Tener al otro en un pedestal te impide ver quién es y quién eres
La sensación de conectar con alguien en profundidad es tan mágica y gratificante que puede llegar a cegarnos. La plenitud que experimentamos en ciertos vínculos emocionales, sumado a nuestras propias carencias y anhelos, puede llevarnos a distorsionar la imagen que tenemos de ciertas personas. Sin embargo, tener al otro en un pedestal es peligroso y nocivo a varios niveles.
Cabe pensar que identificar, valorar y resaltar las cualidades positivas de aquellos con quienes compartimos la vida es beneficioso. No obstante, si caemos en la trampa de idealizarlos, de negar sus partes oscuras, nos impediremos verles y vernos como somos en realidad. Pues, cuando esto sucede, cuando colocamos a otro en una posición superior, nuestra propia expresión personal se ve perjudicada. Analicemos por qué.
¿Qué es tener al otro en un pedestal?
No siempre es sencillo identificar cuándo estamos idealizando a alguien. Las sensaciones que nos produce tener un concepto alto del otro aparentemente son agradables y positivas. Admiramos sus virtudes, disfrutamos de su compañía y nos sentimos afortunados por la mágica coincidencia de cruzarse en nuestro camino. El problema surge cuando olvidamos que, como todos, es un ser humano y, por lo mismo, imperfecto.
Sin embargo, cometemos un error cuando alimentamos tanto a la idealización como para que esta nuble por completo nuestra capacidad de análisis. Identificar los puntos en los que los demás pueden mejorar no implica dejar de amarlos; por el contrario, aceptar a la persona con sus luces y sombras mejora cualquier relación. En este sentido, tener al otro en un pedestal no ayuda.
La idealización en las relaciones
Con frecuencia, la idealización surge en el ámbito de las relaciones románticas y de pareja. Esto se ve propiciado por las reacciones bioquímicas propias del enamoramiento inicial. No obstante, si todo sigue su curso natural, el paso del tiempo nos ayuda a conocer a nuestro compañero en profundidad; pasando la relación a un amor más tranquilo y honesto, en el que se ve al otro con mayor claridad.
Sin embargo, quienes poseen una baja autoestima, un miedo al rechazo o al abandono, y especialmente las personas más jóvenes pueden quedar “atascadas” en las cogniciones de esta primera etapa. Al idealizar a la pareja, no solo se exageran sus cualidades, y se le asignan otras que realmente no posee, sino que además hay una ceguera respecto a aquellos puntos en los que puede mejorar. De este modo, la persona adquiere un aire de perfección, infalibilidad y superioridad a ojos de quien lo idealiza.
Uno de los grandes problemas de la idealización es que puede generar sumisión. Si el otro tiene un criterio perfecto, todo lo que diga o disponga deberá ser ley, anclaje, punto de seguridad. Idealizar a la pareja puede llevarnos también a centrarnos de forma excesiva y exclusiva en ella, dejando de lado otras áreas y aspectos importantes de nuestra vida.
La persona idealizada también sufre
Paradójicamente, quien es idealizado también sufre, ya que carga en sus espaldas con las expectativas de su pareja, con la tarea de completarla y hacerla feliz. De este modo, puede sentir que su compañero no lo conoce realmente o que difícilmente va a ser un estímulo para crecer.
Además, esta situación puede producirse también en relaciones que no sean de pareja: laborales, familiares, amistades, etc. Así, no solo es el amor el que podría sentirse perjudicado.
¿Cómo dejar de tener al otro en un pedestal?
Entonces, si has detectado está tendencia en tu vida y quieres dejar de tener al otro en un pedestal, comienza por quitarte los velos. Trata de analizar las situaciones, las conversaciones y los actos de cada persona de forma objetiva.
Pregúntate qué piensas tú realmente y no temas discrepar, no temas que alguno de los rasgos o actitudes del otro te desagraden o te parezcan mejorables. Si lo amas, permítele cometer errores y comienza a verle como un ser humano de carne y hueso.
Del mismo modo, empieza por empoderarte. Muchas veces lo que nos despierta admiración y fascinación al verlo en otros es justo lo que desearíamos para nosotros mismos. Entonces, trabaja en ti, moldéate, sánate y conviértete en tu mejor versión.
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- Fernández Calixto, M. C. (2015). El proceso de idealización en las relaciones de pareja-una revisión de la literatura (Bachelor's thesis, Uniandes).