Estereotipos curiosos sobre los amantes de la lectura
Grandes gafas, una montaña de libros, horas en la biblioteca, paseos a las librerías, pájaros en la cabeza o pensar en cualquier otra cosa que no sea la realidad… todo eso suele ser cierto en los amantes de la literatura. Pero más allá de ser algo malo, se sienten honrados por estos estereotipos instalados en el pensamiento de la sociedad en relación a su afición.
Si bien durante la escuela muchos han sufrido críticas y bromas, es muy difícil que alguien considerado un “cerebrito” cambie su forma de ser por que los demás no lo comprendan o prefieran hacer otras actividades. Es cierto que la lectura no es la mejor alternativa para conocer gente y hacer vínculos reales, pero si, que permite mejorar la imaginación, no tener faltas de ortografía, contar con mayor vocabulario, conocer otros lugares, culturas y costumbres, viajar sin necesidad de subirse a un avión ni de tener un pasaporte, etc.
En esta oportunidad, nos centraremos en las características positivas que tienen aquellos que aman leer y no les importa “el qué dirán”. Es más, están orgullosos y no se avergüenzan de esta clasificación. Si te gusta mucho leer, seguro te sentirás identificado en más de una de estos aspectos:
Nunca saldrás de tu casa si no llevas un libro, no importa a donde te dirijas, puede ser el trabajo, una cita o hasta la discoteca. En tu bolso habrá “algo para leer”.
La gente te reconoce porque siempre andas con libros bajo el brazo, no por ir a ciertos lugares como ser teatros, restaurantes o cines.
Pensar en mudarte es estresante, no tienes demasiada ropa o muebles, sino por la toneladas de libros que guardas en los estantes. Deberás pasarte una semana empacando y otra desempacando todos los ejemplares.
Prefieres comprarle un libro igual al tuyo a un amigo o familiar con tal de no prestarle el propio (nadie cuida las pertenencias como uno mismo, eso seguro). No hay nada peor que las hojas arrugadas, dobladas, los lomos despegados, etc. Si, claro que existe algo aún más horrible: que nunca te lo devuelvan.
Eres completamente odioso y terco en cuánto a tus libros favoritos. No importa lo que digan los demás, Shakespeare es Shakespeare y no interesa que ya se murió hace mucho.
En las vacaciones primero empacas los libros que tienes pensado disfrutar (y los terminas todos). Es más, puede que busques un destino tranquilo como de montaña o pasar horas en la playa porque no puedes dejar de leer. Y en una guía turística, buscas la dirección de la Biblioteca Nacional antes que cualquier otra atracción.
Tratas de “evangelizar” a todo el mundo. En los cumpleaños, Navidad, Día de la Madre o Embarazos regalas libros acordes a los supuestos gustos de cada persona, aunque nunca lo hayas visto con un libro en su vida.
Si lo autores de los libros tuvieran tarjetas comerciales como ocurre con los jugadores de fútbol, por ejemplo, hace tiempo que ya hubieras completado el álbum.
No te cansas de conocer y aprender sobre las biografías de cada autor antes o después de disfrutar sus obras. Te encanta saber de qué manera descubrieron su pasión por escribir y cómo se hicieron famosos.
No te gustan las adaptaciones de los libros al cine. Y nunca, bajo ningún aspecto, mirarás una película antes de leer el libro.
Tu olor favorito es el de las páginas de un libro, ya sea que recién lo compraste o que lo encontraste en un estante olvidado de la casa de tu abuela. Cierras los ojos, abres en una página aleatoria e introduces tu nariz para dar un gran respiro.
Puedes tener en frente al creador del Kindle Fire, pero nunca cambiarás tu forma de pensar en relación a los e-readers. Aunque es verdad que te has comprado uno (porque ya no tienes más lugar físico para guardar más libros físicos).
Puedes perder el autobús, descender en otra estación del metro o no ver que tu vecina te está saludando cuando tienes todos los sentidos depositados en ese libro que tanto te gusta.
Por las mañanas tienes ojeras y no es porque te fuiste de fiesta, sino que te quedaste hasta las 4 de la madrugada para terminar ese libro que te encantó.
Y por último, te encanta imaginar como son las personas en relación a lo que están leyendo. Seguro te llamará más la atención alguien similar a ti en la calle.