Una relación necesita más compromiso y menos sacrificios
Una relación necesita más compromiso y menos sacrificios. Sin embargo, son muchos los que creen que el amor verdadero exige sacrificios y constantes concesiones, y cuanto mayores sean, más auténtico será el vínculo. Asumir esta premisa nos puede abocar a erigir relaciones de poder unilateral con licencia para las extorsiones emocionales y a la pérdida de la propia identidad.
En materia del querer no todo vale. Decía Graham Greene que todos venimos a este mundo con una noción auténtica y noble del amor, pero en algún momento del camino, acabamos dándole un mal uso. Tal vez todo se deba al clásico modelo del romanticismo en el que hemos sido educados. Ese que nos ha hecho creer durante mucho tiempo que amor y sufrimiento, se conjugan del mismo modo.
De hecho, hemos entrelazado de tal forma el afecto con la idea del sacrificio que a través de estos dos ingredientes llegamos a evaluar el amor verdadero. Verlo a través de este prisma, nos aboca a entender este sentimiento casi como un especie de dios atávico que exige grandes concesiones y dolorosas ofrendas, para que podamos ser verdaderamente dignos del amor.
Evitemos llegar por tanto a estos extremos. Entendamos que aunque las relaciones exigen, en ocasiones, sacrificios puntuales, esta práctica no puede convertirse en norma. El amor auténtico necesita por encima de todo compromisos. Debe ser una fuente de realización cotidiana y nunca una pira de sufrimientos donde lanzar nuestros sueños, identidades y valores.
“Dimos formas reales a un fantasma, de la mente ridícula invención, y hecho el ídolo ya, sacrificamos en su altar nuestro amor”.
-Gustavo Adolfo Bécquer-
Una relación necesita más compromiso y menos sacrificios: la clave está en el equilibrio
A veces, los sacrificios son necesarios. En ocasiones, esperamos que nuestra pareja dé ese paso tan importante: dejar su ciudad de origen o su país para empezar una vida con nosotros, abandonar un trabajo, aplazar un proyecto, etc. Hay momentos en que efectivamente, deben recorrerse kilómetros, arrancar raíces, movilizar hogares, reformular futuros, trazar nuevos mapas vitales…
Ahora bien, esos actos siempre deben llevarse a cabo por voluntad propia. Aún más, la persona debe interpretarlos como un beneficio, nunca como un daño. La percepción de ganancia debe superar a la sensación pérdida, debe existir por tanto, un adecuado equilibrio. Debe interpretarse además como un acto útil para afianzar el vínculo, una decisión valiente que sirva para fortalecer aún más el compromiso.
El sacrificio, por contra, no siempre alimenta el propio compromiso, porque lo que trae, a menudo, es sufrimiento. Hay sensación de pérdida para quien lo lleva a cabo, y tal experiencia tiene un coste. Así, estudios como el llevado a cabo en las Universidades de Toronto y Berkeley, nos señalan algo importante en lo que reflexionar.
- A menudo infravaloramos el gran impacto que pueden llegar a tener estas dinámicas. Las concesiones continuadas y las renuncias erosionan por completo nuestro tejido emocional e incluso los muros de nuestra identidad.
El coste emocional de las renuncias continuadas
El laboratorio de psicología de la Universidad de Berkeley llevó a cabo el estudio antes citado a lo largo de tres años. En él, participaron 80 parejas con el fin de averiguar qué impacto podían tener los sacrificios en el seno de una relación.
- Así, algo que pudo verse es que una buena parte de las personas que llevaban a cabo determinados sacrificios por el otro, tendían a “esconder” a la pareja el coste emocional que les suponía cada concesión o renuncia.
- Al no expresar el precio de esa decisión, la otra persona, a menudo, daba por sentado que se había llevado a cabo con normalidad y complacencia. Por tanto, no dudaban en pedir más sacrificios al cabo del tiempo.
Cuando las renuncias eran constantes y se seguía sin expresar el coste emocional de dichas acciones, estas personas experimentaban frustración, problemas de autoestima e infelicidad.
Una relación necesita más compromiso y menos sacrificios. Así y en caso de que debamos llevar a cabo una renuncia por el ser amado, debemos dejar claro el coste emocional y personal que ello nos supone. Hay que verbalizar sentimientos y dejar constancia de lo que supone cada acción llevada a cabo por la pareja.
El amor no se mide por los sacrificios
Una relación necesita más compromiso y menos sacrificios, lo sabemos. Sin embargo, seguimos condicionados por la idea de que amor y sacrificio van de la mano. Por ello, es común que se opte por silenciar el peso de cada renuncia. Aún más, hay quien llega a racionalizar estas concesiones pensando que es lo mejor, que es lo que debe hacerse.
Así, pueden darse situaciones donde alguien intente decirse a sí mismo que dejar su trabajo ha sido lo mejor, que abandonar esa afición, esa casa, ese proyecto, esa costumbre, esa amistad es lo adecuado porque, al fin y al cabo, el amor es lo único importante. Este razonamiento puede mantenerse durante un mes o incluso un año.
No obstante, llegará un momento en que la balanza ya no tenga equilibrio. Llegará ese día en que las pérdidas son mayores a las ganancias y emerja la frustración e incluso el odio. El odio hacia esa persona por la cual, dejamos de ser un día nosotros mismos.
Debemos entender que amar no es hacer del sacrificio una norma. Todo vínculo debe favorecer nuestro desarrollo personal, no vetarlo. Por ello, una relación necesita más compromiso y menos sacrificio, y como tal, podemos hacer por el otro casi cualquier cosa que mejore la calidad del vínculo.
Pero teniendo claras a su vez las barreras rojas: nunca llevaremos a cabo acciones que nos conviertan en algo que no somos.
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- Emily A. Impett, Bonnie M. Le, Aleksandr Kogan, (2008) “When You Think Your Partner Is Holding Back: The Costs of Perceived Partner Suppression During Relationship Sacrifice.” Social Psychological and Personality Science