¿Qué es el síndrome de Ulises? Todo lo que debes saber

La migración forzada puede llevar a un estado de estrés psicológico extremo. Se trata de un síndrome que, a su vez, tiene otros fuertes impactos psicológicos. Conozcamos de qué va.
¿Qué es el síndrome de Ulises? Todo lo que debes saber
Sharon Laura Capeluto

Escrito y verificado por la psicóloga Sharon Laura Capeluto.

Última actualización: 12 agosto, 2024

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) calculó que hasta el año 2024, alrededor de 120 millones de personas en el mundo se verían obligadas a abandonar sus hogares. Esta realidad aumenta el riesgo global de experimentar el síndrome de Ulises.

También llamado síndrome del inmigrante con estrés crónico y múltiple, este describe la sensación de desarraigo, miedo y desorientación al enfrentar un duelo migratorio en condiciones límites. ¿Qué más arrastra consigo este fenómeno?

Ulises y el estrés del inmigrante: mitología y realidad

Fue el psiquiatra español Joseba Achotegui quien, en el año 2002, acuñó el término «síndrome de Ulises», inspirado en el personaje Odiseo (Ulises, en latín) del poema épico La Odisea. En este relato, el héroe mitológico enfrenta varios desafíos en su largo viaje de regreso a casa luego de la Guerra de Troya.

Achotegui utilizó el nombre del protagonista de esta famosa obra literaria como una metáfora de las experiencias difíciles y los sentimientos de desorientación y ansiedad que pueden sentir los inmigrantes al dejar su país de origen y adaptarse a un nuevo entorno.

¿Es una patología?

Este síndrome no está reconocido en los manuales oficiales de psiquiatría como un trastorno mental. No es una patología. Más bien, se refiere al fenómeno de duelo migratorio problemático que algunos migrantes confrontan a causa de circunstancias hostiles y adversas.

Según Achotegui, «emigrar se está convirtiendo hoy para millones de personas en un proceso que posee unos niveles de estrés tan intensos (soledad forzada, miedo, indefensión…) que llegan a superar la capacidad de adaptación de los seres humanos».

Muchas personas se ven obligadas a abandonar sus hogares y familias, debido a conflictos bélicos, desastres naturales, problemas económicos o falta de oportunidades laborales en sus países de origen. La migración forzada no es una enfermedad mental, sino una cuestión de supervivencia. En este contexto de urgencia, el impacto emocional es mucho mayor comparado con el duelo migratorio común.

Diferencia entre el duelo migratorio y el síndrome de Ulises

La diferencia está en las circunstancias en las que se emigra y, por ende, en la complejidad del dolor. El duelo migratorio es el proceso normal de ajuste emocional que toda persona que abandona su hogar enfrenta. Mientras, el síndrome de Ulises describe una experiencia migratoria tan extrema que se sobrepasa las capacidades humanas de adaptación.

A diferencia de otras pérdidas como la muerte de un ser querido, el duelo migratorio es parcial porque el país de origen no desaparece. Por lo tanto, tras emigrar siempre está la posibilidad de regresar, ya sea para visitas temporales o una eventual repatriación. Y se dice también que es múltiple, porque supone varias pérdidas significativas.

Pérdidas con las que todo migrante lidia

El psiquiatra Achotegui, experto en migración y salud mental, identifica siete duelos básicos que todo migrante debe procesar. A continuación, los listamos:

  • Del entorno familiar y social: separarse de la red de apoyo familiar y amigos cercanos genera sentimientos de soledad y aislamiento durante este proceso.
  • De la lengua materna: a menudo, se extraña el acento y los modismos. Esta pérdida puede intensificarse aún más si se emigra a un país donde se habla un idioma diferente.
  • Del sentido de pertenencia a una comunidad: adaptarse a nuevas dinámicas sociales y encontrar un nuevo grupo de pertenencia resulta un desafío durante la integración a un nuevo lugar.
  • De la identidad cultural: el desplazamiento implica la pérdida de valores, tradiciones culturales y costumbres alimenticias, lo cual puede desafiar la identidad personal y el sentido de arraigo cultural.
  • De la tierra natal: dejar atrás el lugar físico donde la persona vivió experiencias y estableció raíces emocionales. Por ejemplo, es común sentir nostalgia por los paisajes, calles, olores y temperaturas familiares.
  • Del rol y estatus social: al mudarse a un nuevo país, es común que la posición social, económica y profesional se reinicie desde cero. La presencia de xenofobia puede exacerbar el malestar asociado a este proceso.
  • De la seguridad física y psicológica: según el contexto sociopolítico, los migrantes se enfrentarían a situaciones de vulnerabilidad como la discriminación, la explotación laboral o incluso amenazas directas a su integridad física, por ejemplo, durante el viaje migratorio.

Alguien que desarrolla el síndrome de Ulises padece las mismas pérdidas que cualquier migrante, pero lo hace en condiciones críticas. Esto, por supuesto, aumenta el estrés emocional y psicológico, lo que supera la capacidad de adaptación y hace más complejo el proceso.



Principales estresores de la salud mental de los inmigrantes

Antes, durante y después del exilio forzado, las personas se enfrentan a una serie de desencadenantes de estrés que repercuten de lleno en su bienestar emocional, físico y psicológico. Como resultado, se debilitan las habilidades de afrontamiento y resiliencia.

Atendiendo a lo que Achotegui expone en un artículo difundido en Gaceta Médica de Bilbao , los estresores principales son los siguientes:

  • Soledad: estar lejos de los seres queridos es sin duda una de las mayores fuentes de sufrimiento, en especial, cuando se dan separaciones forzadas de hijos pequeños y/o padres ancianos, debido a restricciones legales o económicas.
  • Miedo: el temor se centra en los peligros físicos del viaje, como cruzar en embarcaciones precarias, enfrentarse a mafias o redes de prostitución, y vivir con el terror constante de ser detenido y expulsado una vez en el país de acogida.
  • Fracaso del proyecto migratorio: después de invertir enormes esfuerzos y arriesgado la vida en el desplazamiento, las dificultades para obtener papeles legales, acceder al mercado laboral o la falta de mejora en la calidad de vida, produce una sensación profunda de desesperanza e impotencia.
  • Lucha por la supervivencia: muchos migrantes se ven obligados a comer alimentos de baja calidad y en cantidades insuficientes, porque prefieren enviar dinero a sus familias. Además, suelen vivir en condiciones de hacinamiento que no cumplen con los estándares mínimos de habitabilidad.

Al combinarse estos agentes de estrés se conforma la base psicológica del síndrome del inmigrante y puede llevar al desarrollo de diagnósticos oficiales como la depresión, el trastorno de estrés postraumático (TEPT) o el trastorno de ansiedad generalizado.

Sintomatología del síndrome de Ulises

La exposición prolongada a niveles tan altos de estrés causa una amplia variedad de síntomas que clasificamos en cuatro grandes áreas, una de ellas abarca la somatización:

1. Depresiva

  • Tristeza
  • Sentimiento de culpa

2. Ansiógena

3. Malestar psicológico que se somatiza

  • Cefaleas
  • Molestias digestivas
  • Enfermedades de la piel

4. Confusional

  • Fallos de memoria o atención.
  • Sentirse perdido o desorientado, tanto física como mentalmente.
Algunos migrantes deben esconderse o cambiar de identidad para protegerse, lo cual puede llevar a una sensación de no saber quiénes son. Además, las mentiras y secretos familiares durante el proceso también contribuyen a la confusión.


Cómo afrontar el impacto emocional al abandonar el hogar en un contexto de urgencia

Incluso con el dolor que conlleva, abandonar el hogar es a veces la única opción posible. Aunque pueda ser una solución más que un problema, los desafíos emocionales y psíquicos son innegables. Aquí mencionamos algunas recomendaciones psicológicas para hacerles frente.

Buscar recursos comunitarios

A nivel internacional, existen diversas organizaciones comprometidas con el apoyo a los migrantes. Entre las entidades que juegan un papel crucial en la ayuda humanitaria, protección legal y asistencia básica están estas:

  • ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados): esta agencia de la ONU se dedica a proteger y apoyar a los refugiados y solicitantes de asilo en todo el mundo.
  • Amnistía Internacional: es un ente global dedicado a la defensa de los derechos humanos. Entre sus objetivos se encuentra la lucha contra la estigmatización de las personas que migran.
  • Cruz Roja y Media Luna Roja: son organizaciones humanitarias que ofrecen asistencia en emergencias y crisis humanitarias a nivel global. Incluye apoyo médico, alimentario y de alojamiento.
  • OIM (Organización Internacional para las Migraciones): es la principal organización intergubernamental dedicada a la migración. Proporciona servicios y asistencia a las comunidades afectadas y promueve la gestión ordenada y humana de los flujos migratorios.

Además, hay organizaciones locales y comunitarias, desde centros de acogida, refugios e instituciones religiosas, que ofrecen apoyo y recursos específicos para el bienestar de los migrantes.

Solicitar ayuda profesional

La asistencia psicológica es fundamental para procesar emociones difíciles como la pérdida, el miedo o la ansiedad asociadas con el duelo en contextos difíciles. También puede ser necesaria la intervención de psiquiatras, médicos, asistentes sociales y educadores.

Conectar con otros migrantes compatriotas

A las personas que abandonan sus hogares, conectar con otros que pasen una situación similar de desarraigo les resulta reconfortante. Aparte de la oportunidad de intercambiar consejos prácticos sobre cómo adaptarse, esto también fortalece los lazos sociales y el sentido de pertenencia.

Mantener rutinas y cierta estructura

Las rutinas son básicas para la estabilidad emocional, sobre todo, en situaciones de cambio, incertidumbre y caos. Tener horarios y actividades regulares brinda una percepción de orden y control que es crucial para disminuir la ansiedad, así como para sentirse más preparado al enfrentar los desafíos de la adaptación.

Pequeños gestos, grandes diferencias

Sin importar dónde te encuentres en el mundo, es muy probable que cerca de ti alguien enfrente desafíos significativos por estar lejos de sus casas y seres queridos. Mostrar compasión, evitar estigmatizar o culpar, y estar dispuesto a ofrecer apoyo, marca una enorme diferencia, por insignificante que parezca.

Y si eres tú quien vive este desarraigo, no dudes en buscar ayuda y conectarte con los recursos disponibles. Hay muchas personas comprometidas a escuchar, entender y acompañarte en este camino de adaptación y superación.


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