Safo de Lesbos: biografía de la mujer silenciada
Cuando pensamos en la Antigua Grecia, se nos vienen a la cabeza infinidad de nombres masculinos: Platón, Aristóteles, Sócrates, Epicuro, etc. Ya sea en política, filosofía, matemáticas o literatura, lo cierto es que son pocos los nombres femeninos que aparecen destacados; y no solo en Grecia, sino a lo largo de toda nuestra historia. Entre todos estos nombres de varón, aparece uno que brilla con luz propia: Safo de Lesbos.
Safo de Mitilene, Safo de Lesbos o, en ocasiones, simplemente Safo… Distintas variaciones para una sola mujer, una mujer cuya poesía nos ha llegado fragmentada, silenciada por el tiempo. Apenas conocemos datos sobre su vida, todo lo que sabemos de ella no son más que suposiciones extraídas de sus versos.
La poesía de Safo es una poesía totalmente femenina, donde todo aquello vinculado a lo varonil queda desterrado. La fuerza, la rudeza, las actitudes más asociadas al hombre no tienen cabida en sus versos. Conservamos tan solo una mínima parte de toda su producción, pero la poesía de Safo es tan importante que incluso da nombre a un tipo de estrofa y verso: la estrofa sáfica y el verso sáfico.
Homosexualidad, feminidad, poesía y silencio… Su poesía sigue siendo a día de hoy silenciada, tanto por el tiempo como en las aulas. Y es que apenas se habla ya de Safo y no se recitan sus poemas. El silencio ha marcado la poesía de esta mujer cuya vida sigue envuelta en el misterio, en lo idílico e hipotético, pues muy poco sabemos a ciencia cierta.
“En la cólera, nada conviene más que el silencio”.
-Safo-
Contextualizando a Safo
Tenemos constancia de la gran importancia de Safo ya en la Antigua Grecia, pues fue incluida en la lista de los nueve poetas líricos. Es decir, la lista de los poetas considerados canon, aquellos autores dignos de estudio y cuya obra debía ser imitada. Su influencia fue tal que Platón llegó a catalogarla como la décima musa.
Safo vivió casi toda su vida en la isla griega de Lesbos entre los siglos VII y VI a.C. Se ha dicho también que pasó un breve periodo en Sicilia. Perteneciente a la aristocracia, parece ser que fundó una escuela o círculo de mujeres conocido como “La casa de las musas”. A esta escuela acudían otras mujeres pertenecientes a la aristocracia, se preparaban para el matrimonio, pero también aprendían poesía, confeccionaban guirnaldas, etc.
Algunos han identificado cierto componente religioso en “La casa de las musas” vinculado al culto a la diosa Afrodita. La poesía de Safo está muy ligada a esta diosa, tenemos así el poema Oda a Afrodita. Esta escuela podemos equipararla, en cierto modo, a la Academia platónica, pero siendo exclusivamente para mujeres. Además de las odas nupciales, componían otra clase de poemas, estudiaban danza, arte, etc.
A diferencia de otros núcleos que preparaban a las jóvenes para el matrimonio, en la escuela de Safo, no se celebraba tanto la maternidad, sino el amor. Las mujeres no se veían únicamente relegadas a concebir hijos, sino que trataban de acercarse a la belleza, al placer del amor. Todo ello se verá reflejado en su poesía, algo que contrasta con la poesía masculina, destinada a héroes y a guerras.
Sus versos
La poesía de Safo se caracteriza por la perfección, por ser intimista y sentimental, en clara oposición a la poesía épica masculina. En una sociedad militarizada, Safo rescata el amor, lo femenino, se aleja de la política y nos envuelve con una gran sensualidad. Aunque en su poesía lo político no tiene lugar, se cree que tuvo cierta implicación política, apoyando la aristocracia frente a la democracia (entendidas en el contexto de la época, no en el actual). Esta actitud rebelde sería la que, supuestamente, la envió al exilio en Sicilia.
En sus versos, vemos que Safo mantuvo relaciones con algunas de sus alumnas, pero se dice que también con hombres y que incluso tuvo una hija. A diferencia de lo que ocurriría siglos después, en su periodo no eran tan condenadas las relaciones homosexuales. Podemos ver en Safo una revolucionaria, pues se alejó de lo que dictaba la poesía épica de la época y fue fiel a sí misma, con una poesía intimista, erótica y sensible.
Safo modificó el verso eolio y fue precursora de lo que hoy se conoce como estrofa sáfica y verso sáfico. La estrofa sáfica se compone de cuatro versos: tres endecasílabos sáficos y un pentasílabo adonio. Según el DRAE, el verso sáfico es: “en la poesía griega y latina, verso compuesto de once sílabas distribuidas en cinco pies”. Safo no solo revolucionó la temática de la poesía, sino que también fue innovadora en su forma.
Con el auge del cristianismo y, principalmente, durante la Edad Media, muchos de los versos de Safo se perdieron, se quemaron o se prohibieron. Pese a ese silencio impuesto, Safo pervivió y algunos autores posteriores como Petrarca, Byron o Leopardi se encargaron de que su figura no cayera en el olvido. No es casual tampoco que Catulo eligiera Lesbia como nombre para su amada, en clara alusión a la isla de Lesbos.
El amor sáfico
Conocemos a varias amadas en su poesía, pero destaca especialmente Atthi, a quien dedicó diversos versos. El poema El adiós a Atthi narra el sufrimiento de Safo cuando Atthi es enviada a casarse con un hombre. Este amor es, además, correspondido y ambas sienten dolor al tener que separarse. El amor en Safo no es irreal, no es una contemplación como ocurre con muchos autores varones, sino que está vinculado a su propia persona.
En Oda a Afrodita, Safo propone una nueva revolución: habla de celos, de deseo, tristeza… Esta clase de sentimientos no se trataba en la Antigua Grecia y quedaban relegados a lo divino. La explicación a estos sentimientos nunca viene de lo terrenal para los griegos. Sin embargo, Safo va más allá y funde lo terrenal con lo divino. En el poema, le suplica a Afrodita que la ayude, ella está enamorada de una mujer que no le hace caso, se lamenta y le pide auxilio.
Cuando hablamos de amor lésbico o amor sáfico estamos haciendo alusión a la propia Safo de Lesbos y, de ahí, su significado de “amor entre dos mujeres”. El amor fue uno de los gérmenes de su poesía, y también el motivo de su silencio. Este amor era un sentimiento puro, individual, elevado, digno de la poesía más culta. A diferencia de lo que se entenderá en siglos posteriores, el amor sáfico no era lo bajo, no era vulgar ni puramente sexual, sino refinado. Así, estas mujeres de “La casa de las musas” eran aristócratas.
Una figura tan tierna, tan sencilla en su lenguaje, capaz de mezclar lo terrenal con lo divino, no podía tener un final abrupto. Por ello, su muerte se ha mitificado y seguramente alejado mucho de la realidad. Ovidio y otros muchos poetas griegos y latinos difundieron una falsa leyenda acerca de la muerte de Safo. Safo estaba enamorada de Faón y, en su desesperada pasión por él, se suicida arrojándose al mar desde una roca de Leúcade.
Esta imagen tan mitificada y tan romántica contrasta con uno de los últimos poemas que se han podido reconstruir de la propia Safo. Un poema en el que habla de la vejez y del paso del tiempo, en el que reflexiona ante la juventud de sus alumnas el envejecimiento de su propio cuerpo. Sin duda, Safo es una figura que, lejos de ser silenciada, merece ser recitada, celebrada y reivindicada como una mujer que, ya en la Antigüedad, logró vivir como quería, disfrutar del amor, de la poesía y de la compañía de sus alumnas.
“Tus lindos gorriones te bajaron desde el cielo,
a través de los aires agitados por el precipitado batir de sus alas”.-Safo-