Cuando la ansiedad nos hace tomar malas decisiones
A diario, todos no vemos a obligar a tomar muchas decisiones, unas más importantes que otras, pero decisiones al fin y al cabo. Sean o no importantes, una mala decisión puede derivar en consecuencias poco agradables e incluso importantes.
Por eso, tras tomar una decisión, la que sea, estamos pendientes de las consecuencias. Esto nos permite aprender de los errores y aplicar lo aprendido en la próxima ocasión que se presente una situación semejante.
Pero, ¿qué pasa cuando tomamos decisiones estando sometidos a altos niveles de ansiedad? ¿Cómo influye esa ansiedad en la espera de los resultados? Más aún, ¿por qué, cuando decidimos algo en estado de ansiedad, tenemos tendencia a elegir una de las peores opciones?
Un estudio publicado en la revista Nature Neuroscience, realizada por un equipo de investigadores de la Universidad de California en Berkeley y de la Universidad de Oxford intenta aclarar estos interrogantes. Este estudio sugiere que los altos niveles de ansiedad puede interferir en el proceso de toma de decisiones.
La ansiedad y el estrés tienen una serie de efectos indeseables que pueden interferir en la realización de muchos tipos de tareas, incluso hacer que las tareas diarias sean un auténtico desafío. Esto incluye la tarea de tomar decisiones en un contexto de incertidumbre.
Y es que las personas que experimentan altos niveles de estrés y ansiedad tienden a fijarse en lo negativo, e incluso a pensar de manera catastrófica o hacer que pequeños problemas sean enormes amenazas.
Parte de esta tendencia, sugieren los autores del estudio, es que las personas altamente ansiosas sufren mayor dificultad para leer e interpretar las señales ambientales que pueden ayudar a evitar los resultados negativos.
Cómo reaccionan las personas con ansiedad ante la incertidumbre
En el citado estudio, los investigadores trabajaron con 31 participantes que tenían diversos niveles ansiedad (desde niveles menores a superiores). Utilizaron tareas de toma de decisiones, mediciones fisiológicas y de comportamiento y modelos computacionales para medir las habilidades para tomar decisiones probabilísticas.
Dichas tareas requieren el uso de la lógica y la probabilidad de manejar situaciones de incertidumbre y extraer conclusiones de los acontecimientos pasados para determinar la mejor opción.
“Una habilidad importante en la toma de decisiones diaria es la capacidad de juzgar si un mal resultado inesperado es un hecho fortuito o algo probable que vuelva si la acción que llevó al resultado se repite”, dijo Sonia Bishop, autora principal de la investigación.
Las medidas de los investigadores también incluyeron seguimiento ocular para detectar dilatación de la pupila, un indicador de que el cerebro ha lanzado norepinefrina, que ayuda a enviar señales a múltiples regiones del cerebro para aumentar la vigilancia y la disposición a actuar.
Se pidió a los participantes que participasen en un juego computarizado en el que tenían que elegir repetidamente entre dos formas, una de las cuales, si se seleccionaba, daría una leve a moderada descarga eléctrica.
Para evitar ser sorprendidos, los participantes recibían pequeñas descargas eléctricas de forma regular yendo de menor a mayor frecuencia. Las personas altamente ansiosas tuvieron más problemas que menos ansiosos para adaptarse a esto y evitar así las descargas.
También fue más débil en los participantes muy ansiosos la respuesta pupilar tras recibir una descarga (o no) durante la fase errática del juego. Por lo general, las pupilas se dilatan cuando adquirimos nueva información y en entornos altamente cambiantes.
Por eso, comentan los investigadores, la reducción de las pupilas sugiere un fracaso para procesar la información que cambia a gran velocidad.
“Nuestros hallazgos ayudan a explicar por qué los individuos ansiosos pueden encontrar difícil la toma de decisiones bajo incertidumbre en su lucha por recoger pistas en cuanto a si se encuentran en una situación estable o cambiante”, dijo Bishop.
Situaciones estables Vs situaciones inestables
Los investigadores sugieren que esto indica una relación entre la ansiedad y una pobre habilidad para la toma de decisiones en estas situaciones.
Cuando nos enfrentamos a decisiones en el mundo real, es importante determinar si las situaciones y relaciones involucradas son estables o volátiles y, a continuación, decidir cómo reaccionar en base a esa información.
En la mayoría de los casos, la gente es muy buena en esto. Pero las personas con tendencia a la alta ansiedad tienen más dificultades de leer las señales ambientales que podrían ayudar a evitar un mal resultado.
Los resultados del estudio apuntan a un fallo en los circuitos de toma de decisiones de orden superior del cerebro que eventualmente podrían ser objetivo en el tratamiento de los trastornos de ansiedad.
“Nuestros resultados muestran que la ansiedad puede estar vinculada a la dificultad en el uso de información acerca de si las situaciones que enfrentamos diariamente, incluyendo la dinámica de relación, son estables o no, y decidir cómo reaccionar”, dijo Bishop.
“Esta dificultad en el uso de la información sobre la estabilidad de las contingencias de acción en los resultados para juzgar correctamente o no repetir una acción que ha llevado a un resultado inesperado aversivo bien puede llevar a los individuos de alto rasgo ansioso a tomar decisiones pobres”.
Imagen cortesía de Fotovika