Tolerancia inversa al alcohol y las drogas: qué es y por qué se produce
La tolerancia inversa al alcohol o las drogas provoca que alguien reaccione más rápido tras el consumo de alguna de estas sustancias. Esto implica un riesgo significativo para la salud, porque basta con una dosis baja para sufrir reacciones imprevisibles, como intoxicaciones etílicas, convulsiones o paradas cardiorrespiratorias.
Ejemplo de ello lo podemos tener en un joven que, al ser consumidor habitual de opioides, reacciona de pronto con un episodio psicótico de gran intensidad al consumir una pequeña cantidad de heroína. Estas son realidades que se ven a diario en las urgencias hospitalarias y psiquiátricas y, ante las cuales, necesitamos dar mayor visibilidad. Analicemos este tema.
¿En qué consiste la tolerancia inversa?
La tolerancia inversa es un fenómeno neurobiológico en el que tras un consumo continuado de drogas y/o alcohol se desarrolla una mayor sensibilidad a estos. Diferente a la tolerancia convencional, este proceso refleja la vulnerabilidad acumulativa del organismo, en el cual el daño físico y los cambios neuroquímicos amplifican los efectos de pequeñas cantidades de una sustancia.
Asimismo, esta característica suele estar asociada a condiciones de salud subyacentes, como daños hepáticos, neurológicos o trastornos sistémicos. Ahora bien, cabe señalar que no se conocen con exactitud los mecanismos que orquestan esta realidad clínica. No obstante, como resalta una publicación de la revista Alcohol and Alcoholism, conocer el tipo de tolerancia de cada paciente es clave para facilitar un mejor tratamiento.
Te puede interesar Los 12 pasos AA, el programa para la recuperación de adicciones
Causas de esta reacción del organismo
Es importante matizar que la sensibilidad inversa puede desarrollarse tanto en el alcohol, como en diferentes drogas (estimulantes, depresores y alucinógenos). Es más, también ha podido verse en algunos medicamentos después de una administración continuada. En lo que respeta a sus causas, por lo general, son múltiples y vale la pena profundizar en ellas.
Sensibilización neuroquímica
Existe un fenómeno que se aprecia con frecuencia en el universo neurológico. Los receptores dopaminérgicos (clave en la sensación de placer) pueden volverse más sensibles tras el consumo prolongado de estimulantes como la cocaína. Mientras que los receptores GABA y NMDA, asociados al efecto inhibitorio del alcohol, también experimentan una desregulación.
Estos cambios se traducen en un aumento de la respuesta cerebral ante pequeñas dosis de tales sustancias, amplificando sus efectos psicoactivos. Algo así explicaría por qué la sensibilidad inversa se manifiesta con reacciones tan intensas, como una intoxicación aguda o una respuesta psicótica.
Neurotoxicidad acumulativa
Si bien toda adicción tiene un desencadenante psicológico o ambiental, lo que puntualizan trabajos como los divulgados en The New England Journal of Medicine es que son enfermedades del cerebro. Es decir, la alteración que generan en este plano es inmensa. De hecho, el daño progresivo o la neurotoxicidad que provocan el alcohol y las drogas produce desde inflamación hasta reducción del volumen cerebral.
Poco a poco, aparece una progresiva incapacidad del cerebro para eliminar las toxinas acumuladas, lo cual explicaría la tolerancia inversa. Es decir, llega un momento en que ya no se pueden reparar los daños y, ante dosis bajas de esas sustancias, se desencadenen respuestas amplificadas en circuitos ya disfuncionales.
Deterioro hepático
El hígado es el principal órgano encargado de metabolizar el alcohol a través de las enzimas. Condiciones como la cirrosis hepática o la hepatitis alcohólica pueden limitar su eficiencia.
En consecuencia, tras consumir pequeñas cantidades de alcohol, este permanece en el torrente sanguíneo durante más tiempo, elevando los síntomas de intoxicación. Además, todo ello se agrava si la persona presenta algún tipo de daño neuronal o deficiencias nutricionales, como la falta de vitamina B1, algo habitual entre los dependientes crónicos al alcohol.
Trastornos psiquiátricos y comorbilidades
El consumo de alcohol y drogas va con frecuencia de la mano de problemas de salud mental. De hecho, son muchas las personas con ansiedad, depresión y trastorno bipolar que acaban desarrollando sensibilidad inversa. Inclusive, se señala que con frecuencia los pacientes con esquizofrenia evidencien esta característica.
Pero ¿por qué este fenómeno aparece en pacientes con condiciones psiquiátricas? Lo cierto es que muchas de estas afecciones clínicas ya presentan por sí mismas alteraciones en los circuitos de la dopamina, la serotonina y el GABA, intensificando así la sensibilización al consumo de sustancias.
Con la esquizofrenia los sistemas dopaminérgicos están hiperactivados, por ejemplo, elevando la sensibilidad a las anfetaminas o al alcohol, exacerbando los síntomas psicóticos y la propia desregulación emocional.
Factores genéticos
Si hay algo que todos sabemos es que, a veces, las personas reaccionamos de forma diferente al alcohol, las drogas o incluso a los fármacos. La clave estaría en la genética de cada uno y en factores ambientales, como el hecho de si nuestros padres ya presentaban cierta dependencia o sensibilidad extrema a alguna sustancia.
Por lo general, esa predisposición genética lo que hace es a fectar a la velocidad con la que nuestro cuerpo procesa esos componentes nocivos para el organismo. Así, y como sencillo ejemplo, en personas con estos polimorfismos genéticos, pequeñas cantidades de alcohol pueden generar efectos más intensos debido a la rápida acumulación del etanol o acetaldehído en el cuerpo.
Cómo reconocer la sintomatología
La tolerancia inversa puede detectarse mediante la observación de ciertos signos y cambios en la persona. Muchas veces son hombres y mujeres muy habituados al consumo de sustancias; por ello no suelen esperar tener una reacción adversa ante una toma puntual. Entonces, es fundamental analizar siempre el historial de consumo, las condiciones médicas subyacentes y los síntomas clínicos. Estas son las señales clave.
Reacciones desproporcionadas a dosis pequeñas
Lo que veremos es una intoxicación más rápida e intensa tras consumir una cantidad menor de la sustancia, en comparación con episodios previos. Puede aparecer desde euforia hasta efectos psicoactivos exagerados en dosis que antes eran tolerables. Asimismo, es importante estar atentos a la aparición de efectos secundarios graves, como mareos, confusión, náuseas o somnolencia extrema, hasta con cantidades mínimas.
Síntomas físicos y conductuales
En el caso del alcohol se evidencia piel enrojecida, dificultad para hablar, pérdida de coordinación o cambios en el estado de ánimo, con cantidades reducidas.
Por otro lado, con el consumo de drogas es común un aumento de la frecuencia cardíaca, alucinaciones, ansiedad intensa o sedación marcada tras una dosis baja. Las reacciones adversas inesperadas incluyen desmayos y/o convulsiones.
Riesgos asociados a la tolerancia inversa
Este fenómeno neurológico deriva con frecuencia en situaciones graves que se van acumulando con el tiempo. Por lo general, son personas con un estado de salud muy vulnerable debido al consumo persistente, lo cual explica que puedan darse cuadros clínicos muy extremos, como los siguientes.
Intoxicaciones graves y sobredosis
Cuando se sufre sensibilidad inversa una dosis mínima de alcohol y/o drogas derivaría en sobredosis e incluso en muerte. El organismo alcanza niveles bastante elevados de intoxicación en poco tiempo, lo que resulta muy peligroso. De hecho, son frecuentes los cuadros clínicos de insuficiencia respiratoria o accidentes cerebrovasculares.
Daño orgánico progresivo
Imagina a una persona que lleva varios años consumiendo cocaína y anfetaminas. El deterioro social, emocional y psicológico es devastador, por no hablar del propio organismo y los evidentes daños en el cerebro y el corazón. Y cuando existe tolerancia inversa el deterioro psicofísico se acelera. Hay una alta sensibilidad a las sustancias y todo ello aumenta la fragilidad de la persona.
Mayor riesgo de accidentes y comportamiento desinhibido
Los efectos intensificados pueden provocar pérdida de coordinación, deterioro del juicio y comportamientos impulsivos. Todo esto desemboca con frecuencia en caídas, conflictos interrelacionales, accidentes de tráfico o conductas de riesgo como relaciones sexuales sin protección, apuestas de juego, etc.
Complicaciones psiquiátricas
Las personas con problemas de salud mental pueden caer en conductas de adicción. A menudo, el consumo de sustancias agrava los trastornos psiquiátricos y puede hacer que aparezcan otros. Es común encontrarnos con pacientes con episodios psicóticos, ansiedad extrema o depresión mayor. Todo ello suele dificultar el tratamiento y la recuperación.
Desafíos en el tratamiento de la adicción
Lo acabamos de mencionar: la sensibilidad inversa complica el manejo clínico de la dependencia. La hipersensibilidad de los pacientes hace que sea difícil diseñar los planes de desitonxiación y ajustar la terapia farmacológica. Si se lleva a cabo una detección temprana de la misma, se pueden implementar estrategias de tratamiento más seguras para la persona.
Te explicamos 7 datos para entender al fentanilo, la droga zombi
Identificar a tiempo el problema salva vidas
La tolerancia inversa nos demuestra que la adicción no solo es una cuestión de conducta, sino una interacción multifacética entre biología, psicología y entorno. Recordemos siempre que la realidad del consumo de sustancias es única en cada persona, en su contexto, en sus características genéticas y en sus particularidades neurológicas.
Identificar este fenómeno de manera temprana es crucial, pues es nuclear para el posterior tratamiento y recuperación, además de esencial para salvar vidas. Seamos más conscientes de este fenómeno y entendamos las raíces profundas y complejas de la dependencia de ciertas sustancias. Procuremos ser empáticos con quienes más lo necesitan.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Haass-Koffler, C. L., & Perciballi, R. (2020). Alcohol tolerance in human laboratory studies for development of medications to treat alcohol use disorder. Alcohol and Alcoholism (Oxford, Oxfordshire), 55(2), 129-135. https://academic.oup.com/alcalc/article/55/2/129/5707516?login=false
- Khokhar, J. Y., Dwiel, L. L., Henricks, A. M., Doucette, W. T., & Green, A. I. (2018). The link between schizophrenia and substance use disorder: A unifying hypothesis. Schizophrenia Research, 194, 78-85. https://linkinghub.elsevier.com/retrieve/pii/S0920996417302037
- Volkow, N. D., Koob, G. F., & McLellan, A. T. (2016). Neurobiologic advances from the brain disease model of addiction. The New England Journal of Medicine, 374(4), 363-371. https://www.nejm.org/doi/10.1056/NEJMra1511480