¿Qué es una «escort» y cuál es su diferencia con una prostituta?

Más allá de los estigmas y las suposiciones, te presentamos las principales diferencias entre ambos roles y si estas se deben a la percepción social o a servicios distintos.
¿Qué es una «escort» y cuál es su diferencia con una prostituta?

Última actualización: 25 septiembre, 2024

Aunque a primera vista los términos «escort» y prostitutas pueden parecer sinónimos, en realidad existen varios matices importantes que marcan la diferencia. Pero, en realidad, ¿es solo una cuestión de estatus o hay algo más profundo detrás de ambos conceptos?

Te ayudamos a aclarar este tema que genera gran interés, pero que pocas veces se aborda con claridad. Sucede que hay aspectos relacionados con la percepción social, apartando el servicio como tal, que acentúan distinciones entre los dos roles.

¿Qué es una «escort»?

En el siglo XX, el término «escort» comenzó a usarse para describir a personas que ofrecían servicios de compañía, no necesariamente de naturaleza sexual. Este uso se expandió y se asoció con un tipo de oficio que combina el acompañamiento social, con una apariencia de exclusividad y sofisticación.

A diferencia de lo que suele ligarse con la prostitución, las «escorts», o damas de compañía, son mujeres contratadas por personas de altos ingresos para que sean acompañantes a eventos sociales, cenas elegantes o viajes, donde el énfasis está en la conversación y la experiencia compartida.

El aspecto sexual, aunque pueda estar presente, no es siempre la prioridad, lo que añade un aire de misterio a este rol. Las personas que lo ejercen se mueven en entornos más discretos y lujosos, y su presencia se percibe como la de un acompañante de alto nivel; por su belleza física, intelecto y personalidad.

Si bien solemos asociar a la palabra «escort» con mujeres, es posible que los hombres también desempeñar este oficio. Los gigolós, como se les llama de manera común, cumplen funciones similares.

¿Qué es una prostituta?

Acorde con la Real Academia Española, una prostituta o prostituto es una persona que mantiene relaciones sexuales a cambio de dinero. En esencia, se diferencia de las «escorts» en el enfoque, pues está ligado a la transacción sexual, con menos énfasis en la compañía o la interacción social. A pesar de lo común que es este oficio, continúa como un tema tabú que genera controversia.

De acuerdo con el 4to Informe mundial sobre la explotación sexual publicado por la Fundación Scelles, alrededor de 30 millones de personas se encuentran involucradas en la prostitución en el mundo, la mayoría mujeres y niños. Muchos de estos individuos viven en situaciones de extrema vulnerabilidad o son víctimas de trata de personas.

La Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito estima que, en Europa, unas 140.000 mujeres están atrapadas en esta espiral de explotación y maltrato sexual. Y una de cada siete trabajadoras sexuales en el continente ha sido esclavizada a través de la trata de personas.

En países como España, la prostitución no está regulada. Esto significa que, aunque no es ilegal, tampoco está protegida por leyes que garanticen derechos laborales o seguridad para quienes la ejercen. Tal falta de regulación añade una capa extra de vulnerabilidad y estigmatización social.



Principales diferencias entre la prostitución y ser «escort»

Si bien ambos términos podrían parecer similares y compartir características, son las percepciones sociales, el entorno en que operan y el marketing los que marcan las diferencias más significativas. Y es que, muchas veces, la línea que separa a una persona que ejerce la prostitución de una «escort», no está tanto en el servicio que ofrecen, sino en cómo la sociedad percibe y clasifica estos dos roles.

A la primera se le juzga por sus circunstancias y necesidades, mientras que a la segunda se le asocia con un estilo de vida más glamuroso o exclusivo. Detallemos más las distinciones.

1. El servicio ofrecido

Comencemos por el enfoque del servicio. Las «escorts» suelen ofrecer acompañamiento social de lujo, discreto y prolongado: cenas, eventos, viajes y encuentros que no siempre involucran un componente sexual inmediato. Hay un valor añadido en la conversación y la presentación.

Por otro lado, la prostitución es más directa, centrada en la prestación de servicios sexuales, sin el componente de acompañamiento social. Aquí, la interacción social es mínima o inexistente, y el tiempo juntos es más breve.

2. Costo y asequibilidad

El precio es otro factor que diferencia a una «escort» de las prostitutas. Los servicios de las damas (o caballeros) de compañía son más costosos, debido a la exclusividad y discreción que conllevan, lo que limita el acceso a un nicho más reducido.

Por el contrario, la prostitución tiende a ser más asequible en términos económicos, lo que la hace más común; pero también carga un mayor estigma social.

3. Percepción social y clasismo

La sociedad tiende a ver a las «escorts» como figuras más sofisticadas, ligadas a un estilo de vida exclusivo; mientras que a las prostitutas por predisposición le asocian con la marginalidad y la necesidad que conllevan la pobreza y la falta de oportunidades.

A menudo, quienes optan por el término «escort» buscan evitar el estigma ligado a la prostitución, lo que pone de manifiesto cómo el clasismo y las percepciones de lujo o necesidad condicionan el juicio social.

4. Consentimiento y autonomía

Quienes laboran como damas de compañía, en muchos casos, tienen mayor control sobre los términos de su trabajo, incluyendo a quién aceptan como cliente, el tipo de servicios que ofrecen y las condiciones en las que operan. Esto puede incluir la posibilidad de rechazar solicitudes que no se alineen con sus preferencias o límites personales.

En el otro extremo, las personas en situación de prostitución, tal vez tienen menos poder para establecer o negociar estas condiciones. Sobre todo, si operan en contextos de mayor vulnerabilidad o necesidad. En muchos casos, la falta de regulación o protección legal puede llevar a situaciones en las que el consentimiento se vea comprometido, debido a la presión económica o a la influencia de terceros.

5. Nivel de discreción y privacidad

Por lo general, el entorno de trabajo de las damas y caballeros de compañía es mucho más reservado: la privacidad del cliente es una prioridad. El servicio se negocia de manera más formal e involucra acuerdos previos detallados para garantizar la confidencialidad.

Contrario a ello, la prostitución parece más visible, y en muchos casos se ejerce en entornos públicos o con menos protección de la privacidad, lo que puede aumentar el estigma vinculado a la actividad.



Ante todo, ambos roles merecen respeto y dignidad

Al final del día, la diferencia entre una «escort» y una prostituta no debería ser un motivo para juzgar o estigmatizar. Ambos roles, aunque percibidos de maneras distintas por la sociedad, son trabajos que, como cualquier otro, merecen respeto y dignidad.

Es esencial recordar que detrás de cada título y etiqueta hay personas con historias, desafíos, y decisiones propias. En lugar de perpetuar el clasismo y la marginalización, debemos promover una comprensión más profunda y empática hacia quienes ejercen el trabajo sexual, al reconocer su derecho a trabajar en condiciones seguras y libres de prejuicios.


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