Si estás triste, formúlate estas preguntas
A veces, simplemente estás triste; buscas motivos, pero no los encuentras. Te parece que la vida transcurre de una manera que no logra despertar tu interés, ni mucho menos tu entusiasmo. Simplemente te dejas llevar, como si no el tiempo fuera un suelo recién encerado.
Otras veces estás triste, pero tienes claro de dónde nace ese estado. Puede ser por una pérdida, un fracaso, una desilusión, etc. Es tan fuerte la presencia de ese hecho en tu vida que no logras desprenderte de la sensación que te dejó.
Hay momentos de la vida en los que la tristeza es inevitable. Otras veces, en cambio, podríamos dejarla de lado, pero no lo logramos porque no sabemos cómo o porque sin querer la alimentamos. Por eso, si estás triste, vale la pena que te formules algunas preguntas que podrían darte pistas para salir de ese estado.
“La tristeza no es más que una valla entre dos jardines”.
-Khalil Gibran-
¿He hecho algo de lo que me siento culpable?
Son muy frecuentes los casos en los que la tristeza no se disipa porque tampoco lo hace la culpa que la sostiene. Lo peor es que en muchas ocasiones esa culpa es solamente imaginaria. No corresponde a un resultado negativo que haya sido producto de nuestras responsabilidades, sino a una fantasía que no hemos identificado ni elaborado.
La culpa suele rodear a un evento que ha afectado de manera negativa a los demás o a nosotros mismos. Es entonces cuando empezados a darle vueltas a aquello que no conseguimos digerir, que no sabemos cómo reparar.
¿Estoy siendo fiel a mis deseos?
Otro de los motivos frecuentes de tristeza, especialmente cuando no identificamos una causa específica, es la disonancia. Por una u otra razón, hemos traicionado nuestros deseos, nuestros sueños o nuestros afectos.
Esto origina una sensación de profundo malestar con nosotros mismos. La tristeza sería más que la forma de expresión de ese reproche interior. En el fondo, más que tristes, estamos molestos con nosotros mismos. Nos mantenemos presos de una dualidad en la que queremos algo, pero hacemos otra cosa.
¿Soy leal a mis convicciones?
Es similar al anterior, pero en este caso el énfasis está en la contradicción entre lo que pensamos conscientemente y lo que hacemos en la práctica. Tal vez, por ejemplo, hemos sido testigos de una injusticia, pero no la confrontamos, por miedo, por negligencia, o por inseguridad.
Tal vez nos hemos plegado a la idea de otro, o de otros, simplemente porque tememos ir contra corriente. En el fondo, sin embargo, sabemos que esto choca contra nuestras verdaderas creencias. Esto lleva a que experimentemos una molestia con nosotros mismos. Como en el caso anterior, el reproche toma la forma de tristeza.
¿He dormido y comido bien?
Estar triste no siempre está relacionado con las emociones o los pensamientos. Muchas veces tiene que ver con un estilo de vida en el que hay algún tipo de sobreexigencia o falta de autocuidado. La fatiga y la mala nutrición también llevan a la tristeza, especialmente cuando se prolongan por mucho tiempo.
La falta de descanso afecta notablemente nuestras emociones. El solo hecho de no dormir las horas suficientes conduce a que surja dentro de nosotros una perspectiva opaca frente a todo lo que nos rodea. De igual modo, cuando no nos alimentamos adecuadamente, también nuestro cerebro resiente el déficit, haciéndonos más irritables y depresivos.
¿Qué me haría sentir mejor?
Esta es quizás la pregunta más importante cuando estás triste. A veces, no encontramos las demás respuestas fácilmente, pero esta sí suele estar a nuestro alcance. A corto plazo, quizás una acción simple como respirar un poco, dar un paseo o alejarte de cierto ambiente. A largo plazo, cambiar de trabajo o resolver los temas pendientes con tu pareja o acudir a la consulta de un profesional.
La tristeza como tal no es mala ni buena. Se trata de una realidad que todos experimentamos, que conocemos y conoceremos. Sin embargo, sí es un sentimiento que está más o menos presente, de forma recurrente, es importante que hagas un alto para identificar su origen. Hay algo que lucha por salir a la superficie y dejar que fluya podría despejar tu estado de ánimo.
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- Franco, B. E. R., & Aragón, R. S. (2010). Rastreando en el pasado… formas de regular la felicidad, la tristeza, el amor, el enojo y el miedo. Universitas psychologica, 9(1), 179-197.