Emmy Noether, biografía de la mujer que revolucionó la física
Emmy Noether fue otra de esas mujeres geniales que superaron con creces a muchos de sus contemporáneos, pero no recibieron el reconocimiento que merecían en su tiempo. Albert Einstein expresó públicamente su admiración en varias oportunidades.
Los famosos físicos Leon M. Lederman y Christopher T. Hill dijeron que el teorema creado por ella estaba posiblemente al mismo nivel del teorema de pitágoras. Para muchos de sus colegas y de los hombres de ciencia, tenía una inteligencia realmente privilegiada que debía destacarse. Para otros, Emmy Noether era simplemente una mujer y esto la invalidaba para ocupar un lugar de prestigio.
“La matemática pura es, a su manera, la poesía de las ideas lógicas”.
-Albert Einstein sobre Emmy Noether-
El trabajo de Emmy Noether cambió por completo el panorama de la física y de las matemáticas. Se la conoce como la madre del álgebra moderna y hay quienes la elevan a la posición de la matemática más importante de toda la historia.
Pese a ello, durante prácticamente toda su vida, tuvo que lidiar con la exclusión y la segregación, o bien por ser mujer, o bien por ser judía. El mundo, tal vez, no estaba preparado para reconocer los logros de una mujer, la sociedad machista y el antisemitismo todavía estaban muy arraigados en su época.
Emmy Noether y una familia de matemáticos
Lo cierto es que no resulta extraño que Emmy Noether se decantará por las matemáticas ya en edad temprana, pues provenía de una familia que llevaba tres generaciones produciendo personajes notables en esta ciencia. Sin embargo, ninguno logró llegar tan lejos como ella.
Emmy Noether nació en Erlangen (Baviera, Alemania) el 23 de marzo de 1882. Su padre, Max Noether, era matemático y catedrático. Había sufrido de poliomielitis a los 14 años. Logró recuperarse parcialmente, pero siempre tuvo problemas con una de sus piernas. Su padre era, además, un hombre que creía firmemente en la igualdad para las mujeres.
La madre de Emmy era Ida Amalia Kaufmann, hija de prósperos mercaderes y, como su esposo, poseía una mentalidad muy avanzada para su época. Emmy tuvo tres hermanos más, todos menores que ella. Se cuenta que era miope y que tenía un problema de habla llamado sigmatismo, una dificultad similar al ceceo dialectal. De cualquier modo, en su entorno, notaron que tenía una impresionante inteligencia desde muy corta edad.
La exclusión de la vida académica
Emmy Noether recibió una gran educación y, llegado el momento, decidió que su vocación era estudiar lenguas modernas. Sin embargo, paralelamente, comenzó a asistir a la cátedra que impartía su padre y comprobó que su verdadera pasión era otra: las matemáticas.
El problema para Noether era que, en aquel entonces, no se permitía que las mujeres accedieran a la universidad.
La posibilidad de admitir mujeres se había contemplado, pero la discusión quedó cerrada con un planteamiento radical: si permitían que las mujeres entraran a la institución, reinaría el caos.
Por ello, Emmy Noether tuvo que conformarse con que la dejaran asistir como oyente a diferentes clases, siempre y cuando los maestros le dieran una autorización por escrito. Pese a las restricciones, en 1903, aprobó el examen de graduación.
Noether siguió desarrollando su trabajo y, en 1908, se le permitió impartir clases en el Instituto Matemático de la Universidad de Erlangen. La única condición es que no podría recibir un salario por ello. Gracias a la ayuda de su padre, ella aceptó y permaneció allí hasta 1915.
En 1915, fue invitada a dar clases en la Universidad de Gotinga por el famoso matemático David Hilbert. Uno de los catedráticos protestó diciendo: “¿qué pensarán nuestros soldados cuando vuelvan a la universidad y encuentren que se les pide que aprendan poniéndose a los pies de una mujer?”, a lo que Hilbert contestó: “No veo por qué el sexo de un candidato pueda ser un argumento en contra de su admisión como privatdozent. Después de todo, somos una universidad, no un establecimiento de baños”.
Así, pese a su gran capacidad y pasión para las matemáticas, Noether parecía encontrar infinidad de obstáculos en su camino, trabas que, únicamente, respondían a cuestiones machistas de la sociedad imperante.
No era fácil ser una mujer en un mundo de hombres, pero en campos científicos, la cosa se tornaba más violenta. Pese a ello, Noether siguió luchando por su verdadera pasión: las matemáticas.
La gloria y el fin
Paso a paso y año a año, Emmy Noether fue avanzando en su trabajo hasta, al fin, convertirse en una de las científicas matemáticas más importantes del mundo. Durante varios años, tuvo que trabajar sin recibir un salario a cambio, hasta que en 1923 fue nombrada como una especie de ayudante de Hilbert y, por fin, logró que su trabajo fuera remunerado.
Con la llegada del nazismo al poder, Noether fue despojada de su cargo y pronto tuvo que refugiarse en Estados Unidos. En ese país, encontró un ambiente mucho más propicio para exponer sus ideas y ser valorada por su trabajo. El ambiente no estaba exento de misoginia, pero no en el mismo grado que en su país natal.
Aunque Emmy Noether recibió varios reconocimientos, solo después de su muerte se le ha otorgado la verdadera distinción que su obra merece. Falleció el 14 de abril de 1935, en Pensilvania (Estados Unidos). Albert Einstein le hizo un sentido mensaje de despedida, además, el asteroide 7001 y un cráter en la cara oculta de la luna llevan su nombre.
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- Corrales, C. (2004). Matemáticas y matemáticas: vida y obra de Emmy Noether. Matemáticas y matemáticos, 43, 185.