Siembra gratitud y obtendrás sus frutos
La gratitud se puede expresar de muchas formas, a través de nuestra conducta, con un gesto, una mirada, un abrazo, una sonrisa. No solo con palabras agradecemos, contamos con multitud de recursos. Cuando existe un agradecimiento de corazón resulta conmovedor.
La actitud de la gratitud va más allá de las personas, se extiende a la vida y la naturaleza, las circunstancias y las lecciones que aprendemos en cada situación
Este sentimiento tan poderoso tiene cabida en las personas que se sienten satisfechas con sus vidas; y no tienen la necesidad de hacer reproches, guardar rencores y acumular resentimiento por hechos ya pasados.
Todas las personas pasamos por malas experiencias, nos contaminamos y asfixiamos con hechos que nos han resultado desagradables. Luego los trasladamos a otros contextos, con otras personas, y vamos intoxicando las relaciones que mantenemos.
“Es una locura odiar a todas las rosas sólo porque una te pinchó. Renunciar a todos tus sueños sólo porque uno de ellos no se cumplió.”
-Antoine de Saint-Exupéry- El Principito
Curando nuestras heridas
Al sentirnos dañados por asuntos dolorosos con los que hemos tenido que convivir, tendemos a crearnos una capa de protección, cubriendo nuestras heridas con todas las capas que creemos convenientes. Estas capas nos sirven para determinadas situaciones, sin embargo, no nos permiten mostrar nuestra intimidad, incluso nos cerramos al amor.
Nuestra belleza, y esencia de cómo somos realmente está bajo todas esas capas, y permitimos a muy pocas personas, y durante cortos periodos de tiempo acceder a nuestro ser más puro e inocente, donde más vulnerables nos encontramos, y a la vez más auténticos somos.
Cualquier experiencia que nos lleve al contexto de nuestras heridas hace que nos pongamos a la defensiva; ya que emerge un propio sentimiento de culpabilidad del que pretendemos escapar
Cerrar nuestras heridas requiere de paciencia, de conciencia sobre lo que nos ocurre; de aceptación, y de un gran valor para exponernos al mundo que nos rodea; sin temor al daño con el que nos podamos encontrar; abriéndonos poco a poco a las experiencias que nos brinda la vida.
“Por supuesto que te haré daño. Por supuesto que me harás daño. Por supuesto que nos haremos daño el uno al otro. Pero esta es la condición misma de la existencia. Para llegar a ser primavera, significa aceptar el riesgo de invierno. Para llegar a ser presencia, significa aceptar el riesgo de la ausencia.”
-Antoine de Saint-Exupéry- El Principito
Experimentar la gratitud
Al hacernos conscientes de nuestras heridas, y lo que suponen en nuestras vidas, estamos a su vez en una mayor apertura para experimentar la gratitud. Puesto que permitimos una mayor conexión con las demás personas; a través de la confianza y la comprensión, dejando a un lado el temor a que nos puedan traicionar.
El miedo y la desconfianza impiden que experimentemos el sentimiento de agradecimiento, manteniéndonos alerta ante la posibilidad de que haya un interés oculto
Cuando recibimos un halago, nos reconocen nuestra labor en algún ámbito, y nos ofrecen unas palabras bonitas acerca de lo que suponemos para alguien; de inmediato se enciende la alarma, interpretamos que existen unos intereses ocultos, y que, lo que nos están diciendo no es real.
En esas ocasiones estamos dejando de ser agradecidos, al desviar la atención y centrarnos en nuestros miedos, que son los que permanecen constantes e impiden que encajemos cualquier muestra de afecto y aprecio. Boicoteamos así nuestras vidas aumentando nuestras capas de protección, que nos vuelven impermeables incluso ante la experiencia del amor.
Dando sentido a nuestras vidas
Agradecer es sinónimo de amarse a uno mismo, ya que supone dar sin expectativas y sin temores. Estar abierto a todo lo que sucede a nuestro alrededor, observando las consecuencias sin culpabilidad; sin juzgarlas como buenas o malas, simplemente aprendiendo de ellas a través de la humildad.
“Amarnos a nosotros mismos es recibir el amor que siempre está a nuestro alrededor. Amarnos a nosotros mismos es eliminar todas las barreras. Es difícil ver las barreras que levantamos en torno a nosotros, pero están ahí, e interfieren en todas nuestras relaciones.”
-David Kessler y Elisabeth Kübler Ross- Lecciones de vida
La vida cobra un mayor sentido cuando estamos dispuestos a vivirla, despojándonos de las capas que hemos ido construyendo alrededor de nuestras heridas. Agradecer supone arriesgarse, escucharse, sentir, emocionarse; conectándonos con nuestro entorno y con las relaciones que mantenemos. En definitiva, abrirse a la experiencia de amarse y de que nos amen.