Crisis de pareja: el sufrimiento de intentar pegar lo que no encaja
Al final llega ese día. Ese en que la acumulación de gotas desborda el vaso: demasiados “pocos” acaban haciendo un mucho que pesa demasiado y que duele. Hay piezas que ya no encajan, falta la intimidad y abundan las quejas que saben a críticas y la tarea principal es la de buscar culpables en vez de soluciones. Las crisis de pareja vienen y van, pero algunas de ellas llegan para quedarse y desafiarnos, retándonos a corregir actitudes, a reconocer errores y a optar por una solución.
John Bradshaw, autor de innumerables trabajos sobre las relaciones afectivas solía decir que las parejas no siempre discuten por aquello que creen en un primer momento. A menudo, derivamos en peleas, fricciones y distancias porque el otro llega tarde, porque nos escucha cuando hablamos, porque sus decisiones cuentan más que la nuestra y nos cansamos de ser nosotros quienes siempre renunciamos.
“El cariño y la admiración son dos de los elementos más importantes en una relación duradera y gratificante”.
-John Gotmann-
Ahora bien, lo que hay detrás de estas dinámicas cotidianas es otra cosa. Es un algo que aparece como un leivmotiv recurrente y silencioso en toda crisis de pareja. Es el dolor de la desconexión. El de percibir que la otra persona no es consciente de lo que nos ocurre, de que hay ciertas cosas que duelen y que nuestro compañero o compañera no percibe. Cuando esto ocurre, cuando esa parte emocional de nuestro cerebro percibe que falta la intimidad y la comprensión aparece al instante el miedo y la ansiedad.
Es entonces cuando todo se desbarata, cuando asoman los reproches y el tú más, son momentos en que el trato se vuelve áspero y acusador porque algo roto resuena por dentro. Las piezas no encajan porque falta el pegamento de la confianza y la intimidad.
Crisis de pareja: los problemas enquistados que no sabemos solucionar
El amor no es siempre ese salvavidas que lo mantiene todo a flote. No por querernos mucho quitamos de la ecuación del día a día las diferencias, los problemas, las crisis, los malentendidos. Ahora bien, será el afecto, eso sí, quien nos permita buscar y trabajar en una solución cuando surgen esos conflictos que ponen en jaque la propia relación.
John Gotmann, creador del laboratorio del amor en la Universidad de Washington y reconocido especialista en las relaciones afectivas, nos explica algo que seguramente nos sonará bastante. Las crisis de pareja son cíclicas, llegan, las superamos, nos reconciliamos, dejamos pasar el tiempo y aparecen de nuevo. Ahora bien, detrás de esos conflictos siempre hay un mismo problema que no sabemos resolver. Hay una pieza suelta, un pequeño agujero negro enquistado que vuelve cada cierto tiempo para hacerse más grande.
Veamos ahora qué suele caracterizar a esos tipos de problemas más recurrentes en las crisis de pareja.
Los problemas iceberg
Los problemas iceberg navegan a nuestro alrededor con excesiva frecuencia. De ellos solo vemos una pequeña cumbre que sobresale del agua. De algún modo, esa parte visible del iceberg representa esas pequeñas diferencias cotidianas: “decides cosas sin consultarme, te has olvidado de traerme esto porque solo piensas en tus cosas, no has tenido el detalle de esperarme, yo no sé leerte la mente para adivinar qué necesitas si no me lo dices…”
Ahora bien, bajo el iceberg reside una extensa masa oculta que simboliza la auténtica raíz del problema, esa que no vemos pero que nos arrastra con ella. Esa que nos lleva a la deriva por no afrontar las verdaderas diferencias que se contienen entre los dos. Así, el propio John Gottman nos señala que esos caballos de batalla que siempre actúan como detonantes en las crisis de pareja son las siguientes.
- No nos sentimos validados por nuestra pareja.
- Abundan más las críticas que el apoyo y la comprensión.
- Hemos perdido intimidad, ya no existe la apertura de antaño, la reciprocidad y el sentimiento de calidez que tanto nos enriquecía.
- Dificultad en la comunicación. A menudo, cuando un miembro de la pareja (o ambos) perciben que falta la intimidad y que hay desconexión, reaccionamos utilizando un lenguaje agresivo, crítico y dañino.
- Hay falta de confianza.
- Diferencias de poder y desajustes en el balance a la hora de tomar decisiones.
¿Cómo se superan las crisis de pareja?
Las crisis de pareja no se superan y ya está, se trabajan cada día. En realidad, no es algo puntual que uno afronte en un momento dado con mayor o menor éxito. Porque si hay algo que debemos aprender de estos conflictos relacionales es que hay que obtener una serie de aprendizajes de ellos. Competencias, conocimientos y habilidades que aplicar a diario para seguir moviendo el engranaje relacional y esa dinámica tan cambiante que caracteriza al propio motor de la pareja.
A la hora de superar estas crisis las herramientas que nos facilita la terapia cognitivo-conductual suelen ser sin duda de las más idóneas. Dentro de este enfoque, se nos habilita para trabajar en la resolución de los problemas aprendiendo a comunicarnos con un fin muy concreto: generar alternativas, valorarlas y crecer tanto personalmente como en el propio seno de la relación.
Veamos por tanto algunas sencillas pautas en las que reflexionar.
Claves para gestionar los conflictos de pareja
- El primer paso que deberíamos trabajar es el autocontrol fisiológico. ¿La razón? Si hay algo que todos sabemos es que las crisis de pareja generan ansiedad y estrés. Esas emociones intensas nos hacen perder el control muy a menudo. La comunicación se vuelve dificultosa y creamos ambientes nada propicios para la búsqueda de una solución.
- Qué siento y qué espero. El segundo paso, es quizá el más complicado. Para ello, y una vez percibamos que estamos en calma, empezaremos a enunciar aquello que nos preocupa y molesta pero utilizando una regla. Pondremos en voz alta qué sentimos y qué es lo que esperamos del otro. Por ejemplo: “últimamente me siento solo, aun estando a tu lado. Me gustaría que tú me prestaras atención, que hiciéramos cosas juntos” .
- Reparar y crear. Las crisis de pareja nos van a permitir varias cosas. Una de ellas es la de hacer cambios. Tomar conciencia de que tal vez, ya no somos los mismos de antes. Tal vez tengamos que reconstruir ciertas cosas para crear algo nuevo que nos permita acercarnos una vez más para mejorar la relación. En esencia, no solo hay que reparar lo que habíamos descuidado, hay que ser capaces de erigir algo mejor.
El último paso en nuestro intento por superar la crisis de pareja es el compromiso. Deberemos comprometernos con la relación, con la otra persona y con nosotros mismos. Son tres esferas que no pueden ir por separado, tres áreas dinámicas que deben crecer y avanzar sintiéndose libres pero comprometidas. Si esto no ocurre, no se percibe o no es posible, tal vez debamos tomar otra decisión. De nosotros depende.