Semi-ghosting: cuando el contacto es cada vez más superficial
En la vida nos pueden hacer un ghosting completo, o también un semi-ghosting. Ninguno es agradable, ni lícito ni ético. Así, mientras el primero define esa conducta en la que alguien desaparece de nuestra vida de la noche a la mañana sin dar explicación, el segundo es más complejo. También sibilino y contradictorio.
Hay personas con las que, de pronto, pasamos de tener una relación profunda y enriquecedora a una superficial. No sabemos muy bien qué ha pasado. Sin embargo, de un día para otro muestran menos interés. Hay vacíos, silencios que parecen eternos, mensajes sin responder y menos encuentros. Bien es cierto que hay quedadas ocasionales, pero estas son cada vez más frías, apresuradas e incómodas.
Este fenómeno es común en las relaciones de amistad. De hecho, desde un punto de vista psicológico, vemos cómo en el semi-ghosting se combinan manifestaciones de la personalidad pasivo-agresiva, con la dinámica del breadcrumbing o alimentar a alguien con residuos emocionales (migajas), para proceder más tarde al abandono definitivo.
Profundicemos un poco más en esta realidad.
El fantasma suave o el semi-ghosting, es un fenómeno cada vez más común en una sociedad donde las relaciones son a menudo muy frágiles y poco duraderas.
Semi-ghosting: ¿qué es y cómo se manifiesta?
Todos tenemos a un amigo, familiar o excompañero de trabajo con el que nos enviamos el clásico mensaje de “¡A ver cuándo quedamos para tomar algo!”. Lo hacemos sabiendo que, en realidad, ese encuentro nunca se producirá. Sin embargo, la cosa cambia cuando tenemos una buena relación con alguien con quien este comportamiento empieza a ser cada vez más frecuente.
El semi-ghosting define esa situación en la que una relación se vuelve cada vez más superficial. Lo hace en contra de nuestra voluntad, porque lo cierto es que sí apreciamos a esa persona, y sí dábamos por sentado que el vínculo era bueno. Sin embargo, de manera lenta y gradual vamos siendo testigos de cómo se nos deja de lado, de cómo el interés marchita y el afecto se enfría.
Por otro lado, a casi nadie le parecerá extraño el hecho de que este tipo de situaciones sean cada vez más frecuentes. Lo llamativo quizá es lo que nos revela una investigación de la Universidad de Róterdam, en los Países Bajos.
Quienes aplican las técnicas del ghosting o semi-ghosting no son conscientes de ello y no lo hacen con intención dañina. Es decir, cada vez se normaliza más el dejar una relación sin dar explicaciones. Además, el hecho de que no haya consciencia del daño generado revela la cultura emocional e interpersonal tan anémica que impera en la actualidad.
¿Cómo saber si me están haciendo semi-ghosting?
Bien es cierto que no es fácil decirle a alguien que ya no desea mantener nuestra amistad o relación de pareja. Sin embargo, lo último que debería hacerse es iniciar unas prácticas en las que todo es impostado y falso. Tampoco es lógico alargar a la fuerza una relación unilateral, esa en la que solo uno alberga sentimientos reales y el otro experimenta incomodidad y desazón.
Estas son las características que nos avisan de que nos están haciendo semi-ghosting:
- De un día para otro, dejan de contactar con la misma frecuencia con nosotros. Apenas muestran iniciativa para organizar encuentros, salidas, etc. Sin embargo, de vez en cuando, se hacen.
- Dejan de responder a nuestros mensajes con la misma rapidez e interés.
- Aunque no rehúsan a nuestras propuestas, pueden posponerlas. El día que les proponemos no siempre les viene bien y lo sitúan para una semana o dos después. A menudo, hasta cancelan citas en el último momento.
- Muestran poco interés en aspectos importantes de nuestras vidas (trabajo, relaciones, sueños, deseos, pensamientos, etc.)
- Nos damos cuenta de que las conversaciones ya no son tan fluidas. Las emociones y el interés son forzados.
- Ya no hay reciprocidad. Si les hacemos un favor, si tenemos un gesto amable con ellos, no lo aprecian demasiado. Tampoco demuestran iniciativa por ayudarnos o apoyarnos en algún aspecto.
- Poco a poco, tomamos conciencia de que cada vez que compartimos tiempo con esa persona, nos sentimos peor. Las dinámicas son tan superficiales y falsas que nos vamos con una impronta emocional de gran frialdad.
Aunque las citas y mensajes son ya ocasionales y puntuales, siguen dándose. Hay un contacto puntual. Con lo cual, nos seguimos preguntando si esa relación es sincera o no, y si vale la pena mantenerla.
¿Cuál es la causa de ese distanciamiento gradual?
Cuando una persona inicia este tipo de comportamientos basados en el distanciamiento y el desinterés, es necesario preguntarles la razón. Puede darse el caso de que estén lidiando con algún problema. A veces, hay quien maneja sus angustias, problemas y preocupaciones estableciendo distancia de los demás. Siempre es adecuado tener un “por qué” antes llegar a una conclusión precipitada.
Ahora bien, en buena parte de los casos, el semi-ghosting responde a una estrategia inmadura de afrontamiento. Cuando se pierde el interés por alguien, no siempre se tienen las adecuadas habilidades sociales y la inteligencia emocional para expresar la verdad. El recurso más rápido y fácil es dejar el contacto de un día para otro, o hacerlo de manera gradual.
Esta última estrategia, el dejar una relación poco a poco, llenándola de desinterés, desaires y encuentros superficiales, tiene una ventaja. Tarde o temprano seremos nosotros (y no ellos) quienes decidamos dejar esa amistad o relación de pareja. El malestar, la desilusión y el vacío emocional será tan inmensos que lo más acertado será terminar con dicha persona.
Cómo afrontar las experiencias de abandono lento y gradual
Percibir cómo una amistad, un familiar o una pareja pierde el interés en nosotros duele lo indecible. Darnos cuenta de que los encuentros son forzados, las conversaciones meros ejercicios teatrales, y que ya no ocupamos un lugar importante en sus vidas, es difícil de aceptar.
Ahora bien, es importante actuar y afrontar la realidad. En el momento en que seamos conscientes de que estamos en una relación unilateral (esa en la que solo uno demuestra afecto, energía e interés), lo recomendable es indagar. Preguntar qué es lo que sucede es decisivo, aunque las estadísticas dicen que en un 80 % de los casos no recibiremos ninguna explicación. Solo respuestas esquivas y falsas.
En cualquier caso, es preferible un abandono rápido y sincero a uno lento y de sentimientos falsos. Por tanto, es necesario que seamos nosotros quienes demos paso a lo que el otro no se atreve a hacer: romper la relación. Lo haremos de manera asertiva, dejando claro lo que sentimos y por qué lo hacemos. Esto nos hará sentir mejor. Seremos mejores que ellos.
A continuación, será de obligado cumplimiento transitar por un duelo, ese en el que aceptar lo sucedido. También, deshacer el nudo de la rabia y la desilusión.
En una realidad dominada por los vínculos frágiles es casi obligado habilitarnos en esta aptitud. Aunque, eso sí, el amor y la amistad siempre valdrán la pena. La buena noticia es que hay personas, la mayoría, que sí se comprometen y que cuidan aquello que quieren. No nos rindamos.
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