Tus palabras duelen más que cualquier golpe
Tus palabras duelen más que cualquier bofetón que me hayas dado. Tus palabras duelen más que cualquier golpe. Porque ellas penetran en mi mente, se instalan en ella y me transforman. Cambian mi seguridad por miedo, mi alegría por una profunda tristeza. Yo no era así, hasta que te conocí. Fue entonces cuando me convertí en alguien diferente, en lo que soy ahora. Alguien que cree que no vale nada, que merece todo mal que le hagan.
El maltrato suele vincularse al abuso físico, sin embargo el verbal es mucho más habitual. Esos insultos y palabras que se camuflan bajo bromas no son tan divertidas cuando causan heridas profundas.
Hablamos de un tipo de violencia llega a normalizarse y pasar desapercibida, de un arma que cada vez que percute desgarra un poco más de piel. Desgraciadamente lo habitual es que no seamos capaces de ver todo lo que ha destrozado hasta que llega al hueso y la anestesia ya no funciona.
Tus palabras duelen y ellas me han convertido en lo que tú has querido que sea.
Tus palabras duelen, ¿por qué?
Las personas que son responsables de este tipo de abuso verbal son autoritarias y buscan tener a los demás bajo su control. Ellas viven del chantaje y la manipulación, tal vez para hacer sentir a los demás como ellas se sintieron alguna vez. Su forma de proceder constante es a base de mentiras y de críticas. Ellas son perfectas, nunca admitirán que se han equivocado. Siempre son los demás los que no tienen la razón.
Estas personas tienen también una baja autoestima a la que tratan de proteger con un disfraz. El problema es que dañan a otras, tal vez para no sentirse tan solas en su miseria. Mientras encubren su complejo de inferioridad mediante tácticas de manipulación, se sienten acompañadas por aquellos que están empezando a sentirse como ellos. Si la relación es estrecha, las víctimas mostrarán su tristeza y les abrirán el corazón a sus propios verdugos.
Es complicado descubrir al culpable, pues aparentemente es una buena persona, amable y confiable. Alguien de quien jamás se podría pensar que sus actos albergasen algún tipo de maldad. Cuando se exalta o pierde el control y empiezan las ofensas hacia la otra persona, esta cree que es su culpa.
Decías que era una broma, que no me tomase a mal lo que me decías porque era por mi bien. No fui consciente, hasta que ya era tarde, de que tus palabras duelen y buscan lastimarme de verdad.
Detectar esta situación lo antes posible para ponerle fin, evitará muchos problemas que se derivarán si esta se prolonga en el tiempo. Sobre todo hay que tener especial cuidado si está presente en las primeras etapas de la vida de una persona –infancia y adolescencia-, ya que somos más vulnerables. No olvidemos que se está produciendo la construcción de la identidad.
Lo que me has dicho me ha cambiado
Cuando alguien es víctima de un abuso verbal, no solo su autoestima se verá perjudicada, sino que existen muchos problemas más que derivarán de esta actitud tóxica que están teniendo contra ella. Por ejemplo, el hecho de sentirse poco válida, creer que todo lo hace mal o que no vale para nada puede generar una serie de malos hábitos que afectarán a su salud. De esta manera, es posible que empiece a descuidar su alimentación, a causarse daño físico para aliviar el emocional o a aislarse de los demás.
En otros casos, se optará por una actitud delictiva y antisocial que acarreará muchos problemas. La víctima de palabras hirientes es posible que experimente una necesidad de cometer actos delictivos, fruto de esas emociones que se ven desbordadas y que han eclosionado en su interior.
Si la violencia verbal está dirigida a niños pequeños, el daño será más profundo ya que sus defensas son menores. Recordemos que el amor es un sentimiento muy poderoso que llega a cambiar nuestro comportamiento. Pues imaginemos el poder de la otra cara de la moneda y cómo pueden ser las consecuencias de las agresiones verbales.
Por eso, el hecho de que algunos padres humillen y rechacen a sus hijos tendrá un impacto emocional muy negativo. Es posible que jamás superen este daño que les causaron de manera gratuita y que tardará en curar.
Muchos excluyen de la categoría “maltrato” aquello que no es un golpe o un puñetazo. Sin embargo, algo tan liviano como la palabra puede producir marcas imborrables.
La agresión verbal está presente en la familias en las que los padres frustrados descargan todo el estrés que sienten sobre sus hijos, en las parejas donde los celos y las dudas provocan un intento de someter al otro, en el colegio donde jóvenes con problemas y carencias cometen bullying. La sutileza de este tipo de violencia la hace aún invisible para muchos de nosotros, porque abrir los ojos ante una realidad desagradable nunca ha sido fácil.
Imágenes cortesía Kyle Thompson, Amy Judd.