa impronta pretérita sigue presente en nosotros. Tanto es así que un estudio de la Universidad de Texas recogió un llamativo experimento realizado en Japón.
El hecho de instalar luz azul led en los andenes de los metros y trenes previene los suicidios. Si bien esta prueba piloto se hizo solo en una línea ferroviaria, los datos fueron reveladores. Se redujeron en un 84 %. De algún modo, el color azul tiene un impacto en el cerebro, invita a la introspección y a la calma. Estoo explica por qué nos atrae como lo hace.
Sin embargo, y más allá del azul… ¿Por qué tenemos un color favorito? ¿Por qué desde que somos muy pequeños ya evidenciamos una preferencia u otra?
Detrás de un color hay una historia (la teoría de la valencia ecológica)
La teoría de la valencia fue acuñada por la doctora Karen Schloss en un estudio publicado en la revista PNAS. Al parecer, en nuestro registro mental ningún color es neutro: a todos le otorgamos un significado concreto. Es probable que una niña de 5 años sienta preferencia por el rosa debido a la carga cultural con la que es educada.
Nuestras historias personales y experiencias subjetivas nos condicionan a la hora de sentir preferencia por un color u otro. Aquí tiene un gran peso también los medios y la publicidad. Pero a veces, basta con tener una vivencia de gran intensidad emocional para que nuestra mente sienta preferencia por un color.
Por ejemplo, si la persona de la que nos enamoramos llevaba una camisa verde el día que la conocimos, es probable que ahora ese sea nuestro color favorito. Esto explica también por qué, con el tiempo, esa predilección por un color “salta” a otro.
Los colores y la personalidad humana
Todos tenemos un color favor favorito, y es muy probable que no sea el marrón. Este color suscita en nuestro cerebro una serie de sensaciones incómodas. Se asocia a la suciedad, a los desechos y la descomposición. Ahora bien, más allá de esas respuestas instintivas y culturales, está el factor personalidad.
El color rojo, por ejemplo, está entre los preferidos de las personas dinámicas, extrovertidas y apasionadas. Esta tonalidad es la más llamativa para el ojo humano; nunca pasa desapercibida. La personalidad más introvertida, más paciente e introspectiva, en cambio, siente predilección por el verde.
Aquellos que sean optimistas, buenos comunicadores y con gran sentido del humor, tal vez tengan entre sus preferencias el color naranja. Nuestra personalidad es otra variable que podría explicar esa inclinación por determinados tonos y no otros.
Las niñas de 5 o 6 años suelen tener fijación con el color rosa por factores sociales y culturales. Sin embargo, antes de llegar a la adolescencia, sus preferencias cambian.
Los colores están hechos de historias
Nuestras experiencias de vida, la cultura, la personalidad e incluso nuestros instintos desempeñan un papel decisivo en nuestra fascinación por un color o colores concretos. Podríamos decir que se combinan tanto raíces culturales como biológicas y esto lo hace aún más interesante.
Si deseamos profundizar en por qué tenemos un color favorito, hagámonos las siguientes preguntas: ¿qué sensación me produce esta tonalidad? ¿Qué asocio a este color, qué recuerdos o qué imágenes me trae? Tal vez, al reflexionar en estas cuestiones hallemos la respuesta.
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