7 claves para afrontar el síndrome del nido vacío
Los hijos son una fuente de satisfacción y también de preocupación, y cuando se marchan de casa, los padres pueden sufrir el denominado síndrome del nido vacío. El síndrome del nido vacío hace referencia a una combinación de sentimientos de soledad, tristeza y melancolía que se entremezclan con la sensación de abandono y pérdida de identidad.
Las circunstancias concretas que caracterizan el síndrome de nido vacío varían de unas familias a otras, de la misma manera en la que los hacen los sentimientos que los padres experimentan cuando sus hijos se marchan del hogar.
Debemos tener en cuenta que este sentimiento no aparece necesariamente en todas las parejas ante la ausencia de los hijos y, cuando se presenta, puede darse en diferentes grados. Si existe una base sólida en la relación de pareja y la complicidad y el vínculo emocional se mantienen, es más difícil que aparezca esta sensación de insatisfacción y abandono.
En cambio, si la presencia de los hijos es una de las principales razones para que la pareja se mantenga unida, es probable que se manifieste el síndrome del nido vacío. Es normal echar de menos la vida diaria con los hijos y su compañía y, además, este hecho va emparejado de la preocupación por su seguridad al abandonar el hogar y de saber si serán capaces de cuidarse bien por sí mismos. Sin embargo, esta situación puede provocar estrés e incluso depresión en los padres.
No todos los expertos están de acuerdo en hablar de trastorno e incluso algunos niegan la existencia de este síndrome como tal, pero lo que es evidente es que supone un cambio vital tanto para los padres como para los hijos.
“La familia es la fortaleza y la debilidad“.
-Aishwarya Rai Bachchan-
Ahora que los hijos se han marchado del hogar paterno llega el momento para los padres de replantearse la vida de tal forma que este cambio les afecte lo menos posible. Los padres deben entender la nueva situación, aceptarla y esforzarse por llevarla lo mejor posible.
Es hora de fortalecer la relación de pareja
Cuando los hijos están en casa, muchas veces la pareja queda a un lado. Este es un buen momento para reforzar la relación, retomar los momentos íntimos y buscar actividades de ocio comunes.
Mantenerse activo mediante el ejercicio físico
Nunca es tarde para comenzar a hacer deporte y evitar el sedentarismo. La fuerza, la flexibilidad y el equilibrio son los tres pilares principales que debemos trabajar para mantenernos activos y envejecer con salud. De este modo, será más fácil relajarnos y además, cuidaremos de nuestra salud.
Respetar la autonomía de los hijos
Hay que aceptar que los hijos se han hecho mayores y ya no dependen de sus padres para tomar decisiones. Aprender a establecer con ellos una relación entre adultos puede resultar muy satisfactorio por ambas partes.
Disfrutar del tiempo libre
Se pueden retomar aquellas actividades que no se pudieron llevar a cabo por la educación de los hijos. Aprovechar este momento resulta muy gratificante para hacer lo que nos gusta; en muchas ocasiones, las ocupaciones, el cuidado de la familia y las exigencias diarias no nos dejan tiempo para hacer aquellas cosas que realmente nos agradan y nos resultan placenteras.
Ahora puede ser el momento perfecto para retomar esas ocupaciones que tanto nos gustan y dedicarnos tiempo a nosotros mismos. Esto ayudará a mantener la mente ocupada evitando que los sentimientos de soledad y tristeza afloren tan fácilmente.
“La familia es una gran institución. Por supuesto, contando que te guste vivir en una institución”.
-Groucho Marx-
Dedicar más tiempo a la vida social
La jubilación y la marcha de los hijos pueden llegar a originar una vida solitaria y en muchos casos provocar aislamiento social. Permanecer activo, apuntarse a cursos o talleres, pertenecer a alguna asociación o acudir a algún centro de reunión, proporciona bienestar, mejora la autoestima y ayuda a envejecer con salud.
Mantener una actitud positiva
Es normal que al plantearse la vida sin los hijos en casa la tristeza nos invada, pero en lugar de enfocarlo de forma negativa trataremos de buscar los puntos positivos y pensar que es una decisión tomada por ellos, con la que estarán bien por lo que debemos alegrarnos.
La función de ser padre o madre continúa
El hecho de que los hijos se marchen del hogar y sean totalmente independientes, no quiere decir que vayamos a perder el contacto con ellos o que dejemos de ejercer el rol de padres. En esta nueva etapa podemos buscar formas de satisfacer las necesidades de los hijos en su nueva vida y mantener un contacto continuo que nos permita sentirlos cerca.
Esta nueva fase de la vida puede verse de manera positiva, siempre que se considere como una oportunidad de evolucionar en la relación entre padres e hijos.
Gran parte de la población joven sufre la precariedad laboral o directamente la falta de trabajo. La tendencia no es nada esperanzadora. Con una población cada vez más anciana y una coyuntura económica que afecta sobre todo a las personas que rondan los 30 años, el planteamiento de independizarse es cada vez más complicado.
El envejecimiento de la población es una realidad patente. Esta situación hace que muchos jóvenes de edad avanzada no puedan llegar a marcharse del hogar familiar por lo que el síndrome del nido vacío se ve alimentado de forma negativa.
La tranquilidad de tener a los hijos en casa, la falta de trabajo y la comodidad del hogar, lleva a muchos padres a pensar que su prole va a estar siempre con ellos, por lo tanto, no se encuentran preparados para encarar esta situación cuando finalmente se produce.