Diferencias entre amor y enamoramiento, ¿dos caras de la misma moneda?
“Una cosa es enamorarse. Otra cosa es sentir a otra persona enamorarse de ti y sentir la responsabilidad de ese amor”. Así escribía David Levithan en su obra Everyday. ¿Pudo querer decir el autor que hay diferencias entre amor y enamoramiento? Tal vez sí.
Y es que, aunque mucha gente piensa que amor y enamoramiento son términos sinónimos, lo cierto es que muchos expertos consideran esta creencia un error. Hay diferencias significativas que vemos a continuación.
“El amor es un juego que dos juegan y ambos ganan”
-Eva Gabor-
Diferencias entre amor y enamoramiento
Una de las diferencias entre amor y enamoramiento más clásicas, aparece cuando pensamos que el amor está inevitablemente relacionado con lo romántico. Una pregunta servirá para explicarlo mejor. ¿Amas a tus hermanos, padres, amigos, mascotas…? Lo que sucede es que no estás enamorado de ellos, ¿verdad?
Obsesión y deseo
Porque el enamoramiento, hablando en sentido neuroquímico, provoca un enorme deseo, una amplia obsesión. Podríamos decir que es incluso una adicción: la atención se focaliza en la persona amada y las actividades solitarias que antes nos resultaban placenteras ahora quedan empequeñecidas frente a cualquier proyecto que suponga tiempo con el otro.
La química también tiene mucho que decir sobre el enamoramiento. Mientras estamos bajo su “hechizo”, intervienen en nuestro cerebro potentes neurotransmisores, como la serotonina y la dopamina, que también equiparan el efecto neuroquímico del enamoramiento en el cerebro con el que producen otro tipo de drogas.
Sentimos “empañar” una aura tan misteriosa y mágica como la que rodea al enamoramiento con estos conceptos científicos, pero es la realidad. Estos neurotransmisores son los que hacen que percibamos con tanta intensidad las emociones. Idealizamos a nuestra pareja, nos llena de energía y nos permite vivir en una especie de burbuja. Si eres capaz de que dure por siempre, será maravilloso, ¿o no?
El amor es muy diverso
Como insinuábamos al principio, la realidad es que podemos querer a muchas personas, sin embargo el foco del enamorado se suele centrar en una única. Es como si todo se reduciera al otro. Es suficiente con que el otro insinúe un deseo para que nos preguntemos qué podríamos hacer para que lo cumpliera. Además, si encontramos una forma, solemos subestimar los costes en recursos -tiempo, dinero, desatención para otras relaciones, etc.- que supondría para nosotros.
Por otro lado, en muchos casos el enamoramiento es el punto de partida del amor. A través de él, las personas obtienen la suficiente energía como para empezar a crear lazos con el otro. Lazos que serán en parte los que sostengan a la pareja en los momentos de crisis.
Por otro lado, ¿tienes amor propio? ¿Amas a tu pareja? ¿Sientes un gran amor hacia tus padres? ¿Amas a tus amigos y seres queridos? Seguro que sí, pero no a todos por igual y en las mismas condiciones. Como ves, ya hemos respondido a una de estas diferencias entre amor y enamoramiento.
El amor es más racional
Este punto viene directa e íntimamente relacionado con los dos anteriores. Es decir, el amor es racional, o al menos no es tan irracional como el enamoramiento, ya que no sentimos la misma intensidad emocional por un amigo o un hermano que por la persona de quien estamos enamorados.
Porque el enamoramiento supone una enorme escalada de neurotransmisores químicos que hacen que las emociones tengan una intensidad elevada. Sin embargo, poco a poco va desapareciendo, dando lugar a un amor más sosegado, crepuscular y racional. Al menos en la mayoría de los casos (siempre hay excepciones).
“El amor es eterno; el aspecto puede cambiar, pero no la esencia”
-Vincent van Gogh-
El tiempo pasa para todos
Es complicado que esa etapa de enamoramiento se prologue en el tiempo, principalmente porque produce un gran desgaste en los recursos de las personas enamoradas (aunque dentro de la propia etapa de enamoramiento pueda no sentirse así). De esta manera, la llama chispeante del enamoramiento se convierte en una llama más sosegada.
Al comienzo de una relación las expectativas son muchas, la atracción es muy intensa, hay gran suspense por lo que pueda pasar con la persona amada. Pero el tiempo pasa, y llega la seguridad, la estabilidad, el afecto, los códigos de comunicación propios…
Bajamos de la nube
Así que mientras estamos en pleno proceso de enamoramiento, vivimos en una nube que parece auparnos hacia el cielo, ya que ahí está la persona amada, imagen idílica de perfección que hasta nos quita el sueño.
Pero finalmente, por más que la nube se eleve hacia el pedestal donde se encuentra esa persona, llega un momento en que hemos de bajar, pisar el suelo y dejar de volar ciegamente. Es ahí donde el amor hace acto de presencia (para algunos se trasforma), y el ser amado muestra sus defectos, pero también su cercanía, su comprensión y su cariño.
El amor es más cómplice
Las parejas que acaban de conocerse suelen tener una sintonía envidiable: la empatía es más fácil porque el uno está muy pendiente del otro y al revés. Sin embargo, el conocimiento y la complicidad es un caldo de fuego lento, al igual que la confianza. Es cierto que nunca vamos a dejar de descubrir al otro, en parte porque el otro es dinámico y cambia; cambian sus costumbres, su círculo social o su carácter. Sin embargo, somos capaces de ver en él un núcleo duro, una cierta estabilidad dentro del movimiento que es lo que nos hace tener la sensación de que conocemos al otro.
Sabemos cuáles son sus gestos más característicos, esas muecas disimiladas que dictan que hay algo que le ha gustado o que no le ha gustado. Una mímica que para otra persona pasaría desapercibida, incluso aunque le prestara más atención a nuestra pareja, y sin embargo para nosotros no.
Por otro lado, si con el final del enamoramiento se apacigua el deseo y emergen los defectos, no es menos cierto que una vez superada la transición también se fortalecen otros lazos. Antes hemos hablado de la confianza, de la complicidad o de la intimidad. Sin embargo, si hay un buen presagio para la continuidad de un amor es que la admiración mutua, que comenzó con el enamoramiento, se mantenga.
Las diferencias entre amor y enamoramiento explicadas aquí quizás correspondan con lo normativo y como siempre los matices de la realidad son mucho más ricos. Hay personas que dicen estar enamoradas de un amigo, hay otras que empiezan queriendo a sus parejas para luego enamorarse o no hacerlo nunca. También hay parejas que confiesan estar enamoradas toda la vida. Más allá de las diferencias entre amor y enamoramiento, entre estar en uno u otro lado (si realmente son lados diferentes), lo importante es que cualquier relación que compartamos sea una ventura positiva para nosotros.