La violencia intragénero, otro tipo de violencia invisible
La violencia intragénero es la violencia que se ejerce dentro de una pareja LGBT. Este tipo de agresión constituye, al igual que en la violencia de género, a la búsqueda de control y dominación por parte de uno de los integrantes sobre el otro.
Así es como Aldarte, una de las mayores asociaciones de atención a gays, lesbianas y trans, define este tipo de violencia. Tratan de visibilizarla, de dar a sus víctimas voz para que esta realidad, tan silenciada, salga a la luz.
Actualmente, los estudios en torno a este tipo de violencia no son demasiados. La relación afectiva y sexual en una pareja homosexual sigue revestida de una serie de mitos que idealiza este tipo de relaciones, omitiendo el hecho de que puedan darse situaciones de violencia.
Cuestiones comunes entre la VG y la VI
La violencia intragénero y la violencia de género cuentan con aspectos similares que se suceden en ambas relaciones. El agresor o agresora busca el control y la sumisión de su pareja por medio de una posición dominante. El ciclo de la violencia junto con la escalada del abuso en el tiempo son procesos comunes. Incluso, muchos de los tipos de violencia como la física, psicológica o sexual, son propias de ambas relaciones.
La escalada del abuso se define como el aumento progresivo de la violencia. Al inicio, son actos que se confunden con gestos cariñosos y de amor. Ello va aumentando de forma progresiva hacia una agresividad y control cada vez mayor que termina por aislar a la víctima.
El ciclo de violencia se conoce por tres fases específicas:
- Fase de acumulación de tensión: pequeños momentos y actos que provocan un aumento de la hostilidad por parte del agresor hacia la víctima. Un grito, una mirada fría en público, una amenaza de golpe, un empujón, etc. La víctima piensa que son hechos aislados y puntuales y que puede controlarlos.
- Fase de explosión: cuando esa tensión llega a su límite, el agresor/a descarga sobre su víctima toda la ira y la frustración que ha estado acumulando durante tanto tiempo. Es aquí cuando se produce la mayor violencia y donde el agredido/a suele terminar necesitando asistencia sanitaria.
- Fase de reconciliación o “luna de miel“: momento de arrepentimiento por parte de quien ha ejercido la violencia. Se deshace en promesas y carantoñas, jurando que jamás volverá a ocurrir algo por el estilo y reclamando una segunda oportunidad, alegando que la agresión se sitúa en el contexto de un arrebato/enajenación. Sin embargo, el ciclo continúa.
Tipos de violencia específica
No obstante, hay ciertas formas de violencia dentro de una pareja de personas del mismo sexo que la diferencia de la violencia que podemos encontrar en las parejas de distinto sexo.
- Violencia relacionada con el VIH: cabe matizar que no es exclusiva de la violencia intragénero, pero dada la importancia dentro de este colectivo merece mencionarse. Esta violencia se caracteriza por el descubrimiento del estado serológico de la otra persona y manipularlo a través de la enfermedad, impedirle el acceso a medicamentos, etc.
- Violencia sobre la identidad sexual: empleo de los estereotipos que definen a la comunidad LGTB y agredir a su pareja por entrar dentro de ellos. Igualmente, impedirle el contacto o limitar su participación en la comunidad.
- Outing: las personas homosexuales (aunque cada vez menos) suelen ocultar su orientación sexual por miedo a la estigmatización y al rechazo. La pareja agresora puede emplear este hecho amenazando con revelarlo a familiares, jefes, etc. De esta forma, se sume a la persona en un aislamiento social.
Circunstancias de la violencia intragénero
La violencia intragénero es una realidad silenciada; no se conocen muchos casos no porque no se dé, sino porque no se denuncian. En ocasiones, esto supone una doble victimización: la víctima sufre el maltrato pero también la estigmatización por ser homosexual. El miedo a someterse a la burla o el hecho de tener que demostrar públicamente su orientación sexual, supone un trauma por el que no quieren pasar.
Añadido a este hecho, existen otras circunstancias por las cuales este tipo de violencia no presenta una gran relevancia ni la necesidad de que se pongan medidas contra ella tanto para proteger a sus víctimas como para tratar de ofrecer una solución:
- Escasez de estudios que nos informen. No se habla de ella, ni siquiera en los medios de comunicación, en los que apenas se menciona algún hecho puntual.
- Falta de concienciación de las víctimas para percibirse como tal. Falta de identificación de los elementos que les hacen ser víctimas. Esto le impide tomar decisiones que solucionen sus problemas.
- Discriminación social de las relaciones LGBT. Se subestima o no se da importancia a los problemas que se plantean en este colectivo. Se tiende a minimizarlo y a no tomarlo en serio.
- Mitos acerca de las relaciones entre personas pertenecientes al colectivo LGBT.
¿Con qué datos contamos?
En el año 2009, la asociación Aldarte llevó a cabo un estudio sobre la violencia intragénero, publicando en 2010 un informe con los resultados.
La mayoría de personas que sufren este tipo de violencia en el seno de la pareja suelen ser las mujeres, con un 75,5 % frente al 23 % de los hombres. También es cierto que estos datos tampoco podemos extrapolarlos, puesto que en el mismo estudio se afirma que una parte de esos encuestados no son solo víctimas sino personas que conocen a alguien en esa situación. A pesar de todo, los datos son muy dispares.
La edad en la que se da la violencia oscila entre los 21 y los 40 años. Con lo cual, las víctimas son predominantemente jóvenes y posiblemente también sus agresores.
Por otra parte, la Secretaría de Estado de Igualdad, del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad por el Colectiu Lambada, en Valencia, elaboró un informe en 2011. Los datos son obtenidos directamente del análisis de 57 casos de violencia intragénero. Las mujeres siguen siendo las que más sufren este tipo de violencia en sus relaciones sentimentales y la edad sigue siendo predominantemente joven.
En ambos estudios, la violencia que se suele emplear es la psicológica: humillaciones y amenazas verbales. Recordemos en este punto que la violencia física termina por ser la herramienta última. Cuando la sumisión psicológica no se consigue, se pasa un intento por conseguir el dominio desde el plano físico.
¿Cómo lo afrontamos?
Desde Aldarte, luchan por tratar de incluir la violencia intragénero en la Ley Integral contra la violencia a las mujeres. En ella solo se hace referencia a la violencia que una mujer puede sufrir a manos de su pareja, siempre varón. De esta forma, se está apartando a las víctimas de violencia intragénero, las cuales no son susceptibles de recibir este tipo de ayudas por no tratarse de una pareja formada por una mujer y un hombre.
La violencia en la pareja no es exclusiva entre personas de distinto sexo o del mismo. Se define por la intención de poder y control que subyace a los intentos de someter al otro individuo. No debemos considerar diferente en gravedad la violencia de género de la violencia intragénero y viceversa. Se estaría dando a entender que una resulta más importante que la otra, derivando en un trato desigual a las víctimas.
Referencias bibliográficas
Lagar Méndez, J.M. (2017). Violencia intragénero: proyecto de invetsigación sobre la prevalencia y los factores asociados a la ejecución del maltrato. TFG. Universidad de Salamanca. Recuperado de: https://gredos.usal.es/jspui/bitstream/10366/133455/1/TFG_LagMenJM_Violencia.pdf
Comparecencia ante la subcomisión para ele studio del funcionamiento de la ley integral de medidas contra la violencia de género. Congreso de los diputados. Recuperado de: http://www.aldarte.org/comun/imagenes/documentos/COMPARECENCIA.pdf