Relaciones significativas: amistades hechas de risas y dolores compartidos
Las relaciones significativas se miden por la profundidad de las huellas, por la sensibilidad compartida, por el acompañamiento en los buenos y en los malos momentos. Son esas relaciones magníficas que no se miden por los años sino por la calidad de las experiencias.
Esas relaciones que hacen rememorables, intensos y cálidos 5 minutos, que no necesitan de un día entero para descifrar una mirada y que entienden las ausencias del modo correcto, sin dobles lecturas ni malas intenciones.
Las relaciones significativas son esas que permanecen, que no se marchan, que no prejuzgan, que no sucumben a tiranías sociales, que no buscan excusas ni generan tristezas. Son esas que te dicen las cosas claras, las que maquillan sus palabras en su justa medida, las que te colocan en un lugar destacado de su vida y te ayudan a derribar los muros que te atormentan.
No hay nada tan maravilloso como la calidez que transmiten las miradas que te conocen
Estarás de acuerdo conmigo. No hay nada tan maravilloso como la calidez que transmiten las miradas que te conocen. Esas miradas que te teletrasportan a tu hogar, a una noche de lluvia bajo la manta o a una conversación forjada en el calor de la intimidad.
No podemos enfrentarnos ante la vida ni arreglar el mundo con cualquiera. Lo hacemos con las amistades hechas de jirones y de risas compartidas. Esas son las que saben a café recién hecho, a horas que desaparecen por arte de magia de las agujas de nuestro reloj.
Son esas personas, las que nos han hecho echar raíces, las que nos hacen ver lo que sembramos. Porque las mejores emociones que experimenta el ser humano se traducen en permanecer, en quedarse en un lugar por una razón.
El cariño sincero nunca se termina, no es negociable ni condicional
En el devenir de la vida la gran mayoría de las personas adultas han aprendido que hay amistades que se terminan, cariños egoístas que no permiten crecer, relaciones líquidas sin fundamento vital que se basan en intereses caducos y perecederos.
Quien haya experimentado algo así sabrá que las verdaderas amistades se cuentan con los dedos de una mano. Comprendemos con los desplantes que lo cómodo para un interés caduco es evitar abrazar la compañía con la intensidad necesaria.
Por eso TODO ese cariño indescriptible es mucho más que la suma de las partes. Es la confluencia de los aprendizajes, de las palabras lanzadas y de la sinceridad manifiesta la que construye a una persona. Es todo esto lo que hace a una persona mejorar.
Porque si tuviésemos que extraer un indicador personal de una relación significativa, la mejor muestra sería esa: una persona más feliz y con menos miedos. Una persona que pisa tan fuerte que deja huella.
No necesitamos a nadie que se comporte como si no nos necesita o como si no le necesitáramos. Sentir que nos podemos apoyar en el otro o que podemos ayudar a la persona que queremos es una de las mejores sensaciones que existen. Este hecho, además, resulta un pilar fundamental para entretejer una unión inquebrantable.
Relaciones transitorias son todas aquellas que establecemos de manera casual en nuestra vida y que no terminan de quedarse. Sin embargo, tener a alguien que conoce nuestros fantasmas, nuestros miedos y nuestros demonios es lo que nos amarra a la vida.
Porque saber que alguien no tiembla a la hora de quedarse a nuestro lado a pesar de todo es saber que nos quieren aunque no hayamos estado del todo acertados. Eso nos ancla, nos ayuda a entender que los errores son parte de nuestra condición y que no merece la pena quedarse atascado en ellos.
Por eso las relaciones significativas son aquellas que nos agarran fuerte, aquellas que nos hacen comprender que la vida no es tan oscura como los fantasmas nos hacen creer. Aquellas que nos permiten coleccionar motivos para ser mejores personas y saber que las angustias pueden dividirse por la mitad cuando compartimos la vida con ellas.
Imagen principal de Claudia Tremblay