Reducir opciones, mejorar decisiones
¿Crees que el número de opciones que tienes afecta a cómo decides? ¿Crees que el cerebro atiende igualmente a todas las opciones que se te presentan? ¿Crees que puedes elegir mejor si tienes más opciones o es al revés? En este artículo intentaremos responder a estas preguntas y entender así un poco mejor nuestra forma de tomar decisiones.
Imagínate que acudes a un restaurante y en la carta tienes cien platos a elegir o que te decides a ir al cine y la oferta de películas supera las cincuenta. ¿Cuánto tardarías en decidirte? ¿Crees que quedarías satisfecho con tu elección? En la mayoría de los casos tener menos opciones facilita la propia decisión y lo hace especialmente cuando se trata de una decisión que tomamos con una alto grado de consciencia. Esto es así porque menos opciones significa también menos escenarios plausibles que tenemos que analizar.
Las nuevas tecnologías se enfocan hacia esto, reducen la información que nos llega, filtrándola para que sea más acorde a nuestros gustos, dejan a la vista opciones más sencillas para la elección, o también, permiten disminuir las opciones agrupando en categorías. Todo para que el cerebro tampoco necesite mucho tiempo para elegir.
Además un menor número de opciones favorece que, de esas opciones, elijamos la que creemos mejor en ese momento. En parte eso es así porque encaja muy bien con los intereses de nuestra sociedad de consumo, a la que no le interesa que nos quedemos anclados en una toma de decisiones. Lo vemos, por ejemplo, en esas ofertas “especiales” para los X primeros pedidos.
¿Conoces el fenómeno FOBO?
El fenómeno FOBO recibe su nombre de la expresión Fear of better options (miedo a tener mejores opciones) y hace referencia a la postergación en la toma de decisiones por querer elegir lo mejor, por seguir explorando nuevas posibilidades y en definitiva, buscar y encontrar esa alternativa perfecta. En muchos casos, lo único que propicia este fenómeno es seguir dejando para mañana decisiones que podríamos tomar hoy.
Por otro lado, además del miedo a perdernos la mejor opción, lo que hace que repitamos esta estrategia es el hecho de que es reforzada de manera variable. Es decir, es una estrategia que en raras ocasiones sí encuentra premio. Por otro lado, muchas veces, nos quedamos dándole vueltas a una decisión que ya hemos tomado (seguimos pensando en coches o en lavadoras, aunque ya hayamos decidido), y es entonces cuando aparece una mejor opción (la tecnología avanza) y nos tiramos de los pelos.
“La clave para administrar decisiones en el mundo de la hiperelección es buscar lo que sea suficientemente bueno y no lo mejor. En cambio, si esperas hasta encontrar lo mejor, la búsqueda nunca termina”.
-Schwartz-
En los años 50, Herbert Simon, premio nobel de economía, distinguió dos tipos de personas a la hora de tomar decisiones. En un extremo estarían las personas maximizadoras, es decir, las que buscan y rebuscan hasta dar con la mejor de sus opciones y aquellas otras que se fijan en la satisfacción momentánea.
Las personas maximizadoras estarían más cerca de tomar la mejor decisión, pero también pueden caer en la trampa del fenómeno FOBO. Por ello, la toma de decisiones puede ser un proceso complejo, pero el error será hacerlo un proceso eterno. La decisión perfecta no existe, solo la decisión que tomamos.
El efecto FOBO nos puede producir estrés, depresión, insatisfacción y falta de bienestar, ya que no nos permite decidir, sino que sigue optando a nuevas posibilidades, a nuevas opciones y no permite que el cerebro descanse y disfrute de la opción elegida. Por ello más opciones no garantiza ni mejores decisiones ni mayor satisfacción.
En un reciente estudio (2012) se pudo observar que aquellas personas maximizadoras eran las que más insatisfechas se sentían tras haber tomado una decisión ya que constantemente cuestionaban aquello que habían elegido y se seguían sintiendo inseguros.
¿Cómo podemos tomar buenas decisiones?
A la hora de tomar decisiones podemos hacer el proceso más simple contando con tres pasos básicos que nos llevan a reducir opciones para tomar mejores decisiones:
- El primer paso va a ser clarificar la pregunta ¿Qué quiero conseguir? Con esto logramos reducir las opciones a tan solo aquellas que me acerquen al objetivo que deseo.
- En segundo lugar, identificar pasos a seguir según las opciones que tenga. ¿Qué herramientas necesito? ¿De cuánto tiempo dispongo? ¿Cuánto de motivado estoy para tomar esta decisión y elegir este medio de camino? ¿Cuál es el primer paso que debería dar? Gracias a este segundo punto clarificamos cuál será el plan de acción tomando una decisión u otra.
- Por último, examinar los beneficios que obtendremos a corto y largo plazo. Aquí tendremos que establecer los pros y contras de las posibilidades que tenemos. Para evitar así, tomar decisiones llevados por las emociones del momento y por necesidades inmediatas. ¿Cómo me afectará esto en unos meses? ¿En unos años?
Con estos sencillos pasos lograremos optimizar el proceso de toma de decisiones, clarificamos la visión para el cerebro de las opciones reales que tenemos y nos ayudamos a generar aquella decisión que nos acerque a lo que queremos lograr. Es decir, aquella decisión que nos haga sentir satisfechos y realizados, porque sabiendo lo que sabíamos y estando donde estábamos, podremos decir que tomamos la mejor de las opciones.
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- Tiempo, C. E. E. (2018, September 15). El fenómeno “fobo”: más opciones, peores decisiones. Retrieved October 27, 2018, from https://www.eltiempo.com/vida/salud/por-que-las-personas-tienden-a-postergar-la-toma-de-decisiones-268932.