Descubriendo a Norman Bates
Norman Bates es el protagonista de una de las películas más icónicas y celebradas de la historia del cine: Psicosis (1960), de Alfred Hitchcock. Anthony Perkins fue el encargado de dar vida a este aterrador y complejo personaje que ha pasado al imaginario popular como la personificación del psicópata.
La historia de Bates es profunda, desgarradora y escalofriante. Aunque la versión más conocida es la de Hitchcock, cabe desatacar que, en realidad, la película está inspirada en la novela homónima de Robert Bloch y, a su vez, el personaje de Norman Bates se basa en el asesino Ed Gein.
Retomando la magia del blanco y negro, de ese terror puro que inundaba las salas de cine durante la primera mitad del siglo XX, lejos de su vertiente más actual y comercial, nos adentramos en un mundo que solo un maestro como Hitchcock podía dibujar con tanta minuciosidad. Un mundo donde el miedo reside en nuestra imaginación, en la tensión y la sugestión… Psicosis nos regaló escenas que han pasado a la historia, que se han convertido en la representación del terror por excelencia, y nos regaló a Norman Bates, un asesino que, en el fondo, nos encanta, nos fascina y hace que volvamos a creer en la magia del cine.
Tras el éxito de Psicosis, la carrera de Anthony Perkins tomó un rumbo diferente que terminó por encasillarlo para siempre en el personaje de Norman Bates. Parecía que todo el mundo quería sacar beneficio del éxito de la película, se hicieron secuelas en las que Perkins volvió a encarnar al personaje e incluso dirigió en una ocasión.
De esta forma,Psicosis marcó un antes y un después en el cine de terror, abrió la puerta a explorar nuevos temas, a indagar en la mente humana. El simbolismo es tal que podemos aplicar algunos conceptos del psicoanálisis a la propia película, como si de un sueño se tratase o de un poema complejo, Psicosis compone de forma magistral la perturbada mente de Norman Bates.
La madre, símbolos y psicoanálisis
Hitchcock fue dejando pistas de lo que realmente ocurría en el Bates Motel. Desde la llegada de la joven Marion, intuimos que algo no encaja demasiado, que algo extraño le ocurre a Norman Bates. Y es que, en realidad, la película es una especie de puzle simbólico que nos va dando indicios de la oscuridad que alberga la mente de Norman. Esta fuerte carga simbólica adquiere todavía más sentido si, además, indagamos un poco en el pasado del propio director, Alfred Hitchcock, cuyas películas estuvieron muy vinculadas al mundo del psicoanálisis, dejando huella de sus propios traumas infantiles.
Igual que Bates, Hitchcock perdió a su padre en su juventud y su madre se convirtió en una mujer totalmente controladora. Además, sufría de cierta fobia a los pájaros, elemento presente a lo largo de toda la película, anticipando además la siguiente producción del director: Los pájaros (1963). La interpretación del pájaro ha estado asociada a la divinidad, a la adivinación y, al mismo tiempo, es una figura que evoca libertad; libertad de la que Bates carece completamente. Los pájaros que vemos en la película están muertos, disecados, es decir, han sido despojados de todo signo de poder, de su libertad; se muestran estáticos y adquieren connotaciones negativas.
Las referencias a las aves no cesan ahí, el apellido de Marion es Crane (grulla) y procede de Phoenix (fénix); durante la cena, Bates le habla a Marion de los pájaros y le dice que ella come como un pájaro, esta asociación de los pájaros con Marion tampoco es casual, pues en slang la palabra bird se asocia la feminidad. Marion es una mujer atractiva y Norman Bates se siente atraído por ella, algo que supone una amenaza para la figura materna y, como consecuencia, debe destruir a su rival.
El complejo de Edipo está presente en Bates desde la infancia, al carecer de figura paterna, la unión a la madre se hizo mucho más fuerte, vinculando también su libido a ella. Se intuye que Bates pudo sufrir abusos sexuales por parte de su madre y vemos que muestra ciertos sentimientos encontrados hacia ella: por un lado, siente rabia, pero tampoco logra desvincularse, teniendo una dependencia obsesiva. Al mismo tiempo, cuando su madre comienza una relación sentimental junto a otro hombre, Norman no puede soportar perderla y, por ello, elimina al rival.
A lo largo de la película, vemos innumerables escenas de espejos, reflejos, agua… El agua tiene ciertas connotaciones sexuales y la famosa escena de la ducha, a pesar de tratarse de un asesinato, posee una fuerte carga simbólica vinculada al deseo sexual. Lejos de ser desagradable, tiene componentes que hacen que la escena sea interpretada como una escena deseada. La lluvia también marca el primer encuentro entre Norman Bates y Marion y, al mismo tiempo, anticipa que algo va a ocurrir.
Norman Bates, la explicación
La casa de Norman Bates también puede ser interpretada desde el psicoanálisis, pues tiene tres planos, igual que los niveles establecidos por Freud: la planta de arriba se corresponde con el superyó, lugar en el que vemos la sombra de la madre de Bates; en la planta baja, tenemos el “yo”, donde Bates proyecta una imagen de aparente normalidad hacia los demás; finalmente, en el sótano, llegamos al inconsciente, al lugar en el que Bates y la madre se funden, donde ya no hay censura, donde descansa el cadáver de su madre.
El propio diseño y decorado de la casa ya nos advierte cómo es la personalidad de Norman Bates, funciona como un símil de su propio ser. La vamos descubriendo poco a poco y lo último que vemos es el sótano, momento en que Norman se deja ver como su madre y descubrimos la verdad. La cumbre de la película llega cuando Bates es evaluado por un psiquiatra y este explica que Norman ya no es Norman, sino su madre.
Los celos se apoderaron de Norman cuando su madre comenzó una relación junto a otro hombre; estos celos, unidos a la frágil mente de Norman, se convirtieron en patológicos y le llevaron a la total irracionalidad, asesinando tanto a su madre como a su amante. Al no aceptar la muerte, al no lograr desvincularse de la madre, Norman robó el cadáver y lo mantuvo en su casa. Esta personalidad violenta y este gusto por “mantener vivos a los muertos” se puede anticipar ya en su afición por conservar aves disecadas.
La culpa y la no aceptación de la muerte hicieron que Norman terminase por convertirse en su madre. Su mente comenzó a disociarse hasta el punto de presentar dos personalidades completamente definidas: la madre y Norman. Estas personalidades entraron en conflicto y, a medida que pasaba el tiempo, la personalidad de la madre se fue haciendo más y más fuerte, llegando a mantener conversaciones y terminando por dominar a Norman.
La sublime escena final, en la que un ya “desaparecido” Norman Bates nos mira desafiante mientras piensa los pensamientos de su madre, es realmente reveladora; una muestra de que la magia del cine, a veces, no necesita efectos especiales ni artificio. Psicosis nos sigue fascinando, nos sigue sobresaltando y hace que las palabras de la madre de Bates penetren en nuestra mente sobrecogiéndonos, haciéndonos experimentar un miedo difícil de explicar, difícil de olvidar.
“El mejor amigo para un muchacho es su madre”.
-Norman Bates-