9 estrategias para mantener el control cuando las cosas van mal
Seguro te habrá pasado que, en cierto momento, las nubes grises no te dejan ver el cielo o que la tormenta nunca te permitirá disfrutar del sol. Como dice un refrán “las desgracias no vienen solas” y es totalmente así, ya que están acompañadas de un sentimiento insoportable, horrible, que no se lo deseas a nadie.
Es preciso saber que no “todo” está mal. Tienes el afecto de las personas que te rodean y la fortaleza de salir adelante. Aunque creas que la has perdido, tu corazón sigue latiendo y tu cerebro, pensando, por lo tanto, puede ayudarte a sortear los obstáculos.
Perder la calma es lo último que deberías hacer, porque si estás relajado será más fácil que puedas mantener “la cabeza fría” y pensar qué es lo mejor para ti.
Consejos para mantener el control en los peores momentos
1 – Identifica cuáles son las señales que da tu cuerpo
Cuando hay tensión es porque el organismo está ofreciendo signos de alerta. Es importante que te fijes bien cuando estás con los músculos contraídos. O bien cuando tu corazón late más a prisa, tu respiración está agitada o tu temperatura corporal sube y transpiras en demasía.
No todos experimentamos las mismas señales, por ello es preciso que las reconozcas apenas aparezcan. Cada uno de nosotros podemos sentir diferentes sensaciones corporales, así pues, un factor importante es aprender a conocerse. Indagar en nuestra mente y en nuestro cuerpo representa un elemento clave para reconoces las señales que nos manda nuestro cuerpo cuando algo no va bien.
2 – Respira profundamente
Saber controlar la respiración es vital para mantener la calma en cualquier situación, sobre todo cuando te sientes que el mundo ha caído a tus pies. Al estar bajo presión, los niveles de estrés aumentan y es por ello que la respiración es más superficial.
Esto se debe a que el cuerpo se está preparando para huir o ser atacado. Cierra los ojos y respira bien lento. Aguanta el aire en tus pulmones durante cinco segundos y luego expúlsalo, muy despacio. Repite este simple ejercicio las veces que sean necesarias y de a poco empezarás a notar cambios en tu cuerpo, te sentirás más aliviado.
Introducir la práctica del mindfulness en tu día a día, te ayudará a mantener el control cuando sientas que todo se te va de las manos. A través de esta técnica aprenderás a distanciarte de la reacción automática que nos provocan las emociones y tendremos el poder sobre nosotros mismos. Sin duda, se trata de una herramienta muy importante que nos capacitará para controlar aquellas situaciones que suelen escaparse a nuestro control.
3 – Busca cosas para hacer
Cuando tienes un problema, todo gira en torno a él y ese es un error muy frecuente. Ante situaciones difíciles, siempre es mejor que la mente esté ocupada en otras cosas. Por más que le des vueltas al asunto una y otra vez, lo único que lograrás es mayor desesperación, preocupación y depresión.
Haz cualquier otra cosa que te guste, como escuchar música, leer un libro, mirar una película, ir a tomar un helado o regar las plantas. Lo ideal es aprender a controlar la mente y que ella no te controle a ti. Pero si en tu práctica de atención plena te sobrepasan las circunstancias, entonces realiza alguna tarea que te entretenga. Busca aficiones que capten tu atención y te evadan del mundo y de los problemas durante un rato.
También es bueno que actives tu cuerpo con cierto tipo de ejercicio, así la energía negativa que estás acumulando es eliminada a través del movimiento. Prueba con la natación, el boxeo, saltar a la cuerda, bailar, andar en bicicleta o salir a caminar. Por nada del mundo debes quedarte de brazos cruzados mirando el techo.
4 – Mastica un chicle
Puede parecerte extraño, pero es una técnica muy interesante para relajarse. ¿Qué suele hacer la gente cuando está aburrida, deprimida o preocupada? Come mucho. Entonces, si no quieres atiborrarte con todo lo que hay en la nevera, masca un chicle de menta sin azúcar. Esto te aportará saciedad y te servirá para reducir los niveles de ansiedad.
5 – Juega
Podríamos incluir esta actividad en el punto cuatro, sin embargo, hay una salvedad en este caso. La idea es que te diviertas como cuando eras niño, con alguien que no sobrepase los cinco o siete años. ¿quién? Puede ser un hijo, un sobrino, un ahijado, un hermano, el hijo de un amigo o un vecino.
Tienes que prestar atención a la manera en que se desenvuelve en un parque, cómo todo llama su atención, de qué cosas se ríe… e imitarlo lo más posible. Después de esta actividad, te sentirás cansado, es verdad, pero también pleno, de buen humor y feliz. Sobre todo, jugando te olvidarás de tus problemas.
6 – Ten más sentido del humor
Ríete de las cosas que te ocurren, aunque los demás crean que estás loco. Intenta sacar el lado humorístico a lo malo. No es algo sencillo, pero tampoco imposible. Ríete de ti mismo a diario. El humor es fundamental para transformar aquellas situaciones negativas en un aprendizaje. ¿De qué nos sirve estar malhumorados? ¿Cambia la situación? No. Así pues, si por el contrario, lo tomamos con humor, mantener el control de cualquier situación nos resultará más sencillo.
“Si tiene remedio, ¿qué razón hay para estar abatido? Y si no lo tiene, ¿en qué beneficia el desconsuelo?”.
-Shantideva-
7 – Tómate tiempo
Cuando tu cuerpo está tenso, tu corazón está acelerado. No puedes pensar claramente en lo que ocurre y quieres actuar sin analizar las situaciones. No pretendas responder a las preguntas internas o las de los demás en esos momentos. Mejor tómate el tiempo necesario para pensar y luego dar una respuesta.
Como afirma el maestro budista zen Thich Nhat Hanh: “no hablar ya te da de por sí un considerable sosiego. Si además te ofreces el silencio más profundo del sin pensar, descubrirás en esa quietud una claridad y libertad maravillosas”. El maestro nos recomienda que para mantener el control, lo mejor que podemos hacer es tomarnos un tiempo en silencio. De esta forma, aquietaremos nuestra mente de pensamientos negativos y emociones aflictivas.
8 – Habla con alguien “externo”
Cuando creas que mantener el control se convierte en una tarea difícil, hablar con alguien “externo” puede ser de gran ayuda. Tanto un terapeuta o una persona que no esté relacionada contigo o con tu problema en particular. Tiene que ser alguien con quien te sientas bien pero que no esté empapado en el tema. Un punto de vista externo te puede ayudar a encontrar soluciones que hasta ahora no habías imaginado.
9 – Piensa cómo actuarían los demás
Si admiras a alguien, puede ser un familiar o un personaje famoso, imagina de qué manera esta persona saldría airosa de una situación similar a la tuya. ¿Cómo actuaría? ¿Qué pensaría? ¿Qué diría? Haz lo mismo: actuar, pensar y decir de forma parecida.