Tú no decides quién entra en tu vida, pero sí quién se queda
Suerte, fortuna, azar. Su influencia va mucho más allá de que nos toque un buen premio jugando a la lotería, podamos gozar de una buena salud y acertemos a la hora de construir el amor por la senda adecuada con aquellas personas a las que queremos.
Ejerce su papel desde que nacemos, dotándonos de unos cuidados, una familia, un contexto y una serie de oportunidades que de otra manera no tendríamos. Así, aquello que no controlamos estaba presente en nuestras vidas incluso antes de que estas existan.
La situación es parecida a la que se produce al principio de la mayoría de partidas con naipes: a cada jugador le tocan unas determinadas cartas que le van a dar una cierta ventaja, o por el contrario, a penalizar.
Que sea una cosa u otra no va a depender exclusivamente de las cartas que le hayan tocado a nuestro jugador, sino también de las que le hayan tocado al resto. Con las relaciones sociales, guardando las distancias, sucede algo similar.
Entre cientos y miles, estarán aquellas PERSONAS
A lo largo de nuestra vida vamos encontrándonos con personas muy distintas y de manera muy diversa. Puede ser un nuevo compañero de trabajo, una señora que espera al mismo autobús, alguien que intenta devolvernos la bufanda que intentamos perder de todas las maneras posibles, porque es de esos regalos horribles que solamente pueden desaparecer con un descuido.
Seguro que si pensamos se nos ocurren un millón de situaciones más en las que es fácil que surja una conversación con alguien que no conoces. Esas personas serían como las cartas de nuestro jugador: no tenemos control sobre quién va a coincidir con la nosotros en las situaciones que hemos imaginado antes.
Tampoco tenemos demasiado control sobre cómo se relacionan entre ellas, ni sobre lo abiertas y dispuestas que se van a mostrar a la hora de conocernos a nosotros. Sin embargo, sí podemos intentar que de ese encuentro casual surja una relación que trascienda más allá de la mera anécdota.
Sí, hay factores que controlamos y que van a ser fundamentales para poder conocer mejor a la otra persona y que nuestra nueva relación siga adelante: desde dar un voto de confianza a mostrar interés por aquello que nos cuentan.
En cualquier caso la conexión con ciertas personas puede llegar a ser inmediata y casi mágica. El hecho de que a veces la sintonía sea simultánea se debe a que la complicidad se basa en la percepción de cercanía.
Dicho esto, viene bien recordar que lo opuesto también puede producirse. Es decir, también podemos hacer que con esos mismos factores, de los que somos responsables y conscientes, la relación no fructifique o se deshaga.
De hecho, y aunque suene paradójico, esto es mucho más sencillo que lo anterior. La lista de maldades que pueden terminar con una relación es infinita y habitualmente basta con solamente una de ellas.
A veces es muy difícil sacar a alguien de nuestras vidas
Puede que te venga a la cabeza lo que sucede en la película “Cómo perder a un chico en diez días “. En ella, una intrépida reportera intenta utilizar todas las estrategias que se le ocurren para conseguir que un chico, que intenta tener una relación con ella, se olvide del asunto.
El motivo de su reportaje y su forma de actuar es intentar demostrar que hay ciertos comportamientos, incómodos para la pareja, que hacen que una relación termine. Así, ella no puede ser directa y decirle: “No quiero tener una relación contigo”.
Sin embargo, nosotros sí que podemos hacerlo y sin embargo, como ella, muchas veces utilizamos estrategias indirectas para conseguir lo que conseguiríamos con un puñado de palabras. Frases que quizás sean más dañinas en el presente, pero más agradecidas a la larga.
De esta manera, podemos tener una mayor o menor fortuna en nuestras relaciones, podemos ser mejores o peores seduciendo o conquistando, pero no nos olvidemos de mirar a la realidad de frente y con claridad.
Podemos hacer muchas cosas para que alguien que queremos se quede lo más cerca posible y también para hacer que alguien, que nos hace mal o por el que no tenemos ningún interés, se aleje.
Reconocer este poder, es sin duda, el primer paso para usarlo. Para permitirnos pensar sobre ello y, de paso, poner los pilares de una buena inteligencia social que nos permita ser felices. También con los demás, también con quienes elijamos.
Cada persona que entra en nuestras vidas desempeñará un papel determinado. Unos se convertirán en una prueba, otros nos usarán, otros nos querrán, a otros querremos y otros nos enseñarán. En cualquier caso, debemos tratar de sacar lo mejor de nosotros mismos y apreciar lo que tenemos en cada momento más allá de los defectos, pues todo (absolutamente todo) nos ofrecerá un aprendizaje.