Qué es el instinto de supervivencia y cómo funciona

Aunque todos nosotros estamos programados para sobrevivir, hay personas con unos recursos de resiliencia y adaptabilidad extraordinarios. Son hombres y mujeres capaces de hacer frente a situaciones extremas.
Qué es el instinto de supervivencia y cómo funciona
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 30 enero, 2025

Puede que este dato te sorprenda, pero a tu cerebro no le preocupa demasiado que seas feliz: lo que quiere es que sobrevivas. Este y no otro es el fin más decisivo de un órgano sofisticado que ha facilitado nuestra evolución en entornos muy adversos; es lo que llamamos instinto de supervivencia. Hacer frente a las dificultades y amenazas, adaptarnos y avanzar, preservando nuestra especie, es el más relevante de sus propósitos.

No te extrañará saber, por tanto, que todo ser vivo está programado para sobrevivir. Los líquenes, por ejemplo, pueden adaptarse a escenarios gélidos como las zonas polares. Cuando el alimento escasea, los escorpiones ralentizan su metabolismo para no morir. Y las personas… ¿Qué podemos decir? Somos capaces de actos extraordinarios para preservar nuestra vida e incluso la de los demás.

Sobrevivir: un mecanismo neurológico primordial

En junio del 2023, todo el mundo se quedó fascinado ante una historia de supervivencia excepcional. Cuatro niños, de entre 1 y 14 años, fueron rescatados en la Amazonia colombiana, después de 40 días perdidos tras sufrir un accidente aéreo. Aquel milagro fue el resultado de la maravillosa sabiduría indígena que albergaban los pequeños, sumado a ese mecanismo primordial que nos define a todos.

El instinto de supervivencia es una respuesta innata que nos permite reaccionar ante situaciones que amenazan la vida o el bienestar. Está arraigado en nuestro sistema nervioso y es responsable de respuestas como luchar, huir o quedarnos quietos. Porque, cuando algo nos amenaza, cualquier acción es válida para el cerebro con tal de preservar nuestra existencia.



Son conductas que no requieren aprendizaje

Nuestro sentido de supervivencia se expresa a través de tres instintos: la preservación, el instinto social y el sexual. Es decir, no solo procuramos garantizar nuestra vida, sino que buscamos sentirnos seguros, formar parte de un grupo social (pertenencia) y dar paso a nuevas generaciones (reproducción). Todo ello son conductas que no responden a procesos de aprendizaje.

Conviene destacar que, en todos los vertebrados, estos comportamientos se activan a través de complejos circuitos cerebrales. Son sistemas neurológicos que apenas han cambiado a lo largo de nuestra evolución y que tienen en las emociones su principal baluarte. Llevamos siglos haciendo frente a situaciones extremas de todos los tipos, gracias a mecanismos psicofísicos como el miedo o la ansiedad.

Un cerebro programado para que sobrevivas

El Instituto Max Planck lleva en la actualidad una investigación en este ámbito. Hasta el momento, sabemos que la sustancia gris periacueductal, situada en el mesencéfalo, actúa como pieza clave al activar la conducta de supervivencia. Por otro lado, es importante destacar el papel de la amígdala, esencial a la hora de detectar amenazas.

Cuando se identifica un riesgo, se enciende una amplia sinfonía de procesos neurológicos a través del hipocampo y tu sistema nervioso simpático. Se libera cortisol y adrenalina, el cuerpo se prepara para reaccionar ante ese estímulo adverso y, a su vez, entra en juego la corteza prefrontal. Ella es la encargada de evaluar riesgos de manera consciente, procurando encontrar estrategias con las que abordar esa realidad.

Por qué es importante el instinto de supervivencia

¿Recuerdas a los 16 sobrevivientes que se estrellaron en un glaciar de los Andes en 1972? El instinto por salvaguardar su existencia les hizo tomar decisiones extremas, ya conocidas, y que sin duda les marcaron para siempre. Lo cierto es que la pulsión por la vida moldea al ser humano, y lo hace hasta el punto de no saber cómo reaccionaríamos en situaciones límite.

Es tu «botón de alerta» en momentos críticos

El sentido de supervivencia no solo es ese mecanismo esencial que te protege de peligros inminentes. Es el «detector» que te convence de evitar ciertos riesgos, es la voz que te insta a buscar ayuda en momentos de crisis emocional o la corazonada que te dice que es mejor alejarse de ciertas personas. Gracias a ese instinto tan antiguo, sigues orientando tus conductas hacia la seguridad.

Potencia tu resiliencia

El instinto de supervivencia te permite desarrollar esa competencia excepcional que es la resiliencia. Como bien destacan en Frontiers in Behavioral Neuroscience, esta característica es la que facilita que nos adaptemos a la adversidad. Asimismo, ella es un componente nuclear de esa pulsión por la vida, de ese deseo por adoptar nuevas estrategias, resolver problemas y encontrar la luz en medio de la oscuridad.

Además, la adaptación impulsada por este instinto no solo es reactiva; es proactiva. Es decir, las personas somos capaces de prever riesgos potenciales y preparar respuestas antes de que aparezcan los desafíos en nuestro horizonte. Esto nos ayuda a dar forma a una existencia más estratégica y más segura para nosotros y las personas que amamos.

Fomenta tus habilidades de resolución de problemas

¿Quién no ha tenido que hacer frente a una época difícil? Son instantes en los que, si bien no siempre estaba amenazada nuestra vida como tal, sí lo estaba nuestro bienestar o integridad socioemocional. Así, cuando se activa en el cerebro el sentido de supervivencia, lo hace la capacidad de pensar de manera estratégica.

Porque las experiencias difíciles también generan aprendizaje y potencian la mentalidad creativa. Por no hablar de esa habilidad tan necesaria que es saber manejar la incertidumbre. De algún modo, este mecanismo, tan pretérito, actúa como un motor del desarrollo personal y de la autonomía.

Te da sentido de propósito

Si te preguntas por qué es importante el instinto de supervivencia, piensa que esta dimensión está vinculada al sentido de propósitoTener un objetivo en la vida o algo que nos dé sentido nos brinda una razón para perseverar. Ya sea el hecho de reunirte con la familia, protegerlos o querer contar tu historia cuando has pasado por un momento adverso, actúa de combustible para querer sobrevivir a lo que sea.

Fortalece tu motivación intrínseca

La motivación intrínseca  media en el bienestar psicológico. Y, aunque te sorprenda, el instinto de supervivencia también refuerza el comportamiento guiado por recompensas internas. Todos ansiamos, por ejemplo, tener vínculos sociales seguros, personas que nos protejan, que sean nuestro refugio emocional para sentirnos bien, amados y protegidos.

Asimismo, queremos superar dificultades y avanzar hacia objetivos significativos, esos que facilitan nuestra preservación y el deseo de lograr una vida más plena y satisfactoria, libre de amenazas y riesgos.

Supervivencia y equilibrio emocional

Es posible que hayas asociado el sentido de supervivencia a la activación del miedo y la ansiedad, esos estados psicofísicos que, con frecuencia, nos son tan incómodos. Bien, lo cierto es que esas emociones básicas son las que han facilitado que sigamos aquí como especie. Son ellas las que nos avisan de los riesgos, las que generan esa activación psicofísica necesaria para afrontar amenazas.

Resulta esencial, por tanto, comprender y regular esas emociones para tomar decisiones equilibradas en medio de alta tensión. Porque la autoconciencia, decisiva en el bienestar psicológico, se relaciona con el sentido de supervivencia. El equilibrio entre la prudencia y la capacidad de reacción facilita siempre dar forma a las mejores respuestas, en momentos de riesgo.


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Más allá de preservar la vida

El sentido de supervivencia es mucho más que un mecanismo primitivo que te garantiza seguir en este mundo. Es una fuerza poderosa que te impulsa al crecimiento en un mundo lleno de desafíos. Es como un guía silencioso que te conecta con tus emociones, para seguir adelante cuando tienes un problema o la vida te sitúa ante una adversidad.

Que te despidan del trabajo, afrontar una enfermedad o problema mental, perder a un ser querido, sufrir una agresión, vivir un desastre natural… Muchas de estas realidades ponen en jaque tu existencia. Puede que sientas que no estás preparado/a para hechos de este tipo, pero lo cierto es que lo estás. En el ser humano habita una resiliencia excepcional, esa que nos ha permitido llegar hasta donde estamos como especie.


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