El ciclo de la culpa
El ciclo de la culpa es una prisión de la que no se puede escapar fácilmente. Éste es un círculo vicioso en el que podemos caer fácilmente y del que es difícil salir porque la culpa se convierte en el punto de llegada en todo momento. Este sentimiento nos hace daño emocional y parece no tener fin.
Los elementos del ciclo de la culpa
El ciclo se compone básicamente de tres elementos:
-Debería
-Acción o inacción
-Culpa
El ciclo puede empezar con cualquiera de los tres elementos y siempre nos llevará al más dañino: la culpa. Por ejemplo, podemos enfrentarnos a la idea de “debería visitar a mis hijos”. El hecho de decir debería, implica que estamos buscando la aprobación (nuestra y de los demás) para la decisión que tomemos al final. Esto nos da la posibilidad de tomar la decisión que más nos conviene: hacerlo o no hacerlo.
Cuando llevamos a cabo la acción (visitar a nuestros hijos) frecuentemente lo hacemos por recibir aceptación y aprobación de los demás. Es muy común que la mayoría optemos por las decisiones que nos lleven a ser aceptados aunque nos haga sentir incómodos. Pero también existe la posibilidad de optar por no ir a ver a nuestros hijos y buscar la forma de eludir esa culpa.
El problema es que quien ya vive en el ciclo de la culpa, siempre llegará al mismo final. En algún momento dado, ya no eres dueño de tus actos y te mueves conforme al interés de los demás. Siempre estarás buscando la aceptación propia y ajena, por desgracia, si te encuentras dentro del ciclo te encontrarás con que no hay una salida fácil, todo te llevará a sentir culpa.
El origen del problema
La culpa se deriva del no aceptarnos ni aceptar el peso de nuestras decisiones. Esto ocurre muchas veces en casos en los que buscamos ser amados de forma incondicional y nos vemos obligados a realizar las acciones que nos lleven a ser aceptados.
En el ejemplo que dí antes, el padre busca la aceptación de sus hijos y de quienes le rodean. Para ello está dispuesto a crear sus propias leyes y sus normas no realizar bien alguna acción. En respuesta será invadido por un gran sentimiento de culpa cuando no consiga la aceptación que busca.
Detener el ciclo de la culpa
Si no paramos el ciclo, terminaremos ejerciendo esas mismas acciones en nosotros mismos. Comenzaremos a pensar cosas como “si no hago tal cosa, no mereceré mi propio respeto” y el ciclo se volverá cada vez más agresivo y negativo contra nosotros. Es claro que el proceso será muy duro y que necesitaremos ayuda de un profesional (psicólogo o terapeuta), pero lo más importante es que estemos dispuestos a ser honestos con nosotros mismos para enfrentarnos contra nuestros miedos más profundos.
El resultado de detener este ciclo es que lograremos ser personas con más autoconfianza, seguridad y autoestima.
Imagen cortesía de Angela Waye