5 formas en que los traumas de infancia afectan a la relación de pareja
Los traumas de infancia afectan a la relación de pareja de múltiples maneras. No es fácil construir un vínculo afectivo con alguien cuando la mente arrastra heridas no cerradas, inseguridades y sombras de un pasado no resuelto. Así, una de las maneras en las que más influye esa marca emocional a la hora de iniciar un compromiso con una persona es en el tipo de apego construido.
Como bien sabemos, nada es tan poliédrico, complejo y lesivo como un trauma psicológico. Surgen a raíz de una exposición continuada a un hecho estresante. Puede ser un hogar disfuncional, haber sufrido abusos, maltratos físicos o emocionales, etc. Lo cierto es que son muchas las personas que llegan a la edad adulta con esa marca del ayer.
Es común navegar en ese océano en el que se combina la desconfianza con el miedo al abandono. Pueden pasar por épocas en que se odian a sí mismos, siendo un desafío para ellos mantenerse en la relación -seguir aportando, seguir cuidándola, seguir preocupándose por el otro-. No es fácil querer a quien no tuvo una buena infancia y “arrastra determinadas secuelas”.
Los traumas experimentados en la niñez tienen serios efectos en la salud mental. Todo ello afecta a cualquier ámbito de la vida: trabajo, amistades, relaciones de pareja…
Maneras en que los traumas de infancia afectan a la relación de pareja
En los traumas psicológicos, el impacto de lo vivido persiste a pesar de que esa situación estresante ya no exista. Dicho de otro modo, no importa que hayan pasado 15, 20 o 30 años tras esa experiencia adversa vivida en la niñez. La sintomatología persiste y se manifiesta de muchas maneras.
Trabajos de investigación, como los realizados en colaboración con las Universidades de Illinois, Chicago, Virgina y Texas, en Estados Unidos, evidenciaron algo importante al respecto. Una buena parte de los niños que eran víctimas de un trauma infantil llegaban a la adolescencia con dificultades para manejar y regular las emociones. Asimismo, también se descubrió otro aspecto: eran más tolerantes a las situaciones de angustia.
Es decir, muchos derivaban en la clásica indefensión aprendida. Les costaba reaccionar, actuar y defenderse ante experiencias de sufrimiento y estrés. Así, y aunque es cierto que cada persona reacciona y actúa de un modo particular ante los hechos traumáticos, siempre hay patrones semejantes que tienden a repetirse. Una de esas evidencias es que los traumas de infancia afectan a la relación de pareja y es de este modo como lo hacen… Lo analizamos.
1. Te necesito, pero desconfío de ti (alteraciones en el estilo de apego con la pareja)
Cuando un niño sufre maltrato, carencias afectivas, abusos, etc., es común que acaben desarrollando en la edad adulta dos tipos de apego: el estilo de apego ansioso ambivalente o el apego desorganizado. ¿Cómo se manifiestan estas dinámicas en las relaciones de pareja? Básicamente del siguiente modo:
- Pueden mostrar una (aparente) autosuficiencia emocional, dando por sentado que no necesitan a nadie. Siempre intentan poner cierta distancia, pero al mismo tiempo, necesitan la cercanía de la pareja (de ahí la ambivalencia).
- Les cuesta intimar, construir una confianza sólida para abrirse al otro.
- Temen ser traicionados, abandonados… No importa cuántas muestras de afecto les ofrezca la pareja, para ellos nada es suficiente.
- La ambivalencia es sin duda una característica constante. Son las clásicas personas que lo necesitan todo del otro, son demandantes, pero a su vez, la desconfianza y el miedo a ser heridos como lo fueron en la infancia es lo que alza muros y alambradas en esa relación.
2. Todo me supera (imposibilidad a la hora de manejar problemas comunes)
Los traumas de infancia afectan a la relación de pareja de muchas maneras y una de ellas tiene que ver con la habilidad para resolver problemas. Por lo general, son personas que no se sienten capaces de manejar desafíos cotidianos en la propia relación. Todo lo sobredimensionan, cualquier cosa les afecta y se sienten superados.
Un mal gesto de la pareja ya se interpreta como hastío o desamor. Un olvido es el fin del mundo y una simple discusión la muestra inequívoca de que esa relación se está rompiendo…
3. No quiero hablar de eso (aversión al conflicto)
Como bien señalábamos con anterioridad, los traumas de infancia traen consigo una mala gestión de las emociones y a menudo, incapacidad para verbalizar lo que duele y comunicarse de manera efectiva. Esto hace que no sean hábiles a la hora de manejar las diferencias puntuales. Lo más común es que cuando surge una discusión se cierren en banda y opten por el silencio.
La persona que padeció algún trauma en la infancia tiene serios problemas para comunicar emociones, resolver problemas y manejar situaciones puntuales de conflicto en la pareja. En estos contextos, es común que elija la ley del hielo, es decir, dejar de hablar a la pareja durante un tiempo.
4. Sé que no te merezco (dudas constantes sobre el amor de la pareja)
Quien sufrió en piel propia la falta de amor en la infancia es común que llegue a la edad adulta con baja autoestima. Esa falta de amor propio y de aprecio por lo que se es, les aboca a dudar de manera constante de la propia relación. Esto, como podemos imaginar, supone un lento boicoteo a la propia relación.
Cuando se pone en duda el amor del otro de manera reiterada, ese vínculo está abocado al sufrimiento constante.
5. Los traumas de infancia afectan a la relación de pareja: la sensación constante de soledad
“Estoy junto a mi pareja, pero a pesar de ello la soledad es una constante en mí. Nada me hace realmente feliz, hay días en que no puedo conmigo mismo ni con el peso del mundo…”. Los traumas de infancia afectan a la relación de pareja de muchas maneras, pero hay un eje que todo lo mueve: el sufrimiento latente, la herida no sanada.
Trabajos de investigación, como los realizados en las universidades de Vermont y Virgina, nos recuerdan que los traumas de infancia orquestan trastornos psicológicos y, en muchos casos, ni siquiera se tratan. El estrés postraumático, la ansiedad generalizada y la depresión mayor son comunes en las víctimas de maltratos o abusos en la infancia.
El dolor encapsulado, la marca de ese trauma no resuelto tiende aislar a la persona. De ahí la sensación de soledad permanente, a pesar de tener a su lado a alguien que les quiere de manera incondicional. En este tipo de relaciones no hay dos figuras, sino tres. La propia pareja y ese sufrimiento latente. No dudemos por tanto solicitar ayuda profesional ante estas situaciones…
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