El yo en crisis: la depresión afecta a nuestro autoconcepto
La depresión afecta al autoconcepto y este vínculo provoca que la recuperación sea mucho más costosa. Resulta casi imposible verse bajo una luz positiva cuando la mente nos castiga con juicios de valor cada vez más negativos y desgastantes. De nada nos vale en estos casos que nos digan aquello de que “hay que quererse más”, cuando el cerebro nos responde con un: “¿y para qué?”.
Es cierto que una autopercepción sesgada y una baja autoestima son parte del sustrato de los trastornos del estado de ánimo. Sin embargo, la realidad es un poco más compleja. Derivar en esta condición psicológica es un proceso que parte de múltiples factores, nunca de uno solo. Sin embargo, y aquí llega el dato interesante, las investigaciones científicas insisten en un hecho muy concreto.
La opinión que tiene la persona sobre sí misma se debilita día a día cuando se convive con ese trastorno psicológico. Hay toda una serie de mecanismos biológicos que orquestan este tipo de autopercepción tan destructiva.
El yo se sustenta en procesos cerebrales complejos que tienden a alterarse, sobre todo, cuando sufrimos algún trastorno psicológico.
¿Por qué la depresión afecta a nuestro autoconcepto?
La depresión es un territorio en el que habitan numerosos antagonistas. Está la tristeza, la culpa, el autodesprecio, la desesperanza, la baja autoestima, la autoexigencia y hasta el miedo. Pocas entidades clínicas son tan complejas y albergan tantos factores que marcan su aparición y su desarrollo, incluyendo los factores genéticos y sociales.
Con ello queremos insistir en que tener una autopercepción negativa no basta para edificar el agujero negro de una depresión. Sin embargo, lo que sí está quedando en evidencia es cómo este trastorno socava, merma y debilita de manera progresiva la manera en que nos vemos a nosotros mismos. Esto explica las narrativas internas tan desgastantes de quien la sufre y también la resistencia (en algunos casos) a los avances y la mejoría.
Podríamos decir que si bien la baja autoestima y un autoconcepto frágil contribuyen a la depresión, estos se derriban todavía más en caso de que no apliquemos estrategias de afrontamiento. Podemos llegar incluso a límites tan preocupantes como dramáticos.
Así se construye el yo o la manera de vernos a nosotros mismos
El yo, o la imagen/percepción que tenemos de nosotros mismos, se edifica mediante diferentes dimensiones. Por ejemplo, está el aspecto social. La educación, el entorno, las relaciones y las experiencias que nos permiten edificar parte de esa percepción. Lo que creemos que los demás piensan de nosotros, más nuestra propia opinión, configura una parte importante de la autoestima, el autoconcepto, la autoimagen, etc.
Ahora bien, una investigación de la Universidad de Salzburgo indica que las personas con baja autoestima evidencian un volumen más reducido de materia gris en varias regiones del cerebro. En especial en las relacionadas con la regulación de las emociones, la autopercepción y la teoría de la mente (atribuir pensamientos e intenciones a otras personas).
El yo es una sutil combinación de aspectos sociales y también biológicos. Por ello, condiciones psicológicas como una depresión pueden mermar o debilitar la autoimagen, sobre todo, si ya era frágil previamente.
La depresión afecta al autoconcepto
La Universidad de Melbourne publicó un trabajo en el que profundizaba en cómo la depresión afecta a nuestro autoconcepto y a esas opiniones que construimos sobre nosotros mismos. Una vez más, se insiste en cómo esta dimensión se sustenta, también en procesos cerebrales complejos y jerárquicos.
Hay regiones subcorticales y redes corticales que pueden distorsionar y debilitar mucho más esa percepción cuando sufrimos un trastorno del estado de ánimo. Así, y como bien sabemos, esta condición cursa también con una alteración en los neurotransmisores, con menos conexiones interneuronales y una reducción de la plasticidad cerebral.
Todo este contexto neuroquímico altera nuestras narrativas e intensifica el diálogo interno negativo. La depresión bloquea no solo nuestra oportunidad de ver oportunidades en el exterior, también debilita la autoimagen. No nos creemos merecedores de la felicidad y el bienestar. Nos percibimos como personas incapaces de lograr lo que quieren, de dejar atrás el sufrimiento que padecen…
¿Cómo trabajar la autoimagen y autoestima durante una depresión?
Pocas realidades son más terapéuticas que promover un diálogo interno compasivo, respetuoso y resiliente. Sin embargo, la persona con depresión no lo hará por sí misma. Tampoco podrá conectar de manera motivadora y esperanzada con su entorno y realidad social, si por dentro está dominada por unos juicios altamente negativos y catastróficos.
Puesto que la depresión afecta al autoconcepto y caminamos con un yo en crisis perpetua, únicamente cabe un camino: la terapia psicológica y también la farmacológica.
Los medicamentos pueden actuar sobre la química cerebral, favoreciendo la comunicación en los circuitos de las células nerviosas cerebrales, para regular el estado de ánimo. Ahora bien, el enfoque farmacológico debe complementarse siempre con la terapia.
Necesitamos mejorar nuestros patrones de pensamiento, derribar creencias y esquemas patológicos que refuerzan el malestar y la autoimagen negativa.
El tratamiento de la depresión requiere siempre de un marco multifactorial en el que integrar desde nuevos hábitos de vida, una mejor gestión emocional, y hasta una reformulación de propósitos, valores y significados vitales. El sentido del yo es la piedra angular del bienestar humano, cuidémoslo. Es todo lo que somos.
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