¿Cómo afecta el consumo de drogas a la salud mental de los adolescentes?

El impacto del consumo de drogas entre los jóvenes puede ser devastador. No olvidemos que estamos ante un cerebro aún en desarrollo, lo cual incrementa el riesgo de desarrollar algún trastorno psiquiátrico.
¿Cómo afecta el consumo de drogas a la salud mental de los adolescentes?
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Última actualización: 09 octubre, 2018

El consumo de drogas en la adolescencia es el origen de muchos problemas de salud mental. Los efectos de este tipo conductas se traduce muy a menudo en  trastornos del estado de ánimo, ansiedad, problemas de aprendizaje y conducta…

A pesar de que tal y como nos revelan los informes el abuso del alcohol y otro tipo de sustancias está disminuyendo entre la población más joven, los problemas de adicción siguen siendo algo más que recurrente. Entender el por qué de este tipo de comportamientos es algo complejo. A menudo deriva del entorno y la presión del contexto donde el joven pueda moverse, aunque los psicólogos, por ejemplo, hablan también de angustia psicológica, de desánimo y desafección.

Sea como sea hay algo que está claro: los efectos que tiene el consumo de drogas entre la población más joven es devastador. No solo es un problema de salud pública. Es también un impacto de gran relevancia en las propias familias y en la sociedad. Entender por tanto el modo en que altera la propia vida de los adolescentes es clave para invertir en prevención y en apoyo.

“Las drogas son las enemigas del futuro y de la esperanza, y cuando luchamos contra ellas luchamos por el futuro”

-Bob Riley-

Efectos de las drogas en la salud mental del adolescente

Cuando hablamos de consumo de drogas es común visualizar las más duras. Sin embargo, no podemos perder de vista que tanto el alcohol como el tabaco son sustancias nocivas y adictivas con las que adolescentes de 12 y 13 años suelen iniciarse. Asimismo, también es importante tener en cuenta las más extrañas como puede ser inhalar pegamento. Un recurso económico más accesible y que está causando ya estragos en los países más pobres.

Asimismo, hay algo evidente que nos demuestran estudios como el llevado a cabo en la Universidad de Maryland: el consumo temprano de drogas (sea la que sea) tiene un impacto directo a nivel cerebral. No olvidemos que estamos ante un cerebro aún inmaduro y en desarrollo. Algo así aumenta de forma exponencial el riesgo de sufrir algún trastorno psicológico.

Veamos por tanto qué efectos tienen las drogas más comunes en la salud mental de nuestros jóvenes.

Alcohol (a medio y largo plazo)

  • Deterioro de la atención y la memoria
  • Problemas en el tiempo de reacción.
  • Deterioro del juicio y problemas en la toma de decisiones.
  • Cansancio crónico y falta de motivación.
  • Trastornos de ansiedad.

Asimismo, entre los efectos del alcohol a largo plazo incluyen trastornos neurológicos y psiquiátricos.

Cannabis (efectos a corto y largo plazo)

  • Desinterés por aquello que les envuelve.
  • Apatía y desmotivación.
  • Riesgo de desarrollar depresiones.

Cocaina (efectos a corto y largo plazo)

  • Trastornos psicológicos como esquizofrenia y psicosis.

Drogas de diseño (efectos a corto y largo plazo)

  • Trastornos del sueño.
  • Agresividad.
  • Trastornos de ansiedad.
  • Irritación.
  • Depresión severa.
  • Ataques de pánico.
  • Problemas de memoria y de concentración.

El consumo de drogas y la cormobilidad

La comorbilidad es una condición en la que una persona sufre más de una enfermedad mental de manera simultánea. Así, una de las formas más comunes de enfermedades emparejadas es la adicción a las drogas y la depresión, especialmente en los adolescentes.

Muñeco de papel sentado en una esquina

Lo curioso del asunto es que el consumo de drogas no siempre es el punto de partida de otra enfermedad mental, sino que puede ser otra enfermedad la que sea un factor de riesgo para el consumo. Así, un trastorno del estado de ánimo o ansiedad puede conducir a un adolescente a consumir drogas como una forma de “automedicación”.

El abuso de sustancias (dependencia del alcohol o el uso habitual de drogas) es considerado una enfermedad mental.

En la comorbilidad también existe una interacción entre las dos enfermedades, de manera que un empeoramiento en la sintomatología de una suele dar lugar a un empeoramiento en la sintomatología de la otra.

La adicción a las drogas es una enfermedad mental

La adicción a las drogas es una enfermedad crónica y recurrente que se caracteriza por la búsqueda y el consumo compulsivo de estas sustancias, a pesar del conocimiento de sus consecuencias nocivas. Se considera una enfermedad mental porque las drogas modifican la estructura y funcionamiento del cerebro, condicionando y limitando seriamente la vida del enfermo.

La adicción cambia al cerebro de manera fundamental, ya que interrumpe la jerarquía normal de las necesidades y los deseos y los sustituye con nuevas prioridades relacionadas con la obtención y el consumo de drogas.

Perfil de una cabeza llena de pastillas

Los comportamientos compulsivos resultantes debilitan la capacidad para controlar los impulsos a pesar de las consecuencias negativas. Estos comportamientos son similares a las características básicas de otras enfermedades mentales.

Aunque la decisión inicial de consumir drogas es voluntaria, el consumo continuo de estas sustancias altera la capacidad de una persona para ejercer el autocontrol, que puede verse seriamente afectada. Este deterioro en el autocontrol es el sello distintivo de la adicción.

Estudios de imágenes cerebrales de personas con adicciones muestran cambios físicos en áreas del cerebro que son esenciales para el juicio, la toma de decisiones, el aprendizaje y la memoria, así como para el control del comportamiento. Los científicos creen que estos cambios alteran la forma en la que funciona el cerebro y pueden ayudar a explicar los comportamientos compulsivos y destructivos de la adicción.

Factores de riesgo de abuso de drogas entre adolescentes y problemas de salud mental

El abuso de drogas y otras enfermedades mentales tienen mucho en común, incluyendo una serie de causas. Algunos de los factores de riesgo que pueden conducir al abuso de drogas y a la inestabilidad mental en los adolescentes son los siguientes:

Desarrollo cerebral

De acuerdo con la Universidad de Rochester Medical Center, el cerebro humano no se desarrolla completamente hasta aproximadamente 25 años de edad. En concreto, la corteza pre-frontal, responsable de la toma de decisiones y el control emocional, está todavía en desarrollo.

Hasta ese momento, los adolescentes y los adultos jóvenes están en busca de aceptación y de la manera de impresionar a los otros sin considerar las consecuencias. Todavía son propensos a tomar decisiones impulsivas, sin dar parte a las emociones y a la razón. Esto les hace particularmente susceptibles a desarrollar múltiples problemas de salud mental.

Abuso verbal o abuso físico

Los abusos verbales o físicos durante la infancia y la adolescencia pueden dejar cicatrices físicas y emocionales. Los jóvenes que hayan sido víctimas de estos abusos buscarán cualquier forma de suprimir el dolor sufrido, incluso mucho tiempo después de sufrir esos abusos.

Niño maltratado por un padre allcoholico

Las cicatrices causadas por el el abuso suelen venir acompañadas de baja autoestima, desesperanza, paranoia e incluso pensamientos de suicidio. Algo que no facilita precisamente la reflexión sobre el daño que el abuso de sustancias produce en el cuerpo, sino todo lo contrario.

Exposición temprana

Las estadísticas han demostrado que cuando los niños están expuestos a las drogas y/o o alcohol son más propensos a desarrollar problemas de adicción. Basta con que lo vean en su entorno más cercano.

El consumo de drogas o alcohol puede ser un factor que contribuye a la inestabilidad mental, especialmente a una edad temprana, ya que los fármacos pueden alterar el desarrollo de los sistemas neurológicos de los jóvenes y cómo responden al estrés.

Presión

El entorno está presionando constantemente a los jóvenes respecto a lo que deben o no deben hacer. Padres, educadores y medios de comunicación ejercen presión sobre los adolescentes, que se sienten presionados por todas parte por convertirse en personas perfectas.

Toda esta presión es sin duda un factor contribuye a que los jóvenes sientan ansiedad y baja autoestima, así como a experimentar dudas. Esto da lugar a una batalla interna, constante e innecesaria de autodefensa que puede acabar en adicción, depresión y pensamientos o tendencias suicidas. Los adultos sabemos que es imposible complacer a todo el mundo. Sin embargo, los adolescentes todavía están aprendiendo.

La importancia de la prevención en periodos de alto riesgo

El consumo temprano de drogas aumenta las posibilidades de que una persona desarrolle una adicción. La prevención del consumo temprano de drogas o alcohol puede marcar una gran diferencia en la reducción de estos riesgos. Si podemos evitar que los jóvenes experimenten con drogas, podemos prevenir la drogadicción.

Cartel con mano prohibiendo drogas

El riesgo del abuso de drogas aumenta en momentos de transición. En la adolescencia temprana, cuando los niños pasan de la primaria a la escuela media, se enfrentan a nuevas y desafiantes situaciones sociales y académicas.

Durante este período, por primera vez los niños están expuestos a sustancias que se prestan al abuso (como tabaco y alcohol) por primera vez. Cuando empiezan los estudios de secundaria, los adolescentes tienen más cerca los canales de acceso a las drogas y no es raro que terminen siendo testigo de su consumo.

Al mismo tiempo, muchos comportamientos normales de su desarrollo, como el deseo de probar cosas nuevas o correr mayores riesgos, pueden aumentar su tendencia a experimentar con drogas. Otros pueden pensar que consumir drogas mejora su apariencia física o su rendimiento intelectual o deportivo, que disminuirá su ansiedad en situaciones sociales.

Por otra parte, las habilidades de los adolescentes para ejercer el buen criterio y tomar decisiones están aún en desarrollo y pueden limitar su capacidad para evaluar con precisión los riesgos de todas estas formas de consumo de drogas.

 


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  • Crocq M.A. (June 2003). “Alcohol, nicotine, caffeine, and mental disorders”. Dialogues Clin Neurosci. 5 (2): pp. 175 – 185.

  • Lingeman, R. R. (1974). Drugs from A-Z: A Dictionary. Nueva York: McGraw-Hill.


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